"No quisieron hacer una oferta mejor, fue una decisión política”, dice un dirigente que participa de la paritaria del sector público provincial cuando se refiere al abrumador rechazo a la oferta salarial que hizo el gobierno. "Casi un conflicto provocado”, dice, poniéndose en provocador él. En algo hay que darle la razón a este gremialista: es desconcertante que un gobierno que lleva tres años de gestión, con cuentas en orden y situación económica y financiera más que holgada, ofrezca una actualización de sueldos que no aceptó ni uno solo de todos los gremios, que rechazó el 97,7% de los docentes y que tuvo que retirarla antes de presentársela a ATE y UPCN. No hay antecedentes de ese nivel de rechazo.

El gobierno deberá negociar de nuevo, probablemente adelantando y reforzando el primer tramo de aumento, pero está claro que las clases no comenzarán en tiempo y forma. Echar la culpa a los maestros no es la mejor idea ni resulta verosímil con semejante resultado de rechazo. No porque no sea pertinente debatir por qué hace una década que el ciclo lectivo en Santa Fe se inicia con paros, sino porque hacerlo en este contexto no tendría otro objetivo que desgastar la posición gremial en el conflicto.

Ni el gobernador ni el ministro de Economía, Walter Agosto, son improvisados en el manejo de números. Caben dos posibilidades. O el gobierno no tiene un registro adecuado de lo que está pasando con el bolsillo de los trabajadores y sectores medios asalariados; o se está sacrificando en la mesa de negociación el inicio de clases y los 180 días escolares que tanto declama el Ministerio de Educación a cambio del ahorro de unos millones que no harán la diferencia ni al final del año ni del gobierno. En el gobierno de los contadores, “nada de esto es un error”, como dijo un hombre del oficialismo parafraseando la pegadiza letra de Coti Sorokin.

El viernes hubo una reunión muy trascendente en la sede Rosario de la Corte provincial. La convocó el presidente del máximo tribunaL, Daniel Erbetta. Participaron su par Roberto Falistocco, el fiscal general Jorge Baclini, el ministro de Seguridad, Claudio Brilloni, y funcionarios de las agencias que investigan homicidios. Una reunión para coordinar acciones y recursos para las investigaciones. Elemental Watson…, pero es novedad porque antes no se daba. Brilloni participó porque es ministro. Hace tres semanas, cuando no lo era, no le hubieran permitido sentarse en ese ámbito y con esos protagonistas. En ámbitos políticos y judiciales se dice que el gendarme retirado consiguió que haya un cambio en la mirada de la autoridad política sobre la necesidad de articular con la Justicia, la ciudad y el MPA. “¿Llegaremos a algo concreto? No lo sé, pero con los otros tres ministros (de Seguridad) era utópico pensar en estas instancias”, dijo una fuente del palo judicial, satisfecho de que una autoridad política se siente a coordinar, escuchar y proponer.


Rosario y las presidenciales

 

Con 52 homicidios en 56 días de 2023 y récord histórico de crímenes en 2022, el país hablará de Santa Fe y la seguridad como nunca antes lo hizo en una campaña presidencial. Todos los candidatos presidenciales incluirán referencias y propuestas en sus plataformas. El país está atento a lo que ocurre en esta región, pero además sospecha que puede ser la precuela de la película que les espera.

Es el tema del que eligió hablar María Eugenia Vidal en su paso por la ciudad, recién empoderada por Macri. Se diferenció de Patricia Bullrich, que hace rato bate el parche con propuestas como “cambiar la ley para traer el Ejército a Rosario”. La ex gobernadora de Buenos Aires y ahora diputada nacional por CABA le reescribió el libreto: el Ejército sí, pero para atajar a las organizaciones en la frontera, y en las calles fuerzas de seguridad federales. Terció Horacio Rodríguez Larreta, con el traje de precandidato presidencial antigrieta recién estrenado: evaluar una policía de Rosario, más efectivos y traer el modelo de seguridad de Ciudad de Buenos Aires, dijo en esta entrevista con Rosario3.

