Maximiliano Pullaro le puso la mano sobre el antebrazo a Axel Kicillof y delante de las cámaras le dijo que le agradecía profundamente y que nunca olvidará la solidaridad que tuvo al prestarle a Santa Fe 80 móviles policiales en marzo pasado. Luego celebró los convenios de cooperación que estaban firmando en materia de seguridad entre ambas provincias. “En las cuestiones de fondo no hay banderías políticas que nos separen”, dijo.

El encuentro entre Pullaro y Kicillof fue un manifiesto antigrieta de la generación sub-50 que está asumiendo las riendas del país, a pesar de ser dirigentes que tienen posicionamientos políticos diferentes, por ejemplo con respecto a la ley Bases que discute el Congreso. Kicillof cree que hay frenarla y Pullaro entiende que hay que mejorarla y sacarla para que el gobierno arranque de una vez. Sin embargo, eso no les impide acordar en seguridad, donde hay necesidades comunes y cooperación.

La idea de la conferencia de prensa conjunta que protagonizaron el viernes era un arma de doble filo para el santafesino, porque se leería en clave política y surgirían preguntas sobre los temas en los que tienen miradas diferenciadas. 

“Todo podría haberse circunscripto a la firma del convenio ante un fotógrafo oficial, sin prensa. Pero Maxi, que tenía más para perder que para ganar al ponerle la alfombra roja a Axel, quería agradecerle en Santa Fe lo que hizo cuando no teníamos quién nos vendiera patrulleros”, explican cerca del gobernador. “Eso fue invalorable”, insisten. Pullaro le reconoció a Kicillof que pagó costos políticos por ese socorro: “Escuché gente de mi propia coalición que lo criticó por prestarnos los vehículos”.

Los temores en la Casa Gris eran más que fundados. El sector duro del antikirchnerismo santafesino no quiere ver a su gobernador junto a Kicillof ni aunque le expliquen mil veces que cooperan en seguridad y que “el petiso” fue de fierro en las malas. 

El otro riesgo era el presidente. Si hay alguien que cava la grieta a más no poder es el Milei. Desde España fustigó a Pullaro y al chubutense Ignacio Torres, que recibió a Kicillof dos días antes: “Tal vez les gusta sacarse fotos entre ellos, pero bueno... si les gusta abrazarse con salvavidas de plomo...”, dijo a LN+ en referencia a esas reuniones con el gobernador bonaerense y en el marco de una cumbre de partidos de ultraderecha.

Desde España Milei se burló de la reunión entre Pullaro y Kicillof.

Pullaro se mueve con cautela cuando se trata de asuntos que pueden generar cortocircuitos con Milei. Tiene un electorado compartido que cuidar. Y en la Casa Gris quedó cierto disgusto con entidades productivas tras el primer proyecto de ley ómnibus. “Se puso al hombro la pelea por las retenciones y el biodiesel, pero cuando vino el vuelto, que Milei salió a matarlo a él y a otros gobernadores, ninguno abrió la boca para defenderlo, total ya se habían asegurado lo suyo”. Desde entonces, si va a ir a una batalla, se quiere asegurar que valga la pena y de estar acompañado. Eso explica, dice la Casa Gris, que su tono con el Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones (RIGI) no sea lo altisonante que fue en aquella oportunidad, a pesar de que su opinión sigue siendo negativa.


De Kicillof a Bullrich

 

El rango ideológico en el que hace política el gobernador de Santa Fe puede desconcertar a los desprevenidos. Así como el viernes recibió a Kicillof, el miércoles irá al Congreso a pedido de la ministra Patricia Bullrich a defender en comisión el proyecto de ley antimafia que impulsa el gobierno nacional.

Esa plasticidad representa muy bien la heterogénea composición de la alianza Unidos por la que llegó al gobierno, y donde desde los espacios de derecha al progresismo coexisten bajo el mismo paraguas a pesar de las diferencias ideológicas y de criterios. 

