El padre de la joven asesinada de ocho tiros en Empalme Graneros en la noche de este jueves relató que su hija le dijo antes de morir que había entregado. “Ludmila tenía dos hijos, uno de 4 años y otro de 3 meses. Hoy su nene me preguntaba por ella y me puse a llorar por no saber qué contestar. Le dije que estaba en el hospital”, explicó.
El hombre, en diálogo con De 12 a 14 (El Tres), manifestó que Ludmila Loreley Orellana, su hija, “trabajaba en un comedor comunitario, otra cosa no tenía”.
“Anoche, salió de la iglesia y me dijo que se iba hasta la casa de una vecina. Como la vecina no estaba, se fue hasta Génova y Chaco. No sé si a comprar algo o qué. Supuestamente, ahí pasaron unos tipos y le tiraron. No sé quiénes son”, indicó.
El padre de Ludmila comentó que al enterarse de la balacera que había sufrido su hija intentó ir corriendo hasta el lugar, pero no pudo por tener problemas de corazón. “Iba caminando por el medio de la calle a los gritos. Me levantó una camioneta y me llevó un muchacho. Cuando llego, ella dio nombres de personas que la hicieron ir hasta ahí”, señaló.
“Cuando la subieron a la camilla me dijo «Papi, te amo». Parecía que se estaba despidiendo”, recordó.
Además, expresó: “No sé quién fue, no sé quién los mandó. Los perdono por lo que hicieron, dejo todo en manos de dios. Yo hoy miré el coche del bebé y las zapatillas de ella. Hoy me levanté y lloré. No termino de creer lo que pasó. ¿Cómo puedo decirle al nene que la madre ya no está? A mí me quedan mis nietos. Hoy su nene me preguntó por ella y me puse a llorar por no saber qué contestar,. Le dije que estaba en el hospital”.
El fiscal Patricio Saldutti, a cargo de la causa, informó en la mañana de este viernes que el homicidio de Orellana quedó “completamente filmado” por cámaras que están en esa esquina. Aseguró que la joven mantuvo un diálogo con dos personas que estaban en una moto, quienes después le dispararon. Añadió que en la escena se secuestraron ocho vainas servidas calibre 9 milímetros y que el novio de la víctima estaba preso.
A unos 400 metros del crimen de Ludmila ocurrió un homicidio el miércoles pasado, cuando Sebastián Andrés Solohaga, de 27 años, fue acribillado mientras se encontraba dentro de su Peugeot 207, que estaba estacionado y encendido. Se presume, de acuerdo a los datos que tiene la fiscal Marisol Fabbro, que fueron dos las armas usadas por sicarios, ya que en la escena había vainas servidas calibre 45 y 9 milímetros.