En poco más de una semana desde que fue confirmado como ministro de Economía, Producción y Agricultura y Ganadería, Sergio Massa, pasó de ser el que juntaba los platos rotos de la relación entre el presidente de la Nación y la vice a una centralidad extraordinaria, en la que nada es aleatorio sino debidamente planificado en función de un futuro que todavía no tiene presente.
La Argentina asiste hace diez días a un trasvasamiento de poder político inédito. Y eso que entre 1930 y 2003 la regla fue la anormalidad del ejercicio institucional del poder. Quizás la explicación esté en que en ese extenso período no se dio la particularidad de una coalición gobernante tan diversa, con tres núcleos de poder principales y otros tantos en segundas líneas, como gobernadores, sindicatos y movimientos sociales. Veamos alguna de esas particularidades.
La pérdida de centralidad del presidente, plasmada la foto del día de la jura del cargo, con él yéndose y Massa quedándose con el escenario, la celebración y la escena. Escena que fue moldeada a su medida, no por Protocolo de la Casa Rosada sino por el massismo, con la idea de comunicar, más que la llegada a un ministerio con amplias facultades, un trasvasamiento de poder sin traspaso formal.
El presidente Alberto Fernández se retira al terminar el acto donde asumió cómo nuevo Ministro de Economía, Sergio Massa, en la tarde del 03/07/22.
— Franco Fafasuli (@FrancoFafasuli) August 3, 2022
Cobertura para Infobae.
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Hay que sumar la foto con Cristina como otra gestualidad que empodera al nuevo hombre fuerte del Ejecutivo, foto que le fue negada a Guzmán en los últimos tiempos y a Batakis en su corto tiempo. Aunque la foto se hizo en un despacho el Congreso, es la representación del gobierno atendido por sus propios dueños. También puede leerse esa foto como una primera carga de crédito de parte Cristina. No es cheque en blanco, de lo contrario hubiera estado en su asunción.
La pregunta del millón es cómo será la dinámica interna del Frente de Todos de ahora en más. “No está muy claro todavía, hay que esperar un poco”, dice un funcionario del gobierno nacional que revela que fue Cristina la que insistió en que Massa sea ministro de Economía. “Alberto había pensado en la Jefatura de Gabinete, pero ella empujó para que sea Economía y con el manejo de todas las áreas”.
Por eso no se termina de decodificar la ausencia del cristinismo en la jura de Massa, a excepción de Wado De Pedro en su rol de ministro de Interior. En Santa Fe, por ejemplo, llamó la atención que en la inauguración del tren Rosario-Cañada de Gómez, con la presencia del presidente y Massa, no hubiera referentes de La Cámpora, principalmente el diputado nacional Marcos Cleri, que tiene aspiraciones como precandidato a gobernador en 2023. Según un comunicado de prensa, había estado en la recorrida por comunas del departamento General López programada tiempo antes, mientras que la inauguración del tren se reprogramó en tres oportunidades.
En el Instituto Patria dicen que no hay que buscar fantasmas donde no los hay. Afirman que entre Cristina y Massa “hay plena coordinación” y que la vicepresidenta espera que aparezcan resultados, soluciones. Más allá de la “plena coordinación” no gustó la fiesta que se montó para la jura. Se advierte que la situación del país es muy compleja, que se creó una expectativa muy grande teniendo problemas mayúsculos que enfrentar, no sólo por la interna del Frente de Todos, sino también por la evolución del conflicto internacional que va a provocar enormes dificultades para la economía mundial. En el cristinismo se enojan porque creen que hay sectores del oficialismo que “están en un cumpleaños”.
Pero si esa sociedad Cristina-Massa está tan consolidada, ¿por qué se dio marcha atrás con la designación de Gabriel Rubinstein como viceministro y no se define quién comanda Energía, área que es central para la discusión de gasto en subsidios y está bajo control de funcionarios de la vicepresidenta?
“Hay que esperar, no tomó forma lo de Massa todavía. Una cosa es lo mediático y las presiones, otra es lo que discute internamente la política. Lleva su tiempo”. Insisten desde el cristinismo en que todo está alineado: “Massa quiere acordar todo con nosotros”.
Al parecer no es un problema de nombres lo que ocurre en Energía. Cristina no tendría problema en ceder lugares, pero quiere antes acordar qué se va a hacer con los subsidios. Sin embargo hay miradas divergentes con el equipo de Massa, que necesitan ser acordadas. Los anuncios que hizo el miércoles fueron un sobrevuelo sobre una cuestión que acumula años de desajustes y de una enorme complejidad técnica, prestacional y geográfica. De todos modos, que el kirchnerismo duro haya accedido a discutir alternativas es un cambio, porque hasta hace poco no quería hacer nada.
Los caminos del ajuste
La noche anterior a la jura de Massa como ministro estuvo en Rosario Emmanuel Álvarez Agis, en el marco de un ciclo que organiza la Usina Social que preside la diputada socialista Clara García. Álvarez Agis es uno de los consultores que “habla” con el nuevo ministro y lo asesora.
“Cuando se habla de la necesidad de hacer un ajuste, tengamos en cuenta que Argentina va a tener dos o tres puntos de déficit fiscal. Y los subsidios van a significar 2 o 3 puntos del PBI. Es decir, el déficit fiscal va a ser igual al nivel de subsidios. Medido por línea de pobreza, la tarifa social es 1 punto de subsidios del PBI, por lo cual si dejamos de dar subsidios al que no necesita, tendríamos 1 punto de déficit. Y si tenemos 1 punto, dejamos de discutir todo”, sintetizó las cuentas, que en términos generales marcan un camino posible, aunque puede que esté lleno de baches a la hora de su instrumentación.
