Esta semana, tal vez lejos de las prioridades de una población que piensa cómo navegar su crisis adquisitiva, la política de Santa Fe habilitó una herramienta trascendental e histórica para reorganizarse. La reforma constitucional, tan mencionada, debatida, expuesta y cajoneada en distintos momentos, es una buena noticia. Discutir sus alcances y normas dependerá de una elección en la calle de la decepción que arrastra una población que, tal vez, no dimensione sus alcances. Porque no solo votarán académicos constitucionalistas o militantes políticos, sino gente muy maltratada por el presente donde la palabra “político” es expuesta como los males de este tiempo.
Clara García, una experimentada dirigente del socialismo, fue la responsable de maniobrar la reforma entre dirigentes de partidos con ideas muy distintas. Siendo la primera mujer en presidir la Cámara de Diputados, la legisladora (impulsora de las ideas reformistas en Santa Fe), logró el cometido que Miguel Lifschitz no pudo en 2018 cuando 37 diputados levantaron su mano habilitando la Convencional Constituyente para el próximo año.
“Fue un enorme logro colectivo de puertas abiertas y de cara a la gente, eso es lo que más nos enorgullece”, dijo García el último viernes. “Pero lo que nosotros votamos no es un libro cerrado. La gente tendrá la posibilidad de elegir qué tipo de cambios quiere para la Constitución del futuro. Lo que viene, tiene como riesgo no quedarnos en la comodidad. Intentaremos pintar un futuro con 50 artículos y 70 temas nuevos que dependerán de los constituyentes. La realidad política ha cambiado, pero tenemos argumentos sólidos para construir un puente al futuro”, agregó.
El oficialismo plantea, con entusiasmo, los alcances de la nueva Constitución para Santa Fe: demuelen la reelección indefinida de la política, permitiendo la renovación por solo un periodo de cargos cono Gobernador, Intendente, diputados, senadores, etc; autonomía para Rosario y reformas en la conformación de una Justicia con mayor intervención del Consejo de la Magistratura.
También sostienen el punto más debatido, como única síntesis del nuevo tiempo: si el gobernador que “gobierna” mientras se aprueban las reformas puede ser reelegido. Eso trabó todos los intentos, incluyendo a Miguel Lifschitz que se topó con la recordada negativa de su propio partido.
“Las reformas cruzan la seguridad y la pacificación de los territorios, y que la política no tenga más fueros ni privilegios. Tenemos que estar abiertos a que la dirigencia política sea juzgada por la gente en las elecciones y por la Justicia con su imparcialidad”, afirmó la presidenta de la Cámara baja santafesina.
Para Clara García, lo vivido por la política de Santa Fe en estas semanas “es una muestra de que, cuando hay un objetivo común, se dejan atrás las diferencias. Podemos encontrar un punto de encuentro. Dimos muestra de que pudimos convivir pensando distinto muchas cosas y sumamos a muchos que, siendo de otros partidos, acompañaron la reforma”.
¿Los nuevos tiempos serán mejores? La idea de reformular una norma diseñada hace 62 años genera debates sobre su propia sacralidad. El aura sagrado de una Constitución rubricada en otros tiempos. El debate propone un desafío donde el cuero lo pone el legislador. Y, en tiempos conservadores y a veces mezquinos, muy pocos están dispuestos a batallar sobre el riesgo. Sobre ello, aparece el debate entre palabras con sentidos éticos distintos: ganar y convenir.
Para el diputado radical Martin Rosúa, un actor fundamental de las ideas reformistas, el sentido de la aprobación del último jueves es el cambio. “Se terminan 60 años de privilegios y se le ponen muchos limites al poder. Construiremos un sistema institucional mucho más transparente y dinámico que le va a resolver los problemas a la gente con mayor rapidez y eficiencia”, agregó.
—¿Quienes ganaron?
—Ganó el sistema institucional, por lo tanto, la gente. Sancionamos la ficha limpia. Es decir que si sos un corrupto no te podés presentar a elecciones. Terminamos con la impunidad, con los fueros, que un legislador se ampare en los fueros para no responder ante la justicia, los cargos en el estado hereditarios, le ponemos un límite a la Corte Suprema de Justicia, que, si bien respetamos la inviolabilidad de sus cargos, se terminen a los 75 años. Y también nos metemos con la política. Algo que nos parecía imposible, lo estamos discutiendo: la reelección indefinida de senadores y diputados provinciales.