Entre esas diferencias se cuenta la forma de encarar la reforma del sistema previsional. La constitución de una comisión de análisis que obtuvo media sanción en el Senado se frenó en Diputados. Hay una nueva idea, producto de diálogo interno, de elaborar una propuesta propia puertas adentro de la coalición Unidos, y en función de esa propuesta, trabajar con los bloques de la oposición y con los gremios.

Ese diálogo fue motorizado desde el socialismo, que al igual que Pullaro no quiere dilapidar su electorado sumándose a una incierta aventura de recorte de derechos jubilatorios, si bien todos entienden que se necesita contener el déficit de la Caja. Sobre esto vale la pena ver cómo los socialistas que gobiernan España han salido para adelante, ratificando la representación de derechos, ante la ofensiva de la ultraderecha global que se dio cita en ese país, con Javier Milei como uno de sus animadores.


Santa Fe y las nuevas melodías

 

Por el lado de Kicillof, la visita a Pullaro fue toda ganancia. Muestra un Axel deskirchnerizado, con perfil propio y transversal, dispuesto a saltar la grieta que identificó al cristinismo. Kicillof se mueve pragmático, desprejuiciado y solidario. Toca los primeros acordes de una “nueva melodía”, mientras pone a rodar el camino a la candidatura presidencial en 2027. Mientras camina aclara que no existe el kicillofismo. No al menos hasta que resuelva cómo hacer coexistir su proyección político-electoral con Cristina Fernández, a quien reconoce como su conductora, y con su hijo, que le planta interna en su provincia con La Cámpora.

Milei lo sabe. Por eso apuesta a encasillarlo, aislarlo con sus diatribas y los medios de comunicación afines lo liman todo el tiempo. Pero no alcanza, porque en su obsesión por los números, el gobierno renuncia a la política y deja un espacio enorme que los gobernadores aprovechan. Cuando Milei se da cuenta patalea como hizo con Torres y Pullaro.

A donde va Kicillof, tras pisar la alfombra roja y aprovechar la vidriera, convoca a los referentes locales afines, como hizo en la sede de Central Córdoba. No quiere confusiones sobre dónde está parado y por qué hace lo que hace, por más que a algunos no les guste que cambie la melodía.

En Rosario, ante una treintena de invitados habló de la problemática de la seguridad en su provincia y las razones políticas del encuentro con Pullaro. Se mueve con cautela, cuidando de no intervenir en los asuntos locales del peronismo y sus aliados. No quiere suspicacias ni malentendidos, ni peleas anticipadas. “Las invitaciones salieron desde la secretaría privada de la Gobernación y fueron para todos, desde La Cámpora, pasando por Marcelo Lewandowski que no podía estar por cuestiones personales, el Chivo Rossi, dirigentes sindicales y Juan (Monteverde) de Ciudad Futura”, aclaró uno de los funcionarios bonaerenses más cercanos.

La apuesta a una confluencia transversal se vio en los aliados presentes. Estaban el diputado Diego Giuliano del Frente Renovador, dirigentes de sindicatos afines a las políticas de los gobiernos kirchneristas pero no alineados con el peronismo, como Edgardo Carmona de Prensa, Martín Lucero de Sadop y Sonia Alesso de Ctera.

Son dirigentes que están hermanados desde los tiempos de la creación de la CTA en tiempos de traiciones cegetistas, que caminan a la par desde hace al menos 30 años y sienten una suerte de deja vu menemista. Enfrentan la pérdida de poder adquisitivo, la reforma laboral contenida en la ley Bases, el desfinanciamiento educativo y las reformas de los sistemas previsionales, tanto nacional como en las provincias. Serán parte de la movilización al Congreso el día que se trate en el Senado la ley ómnibus.


