Si un editor le hubiera pedido a Charles Perrault o Hans Christian Andersen, célebres autores de cuentos de hadas, que escribiesen un final feliz para esta historia, tal vez lo hubieran hecho así: “Y a las 2.07 del 6 de diciembre de 2024 la Cámara de Diputados rompió el hechizo que durante muchas décadas había mantenido congelada la Constitución de Santa Fe”.

En la política real no hay hechizos. La política y solo la política fue responsable de que la reforma constitucional no avanzara a lo largo de tres décadas de insinuaciones e intentos fallidos. Hay partidos y dirigentes que tienen más responsabilidad que otros, pero eso es pasado. El viernes la política solucionó lo que tenía que solucionar y el muro se cayó dando paso, ahora sí, a una etapa de involucramiento de la sociedad, que en abril próximo elegirá los convencionales constituyentes. 

El oficialismo

 

El viernes, con la ley aprobada por 37 a 12 en la Cámara baja y 14 a 3 en la Cámara alta, los senadores del oficialismo y la vicegobernadora Gisela Scaglia se cruzaron hasta la Casa Gris, entregaron el texto al gobernador y éste la promulgó de inmediato. 

Más que una ofrenda en el día de su cumpleaños resultó la coronación de doce meses en los que el gobierno de Maximiliano Pullaro cumplió casi todos los objetivos políticos que se había propuesto, a pesar de que él insiste en que la reforma constitucional no estaba anotada en la columna de los asuntos imprescindibles, como sí estaban las leyes de seguridad, la previsional, la de compre santafesino y la reforma de la Corte Suprema.

A diferencia de sus antecesores, Pullaro no se puso personalmente al frente de la gestión de la reforma constitucional. De hecho la ley de reforma tuvo de base nueve proyectos, de los cuales ninguno era del Ejecutivo. 

El trabajo fino para juntar los seis votos que le faltaban al oficialismo en la Cámara de Diputados –al final consiguieron 9– lo hicieron el ministro de Gobierno, Fabián Bastia, y el secretario de Vinculación Estratégica, Julián Galdeano. Radicales ambos pero no pullaristas de origen, son los principales operadores políticos a los que el gobernador delega los asuntos más delicados. 

Los diputados socialistas Pablo Farías, presidente de la comisión de Asuntos Constitucionales, y Joaquín Blanco, presidente del PS y jefe de la bancada mayoritaria, fueron las otras dos piezas determinantes en el complejo puzzle reformista, que se completó con el senador y titular de la UCR, Felipe Michlig, el diputado radical José Corral y la vicegobernadora Gisela Scaglia.

Encontrar la impronta del gobernador en la letra de la ley de reforma no es difícil. Ejes centrales de la actual gestión, como responsabilidad fiscal, seguridad y educación están en el texto. La Casa Gris también empujó el rango constitucional para la ley ya vigente de ficha limpia. Meter ese tema a nivel constitucional en este momento tiene dos propósitos. Dar un espaldarazo a los aliados del PRO y marcar diferencias con el acuerdo de La Libertad Avanza y Unión por la Patria para evitar la sanción de la ley en el Congreso de la Nación.

La Constitución que viene

 

En abril Santa Fe elegirá convencionales constituyentes. A partir de ahí el Ejecutivo tiene un año para convocar a la convención. Puede ser en julio o agosto próximos o en febrero de 2026. Dependerá de las circunstancias nacionales y de la provincia. Lo primordial para Unidos es que la convención no coincida con procesos electorales para evitar cualquier tipo de contaminación.

La ley remueve cualquier sospecha de que se trate de una reforma constitucional a la medida del pullarismo o para conseguir la reelección. La puerta para que el gobernador se quede en la Casa Gris por un segundo periodo quedó abierta, sin perjuicio de los otros 42 artículos sujetos a ser reformados (la tercera parte del texto vigente y entre ellos la limitación de mandatos de diputados, senadores y concejales), más todos los temas que se manda incorporar, hablan de una reforma de gran magnitud y amplitud, que servirá para ponerse a tono con la Constitución Nacional de 1994 pero también para marcar un rumbo político institucional que si es bien aprovechado podría ser que en materia constitucional Santa Fe pase de la cola a la vanguardia. 

Es interesante el proceso que se viene, porque el oficialismo acaba de abrir a debate reformas que limitan facultades de los tres poderes del Estado, entre ellas al propio Ejecutivo, y que estarían operativas en la segunda parte del mandato y, por supuesto, en un hipotético segundo periodo de Pullaro. 

Habrá que ver en el texto final cómo queda el diseño efectivo de esas limitaciones, pero a eso apunta la posibilidad de que los constituyentes creen la figura de un ministro coordinador con acuerdo legislativo o un Consejo de la Magistratura (ambos con fuerte impulso del Partido Socialista).

La magnitud de la reforma en ciernes es enorme. Casi todos los asuntos que estuvieron en discusión en los últimos años quedaron abiertos al debate. Desde las reelecciones indefinidas hasta la del gobernador y vice, remoción de la inmunidad de proceso de los legisladores, ampliación de mandatos en las comunas. Consejo de la Magistratura, rango constitucional para el MPA y la Defensa Pública, así como cambios en los cuestionados sistemas de remoción de jueces, fiscales y defensores, voto joven, Justicia electoral, separación de iglesia y Estado, sistema previsional y autonomía municipal.