Para Rosúa, lo más importante es tocar los puntos más sensibles del confort tradicional que sostuvo el sistema: “La política decide autolimitarse con una reforma constitucional. Y creo que ese es el cambio mas importante”.
Entre bambalinas de la Cámara o, dicho de otra manera, en el escenario de las redes, la diputada Amalia Granata, ausente en el debate por un “estratégico” viaje al Vaticano a visitar al Papa Francisco, disparó contra el cambio de postura de diputados de su propio bloque.
Granata sabe que tiene votos que va a poner a prueba en la elección a convencional, y que su foto como derrotada el jueves pasado iba a resultar una medalla para sus adversarios. A la distancia acusó a los propios (Omar Paredes y Fido Porfiri) de haberse “vendido” ante los legisladores que envió Pullaro a convencerlos.
“Mientras no esté presente en la provincia es difícil entender la denuncia”, dijo Clara García. “El valor de no estar rompiendo siempre debe ser destacado. Los cambios no le hacen bien a su espacio. No alcanza un tuit para darle valor a la denuncia”, agregó.
Para el presunto comprador –según la acusación de Granata–, la compra de votos es solo una chicana. “La verdad es que la acusación que hace es tan fascista que me cuesta calificarla. A Omar Paredes lo conozco desde cuando empecé a militar en el radicalismo a los 18 años. No me extraña su posición política reformista porque es un radical de toda la vida. Si Amalia tenía una definición concreta, tenía que estar sentada en la cámara debatiendo sus convicciones. Además, debía revisar el funcionamiento de su bloque y ver por qué había miradas distintas sobre la reforma”, explicó el legislador.
"Se vienen tiempos de Cambio" fue un slogan político cuando, después de varias décadas, el peronismo de Santa Fe debilitaba su conducción de gobierno. Esta semana, casi dos décadas después, se logró poner a consideración una reforma que entusiasma y molesta según de qué lado se debata.
Los que tienen ganas de disputar poder en el próximo gobierno (Granata o algún dirigente del PJ) ven a Maximiliano Pullaro como un rival invencible en 2027 y, por eso, el rechazo a la reforma.
“Pullaro es un hombre valiente y enormemente trabajador, y conjuga en eso equipos preparados que han planificado con eficiencia. Viene de la escuela política de arrancar el día muy temprano y terminarlo muy tarde, de dar la cara, de responder siempre. Creo que hay pequeñas cosas de el que lo pinta de cuerpo entero. Nos ha demostrado que estaba muy preparado para ser gobernador, que tenía un plan para la seguridad de Rosario y la provincia. Y el ‘tipo’ tiene un grado de austeridad y eficiencia que hace obra pública cuando nadie lo hace, arregla escuelas cuando nadie lo hace. Me siento orgullosa de formar parte del gobierno que lidera Pullaro”, afirmó Clara García.
“Fue un día de mucha emoción. Miguel Lifschitz estuvo presente. Él fue el que impulso el proyecto en 2018. Tuve que votar esta semana por la reforma. Lo que dije fue lo mismo que pensaba e impulsaba en 2018. A mí me da orgullo seguir teniendo ideales, mirada de futuro, vocación de consenso, tener espacios para el debate con el que piensa distinto. Los grandes de la política como Miguel, estuvieron presentes en el momento de la aprobación que habilita la próxima reforma”, aseguró.
Mientras la legislatura votaba a favor de la reforma, el gobernador, junto al intendente Pablo Javkin y la ministra Patricia Bullrich, exponían “buenas nuevas” sobre la persecución que el Plan Bandera realiza sobre el delito en Santa Fe. Una acción más que simboliza las jerarquías en el temperamento del Ejecutivo. Le habló a su tropa policial agradeciendo el esfuerzo y destacó el nacimiento de una nueva policía.
“Es inmenso el cambio cultural que ha tenido la fuerza de seguridad este último año. Y eso sucede porque hay liderazgos nobles, sanos y buenos. Les pido que no retrocedamos ni un milímetro y demostrémosles a estos delincuentes, a estas ratas, que el Estado cuando tiene decisión política es siempre mucho más fuerte que ellos”, indicó Pullaro.
Después del discurso, invocó y agradeció a Dios como artífice de los buenos resultados en el accionar de la Fuerza. El mismo Dios que, tal vez, invocó Granata con el Papa cuando se ausentaba del debate. No era habitual en la historia de los últimos 40 años que el mundo espiritual estuviese tan presente en la organicidad política. Otra victoria para Pullaro.