Las imágenes llegan en torbellino. Las aulas de la democracia alfonsinista llenas de consignas e invitaciones a afiliarse a los partidos que disputaban el centro de estudiantes. Las fotocopias de libros que no podíamos comprar, los debates estudiantiles por mejores condiciones. El salario docente en 1987, el conocimiento, los desafíos a aprender a hacer radio sin micrófonos o televisión sin una cámara. El tiempo fue veloz y se llenó de herramientas y generaciones de graduados sedientos en saberlo todo.
Los comunicadores no cambian el mundo, pero cuando el mundo cambia hay un comunicador dispuesto a narrarlo.
El aniversario redondo, 50 años, de la creación de la carrera que formó a generación de comunicadores, periodistas, académicos, publicistas y profesionales de la comunicación invitó a la reflexión y también a los festejos. Los actos del jueves pasado en espacio de la Ciudad Universitaria, agrupó a docentes, alumnos, exalumnos y autoridades académicas que fueron a vivirlo con emoción.
El encuentro con la fecha se vivió también como una excusa para el debate del tiempo actual, donde la ignorancia, la mala fe y la sed de batalla disputa espacios con las peores armas de la mentira. Son los tiempos donde la democracia invita a quienes no creen en ella a debatir sobre el futuro de un sistema donde no siempre la palabra del otro tendrá valor. El delirio libertario.
Cintia Pinillos, decana de la Facultad de Ciencias Políticas, y Néstor Taborda, director de Comunicación Social intentaron describir el camino que transitan los desafíos de una profesión indispensable. En el desayuno del sábado en Radiopolis Weekend (Radio 2) también describieron los tiempos donde la Universidad Pública enfrenta un tenso vínculo con el ideario propuesto por el Gobierno de Javier Milei.
“La carrera es preciosa y se encuentra en un momento de mucha vitalidad. Los comunicadores cuando se forman hacen mucho ruido. Soy politóloga, pero admiro mucho la forma de vivir los vínculos fuera del aula. En los pasillos, en el bar, en los debates. Y la carrera tiene una gran proyección”, dice la decana.
La cocina del repa en los 90, el Payo (un emblema con mucha historia, seria imposible sintetizarlo en pocas líneas) paseado por los pasillos, los torneos de fútbol, el bar Los Amigos y los profes que invitaban a leer sin parar la más rica bibliografía. Formarse para cambiar los medios, las tradiciones del periodismo de entonces y reflexionar sobre el valor democrático de la comunicación social. “En Comunicación se forman en cada rincón del edificio. Y eso se nota”, agrega Pinillos.
Néstor Tato Taborda describe el tiempo. ¿Cómo formar en la era del streaming y las redes, con programas de estudio donde mucha de esa tecnología no existía? “La tecnología desafía la formación. Las transformaciones son aceleradas”, confiesa el director de la carrera.
“Es el mayor desafío, para entender e incorporar esos nuevos recursos. El manejo de los lenguajes ha sido una fortaleza de nuestra carrera: en la teoría y sus aplicaciones prácticas. La capacidad de trabajar con nuevos lenguajes. Estamos en un proceso de cambio del programa de estudio. Los equipos de cátedras modifican, agregan, actualizan. Hemos incorporado tecnología. Estamos bien”, agrega Taborda.
La comunicación social en el aula es un conocimiento vivo. Va modificando sus conductas, sus rumbos, sus tonos y leguajes. Lo que sucede dentro del aula será reflejo del camino que llevó al docente y al alumno a encontrarse. Nada es igual, mas allá del texto. A finales de los 80 en un aula Cecilia Gorosdicher, una disruptiva docente de la época, emprendió contra el “No Toca Botón”, por vulgar y machista del intocable Alberto Olmedo y el aula estalló. El desafío académico, sobre todo. Emprendiendo batallas donde el conocimiento y la inteligencia eran la arenga constante.
Para la decana Cintia Pinillos, “la sociedad y la política tienen un gran desafío, en términos de poder seguir saliendo adelante en torno a los acuerdos democráticos que tenemos desde hace 40 años”. Intenta describir las consecuencias del aluvión de Milei dentro de las aulas. “Muy difícil es sostener acuerdos con el surgimiento de nuevas fuerzas que replantean esto casi al límite de lo democrático”, confiesa.
La facultad de Ciencias Políticas en Rosario ha formado dirigentes que hoy asumen importantes responsabilidades y ese ámbito los expone orgullosos: Maximiliano Pullaro, Gisella Scaglia, María Eugenia Schmuck o Germán Martínez entre otros.
“Estamos orgullosos. Hay un reconocimiento público para la formación de Ciencias Políticas. Nuestra facultad tiene la convivencia de múltiples tradiciones políticas. Recordar por ejemplo al flaco Falcón (por Ricardo Falcón, histórico docente) discutiendo con mucha pasión en medio de debates muy acalorados. Eso era habitual en las aulas. Todo el mundo discutiendo en medio de una convivencia muy interesante”, dice Cintia Pinillos, la década de la Facultad.
En medio de las agresiones al periodismo por parte de la política (que no tolera el disenso o sospecha del verdadero origen ético de las críticas) la facultad destaca sus peligros. “El docente no sólo da clases. Forma e integra equipos que piensan e investigan sobre lo que vendrá. La producción de conocimiento para pensar las nuevas agendas que después se traducen en el aula. Y eso tiene un gran valor”, dice Pinillos.
Para Taborda el gran desafío que tiene la democracia con las Ciencias Políticas y la Comunicación es la aparición de las fake news. Lo mismo para la decana Pinillos que destaca que hay un campo donde los nuevos fenómenos políticos construyen sus audiencias de forma muy particular, en espacios periféricos a los medios tradicionales. “La comunicación política contribuye a definir un resultado. En Estados Unidos por eso los medios tradicionales volvieron a ser protagonistas”, alerta la decana.
Taborda asiente: “Los medios tradicionales siguen marcando agenda”.
El debate podría durar horas e incorporar a los monarcas del tiempo. Streammer que multiplican sus pases de comedia ante una audiencia en aumento y periódicos que intentan sobrevivir con una industria que cambia reglas a diario.
En el boom de Página/12, en los claustros universitarios de la comunicación, Jorge Lanata llegó a la Facultad a dar una charla. Principio de los 90 del siglo pasado. Una eternidad. “Si quieren ser periodistas huyan de este lugar” arengó. Muchos le hicieron caso, otro no y resistiendo al prejuicio la remaron lindo. Medio siglo de estudios, debates, propuestas y desafíos.
La comunicación y el rol del periodismo se asumen como la brújula en medio del caos, el hilo invisible que conecta a las personas con el mundo que habitan. En las democracias, es también un acto de resistencia y redención, una lucha diaria contra las sombras que buscan ocultar la verdad. Sin preguntas incómodas, sin datos que molesten a los Gobiernos, la democracia se debilita. La comunicación social deberá poner en jaque a sus mentiras, dar voz a los que no la tienen y recordar que la verdad no es cómoda, pero será siempre necesaria, para que no sea el silencio el lenguaje pretendido por el poder.