Tantas veces se ilusionó el hincha rojinegro con la llegada de Lionel Messi al Parque, que no era descabellado imaginarlo ahora que el crack rosarino se quedó con el pase en su poder tras la inesperada salida del Barcelona. Casi que en este caso era una obligación. O lo es, si es que algunos leprosos todavía mantienen vivo el sueño a pesar de que todos los caminos conduzcan a París. La diferencia con las anteriores ilusiones es que hoy el mejor futbolista del planeta, el que surgió de Malvinas y repitió hasta el cansancio que es fanático de la Lepra, tiene poder de decisión sobre su futuro inmediato.
Es campeón de América, campeón con su país, lo que tanto anhelaba. Antes de levantar la copa en el Maracaná, sentenció que cambiaría varios de los títulos que ganó en sus 17 años en Barcelona por una vuelta olímpica con la celeste y blanca. Ese objetivo está cumplido. Se quitó de encima la pesada mochila. Su cabeza se despejó y se notó en las fotos de sus vacaciones en familia y con amigos.
¿Y ahora? El futuro de Lio es incierto, aunque los jeques del PSG ya andan diciendo sin reservas -como todo lo que hacen por la opulencia de sus millones- que está “todo arreglado” para que el mejor jugador del mundo se sume al firmamento lleno de estrellas que ya integran Neymar, Mbappé, Di María, Sergio Ramos, Verratti, Donnarumma, Rafinha, Draxler, Wijnaldum, Paredes, Kurzawa, Icardi. En fin; una selección nunca vista en la historia del fútbol.
Está claro que hay un montón de condicionantes deportivos y extra futbolísticos. Pero el muchacho treintañero que hizo sus primeras gambetas en Grandoli podría decir algo así como “me voy a mi querida Rosario, al menos hasta fin de año y me doy un gustito de jugar un tiempo con la camiseta que usó también Maradona”.
Sí, Diego, a quien él mismo le hizo un homenaje emotivo, inesperado y original el 29 de noviembre de 2020 cuando convirtió el cuarto gol frente al Osasuna y después de saludar a sus compañeros, se quitó la casaca blaugrana y dejó ver la rojinegra, la que uso Diego Armando en su paso por la institución allá por el 93 y revolucionó con ese gesto a todo el mundo leproso.
El tributo al Dios del fútbol podría haber sido igual de simbólico si se hubiera puesto la camiseta del Mundial 86, o la del Nápoli. Pero no, eligió la de la Lepra, y en ese gesto quedó demostrado lo que Lio siente por Newell's.
A más de un simpatizante se le escapó un lagrimón, le explotó el corazón. Es que Messi daba, televisado para todo el planeta, un mensaje muy significativo, que seguramente venía meditando desde el momento en que se enteró de la muerte de Diego, cuatro días antes.
La bomba nuclear que explotó -siempre en términos deportivos, por supuesto- con su salida de Barcelona, renovó las esperanzas en el Parque Independencia y los hinchas de Newell's aguardaron infructuosamente (por lo menos hasta este domingo en que habló en conferencia de prensa) un guiño al club de sus amores. Y las ilusiones no hay que reprimirlas.
Los directivos de Newell's, que ya tienen el aval de la AFA y de la Liga Profesional, deberían inscribirlo
El PSG, el Inter de Miami, el Chelsea, quieren contratarlo y tienen lo más importante: el dinero y la infraestructura. Newells no puede ni sentarse a planificar como pagaría un contrato a la altura de una estrella tan importante. Por eso en esta cuestión no debería hablarse de capital, si no de amor por un club, de desafío personal, de salir de la zona de confort para ir a la aventura del fútbol argentino.
Este es (o era) el momento exacto cuando solo depende de él. Los directivos de Newell's, que ya tienen el aval de la AFA y de la Liga Profesional, deberían inscribirlo. Anotarlo por las dudas para lograr un inusitado golpe de efecto y gastando el más preciado deseo de que los planetas se alineen y que la Pulga decida darse un gustito personal y quiera venir un tiempito.
Hoy depende de Lio. No hay contrato, no hay firma, no tiene club (al menos eso dijo este domingo en la conferencia). El colegio Newells, por si acaso, hizo lo que no se animó la dirigencia: reservó unos bancos para Thiago, Mateo y Ciro.