Juntos por el Cambio se mueve al ritmo de la feroz interna del PRO: Larreta vs Bullrich, con Macri jugando al misterio pero metiendo ruido al empujar a Vidal. Los radicales están dedicados full time a asegurar o conquistar poder en sus provincias, mientras los referentes del PRO montan disputas por la liga mayor con repercusión e impacto.

Todos con todos

 

Cuando esos candidatos de alto impacto mediático salen de Buenos Aires, comienza un juego de ayuda mutua con los radicales. En Santa Fe el que mejor atiende ese juego es Maximiliano Pullaro. Como precandidato a gobernador y aspirante a conquistar votantes de Juntos por el Cambio, despliega relaciones fronteras afuera de la UCR. Este viernes acompañó un tramo de la visita de Vidal, como antes lo hizo con Bullrich y con Larreta. Es un circuito que le suma tanto a los visitantes como al propio Pullaro. Todavía no es momento de definiciones, sino de mostrarse en distintos nichos electorales y darse a conocer. Casi como las colaboraciones entre artistas de distintos sellos musicales para penetrar nuevos públicos.

Pullaro repite ese esquema hacia abajo, pero al revés. Visitas a intendentes y presidentes comunales que también reciben a otros que aspiran a la gobernación. Esos jefes políticos locales, sean radicales, socialistas, o los pocos que hay del PRO, ofician de presentadores y quieren recibir a todos, porque en sus localidades enfrentan escenarios electorales simplicados: el peronismo por un lado y el resto por el otro. Toda visita suma.

Bajo esas reglas también recorre la provincia la socialista Clara García. En la última semana se reunió con el senador nacional de JxC Dionisio Scarpín, el senador provincial de la UCR Orfilio Marcón y jefes comunales del norte santafesino. Los intendentes de Vera Paula Mitre, referenciada en Creo de Pablo Javkin; Leonel Chiarella de Venado Tuerto (radical) y Gonzalo Toselli de Sunchales (GEN). La diputada despliega toda su energia y devora kilometros de rutas con el objetivo de ser candidata a gobernadora. De aca abril jugaran diferentes variables, como el desenvolvimiento del frente de frentes, lo que definan otros potenciales aspirantes como Pablo Javkin y Carolina Losada, y fundamentalmente lo que resuelva el congreso partidario del socialismo, que se realizará en la segunda quincena de abril. .

No se trata sólo del juego partidario. Al socialismo le toca defender con uñas y dientes los gobiernos locales, hoy por hoy su principal capital político, con especial hincapié con las intendencias de Santa Fe que lidera Emilio Jatón y de Villa Gobernador Gálvez con Alberto Ricci. Ambos van a la reelección, y con razón le exigen al conjunto del socialismo que cualquier política de alianzas dentro del frente de frentes contemplen las realidades locales, para no ponerlas en riesgo, en especial la capital provincial.

Otro tanto ocurre con Rosario. Aunque ya no gobierna un socialista, el PS es parte de la gestión de Pablo Javkin, con unos sectores más compenetrados y otros menos. Más allá de las legítimas aspiraciones a retomar el control del Palacio de los Leones, las distintas corrientes internas asumen que su peor escenario sería perder la ciudad, ya no en manos de un aliado sino del peronismo.

Un santafesino en la Rosada

 

En pocos días Agustín Rossi hizo gestos y tomó medidas concretas que remedian en parte la desatención histórica del Estado nacional para con la principal problemática de Rosario y la región. Se firmó el decreto que permite habilitar una delegación de Unidad de Información Financiera en Rosario (el organismo encargado del análisis, tratamiento y transmisión de información para prevenir e impedir el lavado de activos) y de inmediato la resolución que la crea.