El capítulo autonomía pone a Rosario en el centro de la escena, porque es la que está en condiciones de asumir el mayor grado que permita la Constitución. Se abre ahí una etapa histórica también para la ciudad, que probablemente de acá a un año tenga que convocar a su propia constituyente para dictar su carta orgánica. Por lo pronto, ingresó estos días en el Concejo Municipal un proyecto de la edila del peronismo Norma López que vuelve sobre la idea de ganar tiempo convocando a una constituyente rosarina para dictar una carta orgánica local bajo el amparo de la Constitución nacional y la jurisprudencia de la Corte. 

La oposición

 

El trámite de reforma constitucional puso en crisis a las oposiciones, al punto que todos los bloques votaron divididos. 

Salvo el Frente Amplio por la Soberanía, donde el voto a favor de Fabián Palo Oliver y Claudia Balagué y en contra de Del Frade fue consensuado 15 días antes, para el resto se trató de divisiones que pronostican más conflictos a futuro.

El justicialismo terminó cerca de la ruptura. Los dos principales electores, Omar Perotti y Marcelo Lewandowski, están para competir en las próximas elecciones más por afuera del PJ que por adentro. 

El senador nacional ni siquiera mandó representantes a las convocatorias del partido. Y el ex gobernador ya eligió su propio camino como interlocutor del oficialismo, desafiando inocuas advertencias de expulsión y los intentos por exponerlo como traidor. 

A decir verdad, sea por necesidad o por astucia, Perotti está ocupando el lugar que durante muchos años ocuparon los senadores peronistas que controlan el partido. Lo que cambió es que éstos últimos ahora son una minoría prescindible en la Cámara alta y ni siquiera votan juntos. El senador Rosconi (Caseros) hace tiempo abandonó el PJ y el perottista Calvo debería haber votado a favor de la reforma. Ambos se ausentaron en la sesión para evitar críticas como la que la exvicegobernadora Alejandra Rodenas hizo al perottismo, calificándolo como “sector minúsculo del partido”.

Si bien el perottismo fue el único que acompañó la reforma, pocas veces hubo tantos sectores del peronismo que se expresaran públicamente a favor, más allá de las críticas a las formas. Incluso daba la impresión de que si el oficialismo el Ejecutivo hacía un esfuerzo, hubiera sumado más votos en Diputados. No quiso o no pudo. Lo cierto es que eligió aislar a los senadores, La Cámpora y el rossismo, que tienen dentro del partido un peso relevante, pero inversamente proporcional al que consiguieron en las urnas y tienen en la Legislatura. 

Aun con esos matices y compelido por la presencia de Amalia Granata en el universo opositor, el peronismo es el principal partido de la oposición. Su desafío más inmediato es encontrar acuerdos mínimos para ir, aunque sea separados, de la forma más ordenada posible al cierre de listas dentro de un mes y medio.

El bloque que lidera Granata fue el que peor parado salió del proceso de reforma de la Constitución. Si en la reforma previsional había tomado por sorpresa al oficialismo y se posicionó como referente opositora dura, aprovechándose de las ambigüedades del peronismo, en esta oportunidad fue a pérdida. 

El primer error de la mediática fue dejar la banca vacía el día de la reforma constitucional. Despotricar y tratar de casta a todo el mundo hoy en día reditúa. Pero después hay que estar a la altura. Granata no fue consecuente. Ocupar cargos de liderazgo en los ámbitos públicos exige ciertos “sacrificios” que hay que estar dispuesta a dar. El oficialismo aprovechó la oportunidad e hizo fila para cobrarle todas las facturas atrasadas. Desde la senadora Carolina Losada, que sintoniza en un registro público similar al de Granata, hasta el presidente de la UCR Felipe Michlg hicieron cola para exponerla. 

Además, Granata salió del debate por la reforma con dos diputados menos en su bloque. Edgardo Porfiri y Omar Paredes fueron expulsados por votar a favor cuando la orden era la contraria. Se repite la historia de su primer periodo, entre 2019 y 2023, cuando a poco de asumir el bloque celeste que lideraba se partió en tres. 

“El problema que tiene Granata es que ella trata a los diputados del bloque como empleados, les da órdenes en lugar de tratarlos como pares. Ella actúa como si fuera la dueña y es la electora”, reflexiona un radical que en estos días sacó provecho de esa presunta confusión de roles.

Un operador ligado al peronismo observa que si bien a Granata no le fue nada bien en el capítulo reforma constitucional, los costos que paga no perforan los límites de la política y no dañan su imagen ante la sociedad. 

Como sea, la diputada tiene opciones a futuro, y eso en política es invaluable. Aun tratándose de un proyecto político personal sustentado en su nivel de conocimiento público, en su mesa de opciones está jugar sola como en anteriores oportunidades, profundizar el vínculo con La Libertad Avanza o bucear una alianza con sectores del peronismo, en especial con Marcelo Lewandowski, con quien ya hubo acercamientos. 

El senador y experiodista transita por coordenadas distintas al resto del PJ. Después de todo, también él procede de afuera de la política y una alianza con Granata, por más forzada que parezca, le dé la oportunidad de reperfilarse y recuperar el aura que en 2015 lo llevó a un sorpresivo debut electoral.