El amigo rosarino

 

La invitación también fue para Juan Monteverde y Caren Tepp de Ciudad Futura, que horas antes habían protagonizado un seminario sobre políticas urbanas al que se sumaron el intendente de Pérez, Darío Corsalini (uno de los que el viernes de la semana pasada cenó con el gobernador Maximiliano Pullaro), y el ministro de Kicillof Carlos Bianco, donde expusieron líneas de “gestión y propuestas”.

Bianco es el enlace que ahonda el vínculo entre Ciudad Futura y Kicillof. Monteverde encuentra ahí la posibilidad de que Ciudad Futura sea parte de algo más grande que Rosario. Y ve al gobernador bonaerense dispuesto a “trabajar en temas concretos de gestión, saliéndose de la rosca política permanente. Para liderar no hay que cometer los errores del pasado, sino los resultados van a ser los mismos”. Otro que sintoniza con las nuevas melodías.

Monteverde tiene entre ceja y ceja el Palacio de los Leones: “Kicillof dice que Milei deserta de sus responsabilidades y que las provincias tienen que asumirlas. Vemos un paralelismo con lo que nosotros hacemos acá; como el gobierno municipal no planifica tenemos que asumir esa tarea”. 


Reconfiguración opositora

 

La partición del bloque peronista en el Concejo Municipal de Rosario refleja los reacomodamientos que se suceden en la oposición rosarina. Esta semana la concejala Norma López y su par Mariano Romero armaron un bloque aparte, en busca de mayor libertad para articular con Ciudad Futura, ya que desde la salida de López del rossismo, todos integran la alianza Rosario Sin Miedo. Donde estaban, dicen, esa articulación estaba limitada porque Cavatorta, Irigotía y Rey cultivan un perfil opositor distinto.

El acuerdo de Ciudad Futura y el Movimiento Evita se amplió ahora con la llegada de Norma López.

Ahora se cierne una incipiente polémica en la comarca rosarina, derivada de que el ministro de Interior, Guillermo Francos, dijera que, caído el Pacto de Mayo en Córdoba, podría hacerse el 20 de junio en el Monumento. Monteverde ya plantó bandera: “Sería tremendo brindarle el escenario a Milei. Hay que abandonar la ambigüedad y el doble discurso. Al intendente lo escuchamos quejarse por los recortes en el transporte y en la universidad”.

¿Puede un intendente cerrarle la puerta de la ciudad a una movida institucional como la que se propone Milei con los gobernadores? ¿Corresponde, más allá de que él esté o no de acuerdo? Por suerte, quizás ni haya que preocuparse en debatir algo así, si es que la oposición tiene intenciones de plantearlo. 

Humo sobre Rosario

 

Francos habló de la posibilidad de que el escenario del pacto sea Rosario durante una entrevista, así como podría haber dicho el 9 de Julio en Tucumán. No hay nada serio. El Pacto de Mayo es una generalidad que siempre sonó más a una presión para sacar la ley Bases que otra cosa. La ley tiene serias dificultades y la vocación del gobierno por llegar al acuerdo con los gobernadores huele a humo.

Tanto es así que los mandatarios de Buenos Aires y Santa Fe se enteraron por una periodista en medio de una conferencia de prensa. Entre risas, Pullaro y Kicillof no daban crédito a lo que estaban escuchando de boca de la periodista Almudena Munera, de El Tres.

Es realmente para risas tanta banalidad de parte del gobierno nacional. Desde aquella cadena nacional en la que el propio Milei convocó a pactar diez puntos, nadie del gobierno nacional se comunicó con Córdoba para hacer preparativos ni definir escenarios posibles. Nada de nada. El gobierno cordobés, por las suyas, había comenzado a ordenar el Palacio de Justicia de la capital mediterránea.

Con el Palacio de los Leones rosarino tampoco nadie se comunicó. Ya en terreno de especulaciones, en el primer piso de calle Buenos Aires se destaca que, de hacerse, que Rosario sea el centro de un debate de ese alcance jerarquizaría a la ciudad, más allá de lo que logren acordar o no el gobierno nacional y las provincias que participen.