Esa medida se concreta gracias a la llegada de Rossi, pero para tomar dimensión de la falta de involucramiento del Estado nacional, cabe recordar que ocurre ocho años después que la ciudad sancionara la primera ordenanza sobre lavado de activos, cuando los homicidios y los narcos en Rosario ya eran noticia en el país. Más aún, en 2022 aquella ordenanza mutó a la creación de una agencia municipal antilavado de activos, que lejos de tener los atributos legales de la UIF al menos fue una forma vernácula de suplir su ausencia

Rossi como jefe de Gabinete también ayudó a apaciguar el clima beligerante entre la Casa Rosada y la Casa Gris. Incluso tendió una mano hacia su adversario político, el gobernador Perotti, al proponer “un gran acuerdo entre los partidos democráticos de Santa Fe para que la seguridad no sea una variable de la disputa política electoral”. En una campaña electoral todos los asuntos públicos están sometidos a debate y a la puja por votos. Hay que leer la propuesta de Rossi como la pretensión de enmarcar ese debate dentro de un tono menos perjudicial para un oficialismo santafesino que claramente pagará costos por haber fracasado en su principal promesa de campaña.

Asumido ese pasivo, el peronismo necesita equilibrar el tablero y que la oposición pague costos por el pasado. “Nadie en su sano juicio puede pensar que esto comenzó en 2019”, dijo Rossi, que repite a quien le pregunte:" La situación de Rosario no da para peleas". Levanta así una primera línea de defensa del oficialismo en general, pero también como parte interesada en el futuro y el riesgo de volver a perder la provincia. La Corriente, su sector, tiene lanzado a Leandro Busatto como precandidato a gobernador y a Roberto Sukerman a la intendencia de Rosario. Días atrás acordó con el ex concejal y docente universitario Juan Gianni la candidatura para el Palacio Vasallo.

Sin embargo nada es tan relevante como las turbulencias de las que Rossi debe ocuparse a nivel nacional. Es ministro de un gobierno para el que la posibilidad de la reelección es una herramienta para conservar poder hoy, más que un proyecto a futuro. Es la última línea defensiva del presidente. Poco a poco el cristinismo le desgastó ministros, le conquistó espacios de gobierno y lo forzó a entregar el control de la economía. Si cancelara sus chances de reelección ahora, el gobierno quedaría sometido a los tiempos, urgencias y demandas de los precandidatos presidenciales. Si la candidatura de Alberto es una ficción a plazo fijo, como sostienen algunos en el Frente de Todos, por lo menos es una ficción que le permite ganar tiempo.

Mientras tanto, Daniel Scioli confirmó que quiere la revancha de 2015. ¿El embajador en Brasil será el candidato de la Casa Rosada?

También Sergio Massa compra tiempo. Si la mesa política del Frente de Todos funciona, en el sentido de contener a las partes y apuntalar aquello de “unidad en la diversidad”, el ministro de Economía gana en tranquilidad, estabilidad y menor incertidumbre. De eso se trata el armado de una comisión, para que vaya a convencer a Cristina y que ésta se tome el tiempo para decidir.

Pero todo es precario en el universo frentetodista, como lo demuestra el quiebre del oficialismo en el Senado de la Nación, en las narices de la propia Cristina pero con reproches al presidente. La mudanza de bloque de cuatro senadores implica que de ahora el oficialismo deberá negociar el quórum que antes tenía asegurado. Por lo demás, la movida abre demasiados interrogantes, entre otras cosas porque los que se fueron, se fueron del bloque, pero ninguno terminó de sacar los pies del plato del Frente de Todos. Por lo tanto habrá que ver tema por tema. Más allá de los cuestionamientos políticos, que los hay, los que se alejaron parecen haberlo hecho para reposicionarse y que la Casa Rosada atienda sus demandas, más que para sumarse al proyecto presidencial del cordobés Juan Schiaretti, como sus colaboradores se apresuraron a vender.