Es muy interesante el enfoque de Álvarez Agis, porque aun siendo un consultor que habla desde una identidad peronista y habiendo sido viceministro de Economía de Axel Kicillof entre 2013-2015, señala la “propia dinámica política del Frente de Todos” como el impedimento para resolver problemas como inflación, desequilibrio fiscal o distribución del ingreso.
“Dada la dinámica interna del Frente de Todos, la devaluación es la peor opción…. Supongamos que se sube el dólar 30 pesos. Viene la CGT pide adelantar la paritaria porque devaluaron. Vienen los empresarios, suben los precios porque devaluaron. Vienen los movimientos sociales, piden un bono porque devaluaron… Entonces viene otro que dice que hay que actualizar el mínimo no imponible y la cuota del monotributo. Y nos comimos 30 por ciento de inflación más, y en tres meses tenemos el mismo tipo de cambio que antes de devaluar”. Según su mirada, “políticamente, lo mismo que le da cierta estabilidad al Frente de Todos, es lo que le impide cambiar drásticamente la distribución del ingreso, que hace 10 años está clavada en el mismo lugar”. Algo así como una unidad en la diversidad que se volvió tóxica y paralizante.
La consultora P&G también puso el acento en cómo va a hacer Massa para dominar las variables políticas que vienen complicando al gobierno y que se expresaron en la crisis financiera y cambiaria: ¿Qué soporte tendrá el FdT para un ajuste fiscal más intenso que el que no le bancaron a Guzmán ni a Batakis? ¿Cómo se procesará un “tarifazo” por retiro de subsidios más intenso del que se había anunciado, incluso con tantas resistencias internas del ala dura del FdT? ¿Cómo entender nuevas medidas de endeudamiento externo con argumentos similares a los que utilizó Mauricio Macri en 2018 para ir al FMI? ¿Cómo asimilar que tras las críticas del presidente al sector agropecuario por no liquidar cosecha, ahora Sergio Massa muestra que con los mismos actores tenía cerrado un acuerdo para que desembolsen 5.000 millones de dólares?
os titulares de la consultora, Gonzalo Saglione y Pablo Olivares, señalan que también para la oposición hay una situación que no es cómoda, “porque en algunos rasgos del plan anunciado por Massa hay una disrupción con la visión del ala dura con el FdT y cercanía a los planteos de la oposición”.
Y si bien quienes hacen esas preguntas son dos ex funcionarios provinciales del Frente Progresista, es la misma que recorre al Frente de Todos, por arriba y por abajo.
Alberto Fernández resistió todo lo que pudo el desembarco de Massa en el Ejecutivo por las razones que están a la vista: se corrió la centralidad y hoy las expectativas de futuro están en el de Tigre y definitivamente canceladas para él. Le queda un lugar en el podio por no haber hecho explotar el FDT por ambiciones personales y sostener la unidad pagando un alto precio personal.
Pero el presidente se debe estar preguntando, cómo es que lo corrieron por izquierda a Guzmán para que venga Massa, que no es precisamente representante del progresismo ni de la centroizquierda. ¿Qué hubiera pasado si Guzmán hubiera incorporado a Gabriel Rubinstein o Daniel Marx en su equipo? O anunciaba un plan de estabilización que para los beneficiarios de planes sociales antepone el control antes que una recomposición de ingresos, con una inflación que cuando se anuncie el próximo jueves sumará otros 7 puntos en julio (71% en el año). Según el informe de coyuntura del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (Mate), el nivel real de los salarios es 7% menor al de 2015, último año del gobierno de Cambiemos.
Los gobernadores
En este contexto hay otro frente sobre el que Sergio Massa no dio definiciones pero que puede abrir alguna tensión con los gobernadores. Los caciques peronistas ven la llegada de Massa como un alivio y alguien capaz de devolverle volumen político a la gestión. El santafesino Perotti fue el primero en acercarse al ministro, dejando atrás algunas rencillas del pasado. No sólo fue de los primeros en apoyar su designación sino que le ofreció a su ministro de Producción para ocupar la Secretaría de Agricultura y Ganadería que dejó vacante la renuncia de Julián Domínguez. Massa se inclinó por el entrerriano Bahillo.
Por otro lado, los gobernadores saben que en Economía hay planes de ahorrar fondos para cumplir con las metas del FMI a costa de recursos de las provincias.
La coparticipación está garantizada y el presidente este viernes en Cañada de Gómez reiteró que no se frenará ninguna obra pública (que ya en el primer semestre fue 16% mayor en términos reales que el año anterior). No son esos los fondos que corren riesgo, sino el ítem Transferencia a las provincias, que según el último informe del Centro de Economía Política Argentina (Cepa) en las proyecciones presupuestarias para el segundo semestre que dejó el equipo de Guzmán figuraba con un recorte interanual de 51%. Eso como parte de una reducción total de los gastos entre julio y diciembre de 9%, del que sólo se salvarían de la guadaña las pensiones +1% y Gastos de capital (obra pública) +44%.
Habrá que ver cómo maniobra Massa con eso. Si se sienta sobre la caja con suficiente espalda política para desatender a los gobernadores (que están al frente de provincias superavitarias), o si le tuerce el brazo la dinámica del Frente de Todos que menciona Álvarez Agis. Dinámica que aún es muy pronto para saber si cambia o no.