Hace 21 años exactamente la Argentina era un país quebrado institucionalmente que nadaba en la bronca y el “que se vayan todos”. Ni en esa Rosario de 2001 se vieron imágenes de gente tirando abajo la histórica puerta de la Intendencia o copando el Concejo Municipal como las del jueves pasado.
Los rosarinos son espectadores estupefactos de la autoprofecía que dice que no hay que atemperar la capacidad de asombro porque algo nuevo volverá a sorprendernos mañana. El lunes fue un hombre que se bajó de un auto y disparó contra el predio de Televisión Litoral. Y el jueves la capacidad de asombro la desbordó un grupo de manifestantes portuarios que ocupó el Concejo y vandalizó la Intendencia. Esta vez fue a plena luz del día y ante la impasible mirada de la Policía que siguió los acontecimientos de brazos cruzados. Todo es posible en la ciudad dejada a su suerte.
La deducción se cae de madura: si es tan fácil con el edificio institucional donde reside el poder político de la ciudad, qué deberían esperar vecinos, comerciantes y empresarios expuestos a extorsiones y balaceras.
Un artículo de Damián Schwarstein publicado el viernes en Rosario3 describe con precisión el entramado de violencia gestado al calor del justo reclamo que hace semanas llevan adelante los estibadores del puerto. La hipótesis de la interna sindical, la sospechosa presencia del referente de Apropol (gremio policial no reconocido) en las inmediaciones de la Municipalidad y la inacción policial son contadas con información de primera mano en esta lectura que recomendamos.
Ahora bien, si el conflicto portuario llegó a ese extremo de violencia, es porque fracasaron todos los resortes político-institucionales que debieron evitarlo. Desde ya en materia de seguridad, pero también falló la gestión del conflicto laboral, que no comenzó el jueves sino mucho antes. De hecho los portuarios cortaron el Acceso Sur por primera vez el 6 de diciembre.
Nadie dice que sea fácil contener un conflicto en el que claramente los trabajadores están siendo usados por una empresa que los tira a la calle para cubrirse de sus incumplimientos contractuales como concesionaria del puerto. Eso hace que se dificulte encontrar una salida rápida y razonable, pero en el mientras tanto el Ministerio de Trabajo es el que lleva el día a día, conoce los protagonistas y sus entornos, detecta las potenciales internas de accionistas y en la organización gremial. En definitiva, el termostato que mide la temperatura del conflicto falló o fue burlado.
A esa primera falla se le suma el abandono y falta de toda conducción sobre la policía provincial (no intervinieron fuerzas federales). Esto no es una apreciación subjetiva, sino una confesión del fiscal de flagrancia Carlos Covani, que en su afán por cubrirse de las derivaciones del caso involuntariamente expuso la ausencia de interlocutores políticos. Contó que mantuvo diálogo permanente “con la policía” desde el primer corte del Acceso Sur y dio a entender que los interlocutores lo boludeaban a la hora de cumplir sus órdenes. Un día que eran pocos, otro que no tenían escudos y cascos, otro que el diálogo ya se estaba encausando y no valía la pena intervenir.
Lo que el representante fiscal está diciendo es que él hizo el trabajo burocrático, emitió las órdenes y a partir de ahí pasó a ser problema de otro. Pero también está diciendo que un conflicto gremial que involucra cientos de fuentes de trabajo, cargas de exportación, barcos mercantes y el corte de uno de los accesos viales más importantes de la ciudad era manejado por la policía. Cero gestión política según su versión.
En ese contexto brillan por su ausencia las autoridades de Seguridad. El ministro no habla y el gobernador, interrogado en Santa Fe por la prensa, comentó que lo ocurrido “es inaceptable; ojalá y deseo que en esto la intervención de la Justicia marque un límite a esta manera de accionar, desmedida y desmesurada”.
El mandatario necesita hacer cambios urgentes. En primer lugar hacerse instalar en su celular la aplicación que le permite ver en tiempo real la cantidad de patrulleros que hay en la calle para evitar que le sigan dando números que no son ciertos. Y segundo resolver la situación del Ministerio de Seguridad, porque el recambio de funcionarios y la interna permanente solo profundiza el autogobierno policial, con inacción como regla general ante la dispersión de la cadena de mando y de respaldos.
El intendente Pablo Javkin dijo que la policía además de no intervenir para evitar los daños, ni siquiera procedió con identificaciones y registros de los hechos.
Javkin tiene claro que el problema de fondo no es de la policía sino el vacío de conducción política. Es cierto que nadie podría reprocharle que no haya reclamado y protestado. Pero el tiempo pasa, la situación se agrava y la tolerancia de la ciudad es desafiada semana tras semana. ¿Hasta cuándo podrá hacer equilibrio para cuidar la relación institucional que construyó con el gobernador?
Bienvenidos a 2023
El año termina con novedades políticas relevantes. La más trascendente es que por primera vez radicales, socialistas, el PRO y Creo, el partido del intendente Javkin, explicitaron juntos la voluntad política de armar un frente no peronista en Santa Fe.
Con este paso dado el viernes se acabó el misterio. El frente ampliado santafesino es voluntad de los cuatro partidos principales y de casi todas las partes que los integran. Ahora les espera una tarea ciclópea para contener los múltiples intereses de sectores y dirigentes, así como cuidar que factores externos e internos no desestabilicen la paz entre los futuros socios.
