Una interesantísima teoría de las apariencias y los simulacros irrumpe de lleno en la serie Merlí, al promediar la segunda temporada. Accesible a través de una plataforma de streaming digital, la serie catalana protagonizada por Francesc Orell acerca la filosofía a través de la mirada de un profesor que elige el tortuoso camino de enseñar a sus alumnos a no confiar en las apariencias ni el orden preestablecido, en el contradictorio camino de filosofar.
Bien útiles, por básico que resulte un acercamiento televisivo a filosofar, pueden ser algunas de las teorías cuando se trata de interpretar una realidad que nos deja perplejos una y otra vez. Y para colmo, con una frecuencia cada vez más apabullante. Y resulta difícil desentrañar el montaje con anticipación. Cuando nos damos cuenta lo que pasa, ya es tarde.
Esta semana, el culebrón político llegó de la mano de la delicada situación económica, en medio de una fuerte devaluación que amenaza con arrasar con lo poco que queda de bolsillo. En el Concejo municipal, en el tramo final de una sesión de pocas luces, como describe la crónica que publicó Rosario3.com este viernes, los concejales Roy López Molina y Juan Monteverde se cruzaron feo.
Todo arrancó cuando el edil de Ciudad Futura, Monteverde, pidió la palabra para hacer mención a la fuerte devaluación y el representante de Cambiemos se retiró del recinto por los términos en que su colega hacía la crítica. Lo de Monteverde fue elocuente y descarnado: advirtió que iba a salirse de protocolo y usar palabras poco adecuadas. “Estamos en un día donde todo se va a la mierda y no hay otra forma de expresarlo”. Cuando el presidente del Concejo, Alejandro Roselló (PRO) le advirtió por el vocabulario, el edil de Ciudad Futura le respondió: “Es mucho más grave lo que ustedes están haciendo, que una palabra fuera de lugar”.
“Estamos asistiendo a una de las devaluaciones mas brutales y me parece que no podemos terminar una sesión como si nada pasara. Desde la política tenemos que dar una respuesta”, dijo Juan Monteverde y acusó a su colega de Cambiemos Roy López Molina de estar “sentado con el celular mientras cobra una fortuna por mes”.
“¿Podés dejar de usar el teléfono porque hay un montón de gente que la está pasando mal Roy López?”, cuestionó Monteverde. Molina se retiró del recinto y eso generó más críticas del representante de Ciudad Futura quien terminó la alocución pidiéndole que se quede: “Ganan 90 mil pesos por mes, Rodrigo López Molina. Vení y da la cara. 90 lucas, la gente se está cagando de hambre, rata”. Él también gana 90 mil pesos. O 90 lucas. Los dona? Sí, el 70%, según el mismo precisó, van a parar al proyecto de autogestión que sirve para financiar el espacio político de Ciudad Futura. Con la plata de todos, en parte, se financia un espacio político partidario. A no rasgarse las vestiduras: todas las otras fuerzas hacen lo mismo, llámese kirchnerismo, Cambiemos o el Frente Progresista, aunque no lo hagan explícito como Monteverde, Caren Tepp o Pedro Salinas.
Luego añadió: “Si Roy López Molina no me quiere contestar a mí porque no valgo lo que él vale y lo que valen sus zapatos, por lo menos que le conteste a la gente”. Trascartón, ante la pasividad absoluta de los representantes del oficialismo, léase Frente Progresista Cívico y Social, aseguró: "Cuando la gente venga a prender fuego todo, yo voy a estar con la nafta”. Silencio absoluto después. Llama la atención que ninguno de los integrantes del partido que gobierna esta ciudad haya salido en defensa de la misma. Lo que sucede es que el silencio es parte de la estrategia más atrevida.  .
En Merlí, el protagonista de la serie les habla a los alumnos de la vanguardia francesa encabezada por Guy Debord, La Internacional Situacionista. Ese grupo de pensadores elaboró la idea del consumismo capitalista como un modelo de control social. Una “sociedad del espectáculo”, donde se consumen imágenes. Que apacigua a los ciudadanos por medio de la creación de un mundo de imágenes hipnóticas y formas estupefacientes de entretenimiento.”
La dirigencia de estos días parece moldeada en esa teoría llena de simulacros entretenedores. En primer lugar, el Concejo municipal tiene una mirada y un alcance que bien lo indica su nombre, es municipal. No se digital ni se imparten leyes de alcance nacional. Salvo que alguien se haya perdido, no tiene sentido achacar a los concejales de Cambiemos el daño que sufrimos todos por la devaluación brutal. Tampoco tuvo sentido que esos mismos concejales, que se ofendieron y retiraron, hayan gastado dinero en la compra de cuadernos Gloria para enrostrar al kirchnerismo días atrás, la causa de los cuadernos de la corrupción del chofer Oscar Centeno, que involucra a decenas de empresarios y ex funcionarios kirchneristas. Tampoco lo tuvo el pedido de remoción del busto de Néstor Kirchner de las Cuatro Plazas de Barrio Belgrano, que hizo que el Concejo se convirtiera en un set de televisión en el que la concejala Norma López mostrara una remera con una foto del ex presidente en la que podía leerse “Aguante”. Nada de esto tiene sentido fuera de un programa de televisión. Mucho menos en un recinto destinado a sancionar leyes de alcance local.
En el que se invirtieron sumas millonarias para que sea una legislatura municipal de las más modernas de latinoamérica.
Lo de la sociedad del espectáculo no es una idea novedosa. Y probablemente no describa bien el papel que desempeñan los oportunos silencios. Cuando se desencadenó la polémica por los cuadernos, el oficialismo en el Concejo hizo silencio. Cuando desde Cambiemos pidieron la remoción del busto de Néstor, hicieron silencio. Y cuando llegó el momento de votar si colocarlo o no, votaron con el kirchnerismo. Y por último, cuando la intendenta municipal, Mónica Fein, visitó De12a14 y el periodista Sergio Roulier le preguntó por la devaluación, el lanzamiento del nuevo sistema de transporte y la devaluación, íntimamente vinculada al resultado final de la tarifa, no dio precisioones. Pero el viernes por la tarde, en una vieja estrategia de mostrar cuando todos miran a otro lado, blanqueó que el nuevo estudio de costos del transporte resultaría en una suba del boleto.
Luces, sombras y silencios cómodos e incómodos. Montaje televisivo. Citar a Giovanni Sartori, el inventor del concepto de tele-política o gobierno para lo que se ve en televisión, sería más que trillado. Sería obvio. Como debiera ser ponerse en situación de representante eligiendo los momentos para montar los espectáculos: no siempre es oportuno tensar la cuerda y más cuando hay angustia. Más cuando amenaza la sombra del hambre, que es el mal que hace tambalear el orden institucional. En esos momentos es mejor escuchar la voz de la responsabilidad que caer en la tentación del espectáculo.
A menos que estemos peor. Como escribió alguna vez Jean Baudrillard, la sociedad del espectáculo no es divisible como Guy Debord la entendía. Para Baudrillard, realidad e imagen, falso y verdadero, se confunden de manera endémica en el mundo hiperreal de la simulación.
Un mundo que no cesa de echarle nafta al fuego.