Esta semana diferentes mandatarios internacionales abrieron el debate en relación al conflicto en Medio Oriente. Más allá de la incursión terrestre que está realizando Israel en territorio palestino, y de las violaciones cruzadas al derecho internacional humanitario, es necesario comenzar a trazar los lineamientos para la paz. Pero, ¿cómo? Israel puede negociar la liberación de rehenes con Hamás y ¿la paz? ¿Se negocia la paz con un grupo terrorista. ¿Y si no con quién? El “pueblo palestino” es un tercer actor que empieza a aparecer en algunos discursos.
El Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres, en una sesión del Consejo de Seguridad puso en escena a los tres actores principales del conflicto: Hamás, Israel y el pueblo palestino. Lo que disgustó mucho a los mandatarios israelíes. Primeramente, Guterres condenó el ataque de Hamás contra la población israelí del pasado 7 de octubre que dejó más de 1.400 muertos. Éste expresó: “Permítanme comenzar repitiendo mi condena absoluta de los abominables ataques de Hamás y otros contra ciudades y pueblos israelíes en la periferia de Gaza”.
Y luego continuó su discurso manifestando que “es importante reconocer también que los ataques de Hamás no ocurrieron de la nada. El pueblo palestino ha sido sometido a 56 años de ocupación asfixiante”. Y añadió que los palestinos “han visto sus tierras constantemente devoradas por los asentamientos y plagadas de violencia. Su economía fue asfixiada. Su gente fue desplazada y sus hogares demolidos. Sus esperanzas de una solución política a su difícil situación se han ido desvaneciendo”. Y agregó: “Reconozco los legítimos agravios del pueblo palestino. Pero nada puede justificar estos actos de terror y el asesinato, mutilación y secuestro de civiles. Reitero mi llamamiento al cese inmediato de estos ataques y a la liberación de todos los rehenes”.
Sus palabras generaron una enérgica y desmesurada respuesta del embajador de Israel ante Naciones Unidas, Gilad Erdan, quien escribió en X: “El Secretario General, quien se muestra comprensivo por la campaña de asesinatos en masa de niños, mujeres y ancianos, no es apto para encabezar la ONU”. Y le exigió la dimisión afirmando que “no tiene justificación ni sentido hablar con quienes muestran compasión por las más terribles atrocidades cometidas contra los ciudadanos de Israel y el pueblo judío”.
Es esta una postura intransigente del gobierno de Israel que no da lugar a disensos. Ensimismado, no escucha lo que Guterres está diciendo. Los altos cargos hacen oídos sordos, ante quienes le piden por favor que paren con los bombardeos a la población civil palestina y continúan sumando muertos a sus espaldas. No importa quienes y cuantos caigan, hay que hacer desaparecer de la faz de la tierra a Hamás. Y el que opine lo contrario, está en su contra y en contra de su derecho a la legítima defensa.
No solamente fue Antonio Guterres quien pidió escuchar al pueblo palestino sino que se sumaron otros líderes. El presidente de Francia Emmanuel Macron viajó ésta semana a Israel y Cisjordania. Éste llevó una propuesta novedosa al sugerir que la coalición internacional creada en 2014, bajo el liderazgo de Estados Unidos para combatir al grupo Estado Islámico en Siria e Irak, también pueda luchar contra Hamás.
Macron mostró su apoyo firme en la lucha contra Hamás pero, a su vez, marcó límites en Gaza para terminar con el asesinato de civiles. El presidente señaló que "Hamás debe ser combatido, pero la causa palestina debe ser escuchada". Además agregó que "Israel debe aceptar el derecho legítimo de los palestinos a un Estado, con la seguridad de Israel como primera condición”. Y por si las cosas no quedaron claras, enunció que “una vida palestina vale una vida francesa, que vale una vida israelí”.
En el mismo sentido, se ha volcado el presidente del gobierno de España Pedro Sanchez. En el debate de esta semana de la Unión Europea en Bruselas, éste insistió en el alto el fuego humanitario. Y le exigió al gobierno de Netanyahu que respete el derecho internacional. También ahondó en uno de los asuntos más espinosos del conflicto, el estatus de Palestina: “Ya no es cuestión de la solución de dos Estados, puesto que uno, Israel, ya está reconocido, quien tiene que ser reconocido es el pueblo palestino”.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, fue quien ha debido mantenerse más cauto en este conflicto. Si bien respalda plenamente a Israel, lanzó su advertencia más explícita a los líderes de ese país, diciéndoles que no se dejen “consumir” por la indignación a Hamás. Y en su viaje a Tel Aviv de hace diez días, advirtió que su país cometió errores en su respuesta a los atentados del 11 de septiembre de 2001, que Israel no debería repetir. En tanto, el Secretario de Estado Antony Blinken, expresa cada vez que puede que “es fundamental que la ayuda empiece a llegar a Gaza lo antes posible”.
Existe una misma delgada línea por la que caminan todos aquellos mandatarios que intentan mediar en el conflicto. La dificultad es impuesta por el gobierno de Israel que mantiene una muy rígida y obcecada postura. Éste no acepta medias tintas: si no estás conmigo, estás en mi contra. Y propone un blanco y negro que no existe, porque vivimos en un mundo demasiado más complejo que esto.
Ante la asamblea que preside, Guterres esbozó esta semana los lineamientos de la paz: “Sólo una paz negociada que satisfaga las legítimas aspiraciones nacionales de palestinos e israelíes por igual, una visión largamente defendida de una solución de dos Estados, en consonancia con las resoluciones de las Naciones Unidas, el derecho internacional y los acuerdos anteriores, puede aportar estabilidad a largo plazo a la población de esta tierra y de la región más amplia de Oriente Medio”.
Este sábado, un día después de que Naciones Unidas aprobara por una abrumadora mayoría un alto el fuego en la Franja de Gaza, se produjo la campaña de bombardeos israelíes más intensa desde el inicio del conflicto, que provocó el colapso de la red de comunicaciones. A lo que el Secretario desesperanzado expresó: "Me sentí alentado por lo que parecía ser un consenso creciente sobre la necesidad de al menos una pausa humanitaria en Oriente Medio. Lamentablemente, en lugar de ello me sorprendió una escalada de bombardeos sin precedentes". La solución está cada vez más lejana. Lo cual no es ninguna sorpresa.