El punto de mayor fricción está dado entre el sector de Federico Angelini, que se quedó con el sello del PRO en Santa Fe, por un lado, y el socialismo y Javkin por el otro. Los primeros presionan por alinear el futuro frente con Juntos por el Cambio para que tribute a un triunfo nacional , mientras los segundos insisten en una oferta electoral provincial y autónoma de lo nacional.
Hay demasiadas piezas que encastrar. El PRO tiene dirigentes dispersos por todas las carpas radicales. El socialismo finalmente acordó dar luz verde al armado del frente ampliado. Fue un primer acuerdo general, que no resuelve las diferencias sobre la estrategia a seguir una vez adentro.
Esa diferencia de criterios quedó a la vista en el voto dividido de las concejalas del socialismo con respecto a la ordenanza que autoriza excepciones para la construcción de una torre de 200 metros en Puerto Norte. Seguramente influyeron interpretaciones disímiles sobre la conveniencia del proyecto y sus alcances, pero sobre todo refleja el posicionamiento de las corrientes internas del PS en relación al vínculo con el intendente Pablo Javkin de cara a 2023.
La concejala Susana Rueda, que votó a favor del proyecto del Ejecutivo, es la referente de Fuerza de Territorio, que junto con el sector del ex gobernador Antonio Bonfatti apuestan a una propuesta integrada en 2023 con el intendente Pablo Javkin, al que ven como el elector que mejor representa el progresismo por fuera del socialismo. En tanto Verónica Irizar y Mónica Ferrero se diferenciaron con abstención a la hora de votar. Ambas reportan en el sector de la conducción del partido, que se inclina por competir con candidatos propios en todas las categorías para mantener identidad y fidelizar electores.
Esa votación también llevó problemas al interior del interbloque del Frente de Todos y los siete concejales terminaron en tres posiciones diferentes. Se abstuvieron Silvana Teisa y Fernanda Gigliani (Iniciativa Popular), Norma López votó en contra, mientras que Lisandro Cavatorta, la camporista Marina Magnani y la perottista Julia Irigoitía lo hicieron a favor.
Surgieron otras novedades políticas en torno al encuentro sobre biotecnología como eje de desarrollo que organizó la fundación Fundar en Rosario con las presencias de Facundo Manes, Martín Lousteau, el gobernador Pertotti, el intendente Javkin y el ministro del Interior Wado de Pedro. Cada uno desde su pertenencia e historia exaltó la necesidad de salir de la grieta y coincidieron en que el problema de la argentina es que el sistema político está trabado en un punto que no le permite avanzar en ningún sentido.
Por fuera de la actividad Martín Losteau llegó el miércoles a la ciudad. Tuvo mucha agenda con Maximiliano Pullaro, cuyo sector tomó el nombre Evolución del espacio que lidera Losteau, aliado de Horacio Rodríguez Larreta. Una semana antes, Pullaro se paseó por la provincia con Patricia Bullrich, con quien saldaron rispideces y se tiraron flores por los tiempos compartidos como ministros de Seguridad, ella de Macri y él de Lifschitz. Ese renovado vínculo está influenciado por el progresivo acercamiento entre Pullaro y el diputado nacional Federico Angelini, que a su vez es el referente de Bullrich en Santa Fe. Pullaro por ahora pone huevos en todas las canastas de Juntos por el Cambio. Y al revés lo mismo: los referentes nacionales de JxC ven que es el único precandidato a gobernador lanzado y con estructura territorial, así que también les interesa tenerlo cerca para cuando llegue la hora de las definiciones.
Wado De Pedro (que con Jorge Capitanich y Axel Kicillof saltan a escena al renunciar Cristina a ser candidata) también aprovechó la visita para hacer política. Acompañado por el diputado nacional Marcos Cleri visitó el tambo La Resistencia de Ciudad Futura (es hijo de tamberos), donde Caren Tepp y Juan Monteverde le hicieron conocer el emprendimiento que terminó siendo la punta de lanza del proyecto de urbanización que ponen en marcha junto con Nación, provincia y Municipalidad a través del fondo del Registro Nacional de Barrios Populares (Renabap).
El referente nacional de Ciudad Futura es Juan Grabois, que en los últimos tiempos compartió asambleas en distintas partes del país con De Pedro y Ciudad Futura estuvo en algunas. Por eso la visita al tambo debe leerse también en clave de los armados de 2023. En palabras de una fuente vinculada al gobierno nacional, lo que se está jugando es “de la mano de quién entra Ciudad Futura al peronismo”. Una primera aclaración es que CF no quiere entrar al peronismo, pero sí constituir un frente electoral en Rosario en el que Juan Monteverde compita en las Paso con los precandidatos del PJ por la Intendencia.
Hasta aquí Ciudad Futura mantiene diálogo con el Movimiento Evita, y de hecho el dirigente Gerardo Rico dijo semanas atrás que irán en alianza y apoyarían al candidato a intendente de esa agrupación. Pero sabido es que el Evita y La Cámpora mantienen una guerra táctica por el territorio y los movimientos sociales. A juzgar por la movida del ministro del Interior, La Cámpora se dispone a dar pelea, dicen, con Grabois como aliado. Mientras tanto Ciudad Futura intenta mantenerse al margen de las internas entre evitistas y camporistas, conservar diálogo y ser prenda de paz en Rosario.