A pesar de las turbulencias de los últimos días, Argentina es uno de los candidatos en Qatar. Quizás detrás de Brasil y Francia, pero con proyección de un gran protagonismo en un Mundial que además tiene, en la previa, a varias selecciones potencialmente competitivas: Bélgica, Inglaterra, Países Bajos, España, Alemania, Croacia…
No es la primera vez que el equipo albiceleste parte como favorito, pero, curiosamente, las dos veces que se coronó no estaba en los cálculos de casi nadie a pesar de ser local en una de ellas. Argentina no arrancó como candidata ni en Argentina 78 ni en México 86.
Sí se postulaba al título, casi de manera excluyente, en Corea-Japón 2002. También estaba en los planes para llegar a la última semana en España 82, Italia 90 (de hecho jugó la final), Estados Unidos 94, Sudáfrica 2010, Brasil 2014 (con un fixture llamativamente accesible, perdió el partido definitivo) y hasta Rusia 2018.
Pero hay una gran diferencia esta vez. Los resultados marcarán si el detalle es preponderante o queda apenas en una anécdota.
Nunca una selección argentina llegó tan bien encaminada al Mundial, con un presente ideal y con un grupo de jugadores que parece invulnerable sobre todo después de la salida de algunos de ellos por lesiones que los marginaron de la competencia. Ni siquiera en 2002.
Hubo polémicas en todas las convocatorias, aquí no.
La única nota discordante, se insiste, hasta aquí fueron las lesiones de Gio Lo Celso, Nico González y Joaquín Correa, que derivó en las convocatorias de último momento de Angelito Correa y Thiago Almada.
La nómina que eligió Menotti para el 78, por ejemplo, tuvo muchas críticas que se apagaron con el título. Pero las ausencias de Maradona, Pernía, Jota Jota López, o Brindisi, entre otros, más la intempestiva incorporación de Alonso, fueron materia de polémicas hasta bien entrado el torneo.
Ni hablar de México 86. Hasta el presidente Alfonsín pretendió interceder para que Bilardo quede al margen de la Copa del Mundo azteca. Aquella vez, una de las grandes polémicas fue la ausencia en la convocatoria de Ramón Díaz.
En 2002, a pesar de llegar como gran candidato, Bielsa fue esperado por los detractores por la no convocatoria de Juan Román Riquelme. Y a partir de los sorprendentes resultados (también injustos), el Loco fue sometido al escarnio de manera despiadada.
En realidad, fue un fracaso impactante que trascendió largamente la discusión sobre la presencia o ausencia del mejor futbolista de la historia de Boca.
Scaloni es un técnico buenísimo; está convencido y no mira lo que dicen los demás
Pero para esta ocasión, casi todo parece armonioso: el clima interno, la clara presencia de un líder nunca tan positivo como ahora, el encolumnamiento detrás de esa figura, el momento futbolístico por las nubes, subido a esa jerarquía por los resultados en la Copa América y en la Finalissima.
“Scaloni tuvo siempre una personalidad muy especial. Es un técnico buenísimo. Lo mejor que tiene es la comunicación y cómo manejó al grupo. Apostó por elegir jugadores que él pensaba que iba a ser lo mejor para la selección. Está convencido y no mira lo que dicen los demás. La manera de tratar al jugador hace que el grupo sea lo que es hoy”, dijo Leo Messi en una entrevista con el campeón del mundo Jorge Valdano.
Fortísima banca del jugador más importante e influyente del plantel para un conductor que arrancó envuelto en un halo de desconfianza y crítica porque fue el único que se quedó del ciclo anterior y de a poco fue construyendo una carrera que no tenía nada de experiencia y hoy parece un entrenador de mil batallas.
A pesar de los sofocones, todo parece ir sobre ruedas, sólo faltan los resultados, que muchas veces potencian los méritos y las virtudes y otras veces los oprimen despiadadamente.
Será cuestión de apostar a la máxima de Scaloni.
“Los mundiales los ganan los equipos cautos e inteligentes… Los que saben cuándo atacar y cuándo defender. Raramente gana un equipo que avasalla, que está siempre en campo contrario”.