La Ley de Murphy es una forma cómica y mayoritariamente ficticia de explicar los infortunios de todo tipo de ámbitos.
Esta ley fue enunciada por Edward A. Murphy Jr., quien trabajó en experimentos con cohetes sobre rieles puestos en práctica por la Fuerza Aérea de los Estados Unidos en 1949.
"Todo lo que puede suceder, sucede."
Sin importar la composición exacta y el origen de la frase, su espíritu conlleva el principio de diseño defensivo; el anticipar los errores que el usuario final probablemente cometerá.
Uno de los ejemplos es: cuando estas realizando una larga fila para pagar en el supermercado, tu fila no avanza, ves de repente que la otra fila está más corta y avanza mucho más rápido, decides pasarte a esta, y tu fila inicial comienza avanzar y en la que decidiste pasar, comienza a tener demora para cancelar.
¿Es beneficioso enfatizar en lo negativo?
Claro que no, pero otro ejemplo frecuentemente citado de esta tendencia a enfatizar lo negativo, es que, cada vez que una rebanada de pan untada de mantequilla cae al suelo, la gente tiende a recordar más vívidamente las veces en que cayó con el lado de la mantequilla hacia el suelo, puesto que si cayera con la mantequilla hacia arriba tendría menos consecuencias.
¿Podemos regirnos por estas leyes que acompañan una serie de inconvenientes?
No. Principalmente cuando reclamamos el bien en nuestras experiencias, no queremos que nada negativo ocurra, sino todo lo contrario.
Y para esto, es necesario recurrir a otra ley que no admite fracaso ni malos resultados.
¿Cuál es esa ley infalible?
Principalmente si vamos a los 10 Mandamientos, el primero de ellos es "No tendrás otros dioses" y precisamente aceptar que nuestra vida está regida por factores negativos, obra en franca desobediencia a esta ley de Dios, la ley del bien.
Cuando tenemos el hábito de saber diferenciar qué ley está gobernando nuestra vida, tendremos la claridad mental para afirmar solo lo bueno y los buenos resultados apoyados únicamente en y por la ley divina.
¿Cómo lograrlo?
Una de las formas es despertar, afirmando una oración, que ese día está previsto y provisto de acontecimientos que nos plantan en el bien, la armonía, la paz, la unidad con los demás, acontecimientos que sólo no guían a buenas experiencias.
Nada puede estar librado al azar cuando confiamos plenamente en la ley de Dios que gobierna cada pensamiento (como la Mente única e infalible) y cada acto (como la manifestación de esa Mente en acción).
No hay días difíciles ni fatales, no hay ley de mala suerte porque solo hay una ley operando a favor del hombre, como hijos amados de Dios no podemos experimentar otra cosa que el bien.
Sea para estacionar nuestro coche, hay siempre un lugar, o sea para encontrar un empleo, hay un lugar esperándote, o para encontrar la pareja ideal, ya está él o ella buscándote para encontrarte. Esa es la ley de Dios que está disponible a todos.
¡Deja que todos tus actos sean delineados por un poder que sabe qué necesitas y hacia dónde quieres ir!
¡Deja que tu día sea una bendición para ti y pro reflejo, para los demás!
¡Siente que no estás solo y que esa ley de bien te acompaña y hace que disfrutes de este día plenamente!
Este cambio de pensamiento puede experimentarlo tanto una persona con bases cristianas como de cualquier otra tendencia religiosa, o bien un ateo, porque todos necesitamos que nos vaya bien, que tengamos un destino cierto, no incierto, y como tal, poder generar alegría, confianza en los demás y también confianza en uno mismo.
¡Te invito a demostrarlo ya!
Me desempeño como Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana en Argentina y escribo artículos relacionados con el impacto que produce la espiritualidad en todos los órdenes de la vida.
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