El lunes pasado quedó inaugurado el Instituto “Masculinidades y Cambio Social” (MasCS) con el objetivo de generar un espacio de discusión y debate en torno a un campo problemático escasamente abordado por las instituciones políticas y académicas de Argentina: el rol de los varones en el proceso de cambio social contemporáneo que propone la cuarta ola feminista, expresó el politólogo y profesor universitario rosarino, Luciano Fabbri, integrante del MasCS.
El Instituto quedó "inaugurado" con una jornada multidisciplinaria, realizada en la facultad de Ciencias Sociales de la UBA, de la que participaron: Daniel Jones, del Instituto Gino Germani de la UBA, Joaquín Coronel del Colectivo de Varones Antipatriarcales CABA, Alan Otto Prieto, activista trans del Colectivo Capicüa, Marcos Nascimento, Dr. en Salud Colectiva de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) de Río de Janeiro, Ezequiel Bassa, del Área de Comunicación y Género del CCC, Juan Péchin, del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género (Filo-UBA). Además de la coordinación de las dirigentes Diana Maffia y Débora Tajer.
En diálogo con el programa A la Vuelta (Radio 2), Fabbri dijo que la propuesta de la jornada fue “empezar a trabajar las nuevas masculinidades en una campaña colaborativa para abordar la problemática de las masculinidades y de las complicidades, produciendo no sólo recursos audiovisuales, sino también algunas estrategias de capacitación, formación y sensibilización que incidan en las políticas públicas”.
“Esta jornada fue en cierta forma el bautismo del Instituto Masculinidades y Cambio Social, que venimos trabajando desde hace un tiempo, aunque aún no habíamos realizado ninguna actividad de carácter público. Lo que dejó en claro es que se trata de un espacio bastante poco explorado. Tanto las instituciones políticas del Estado como los sindicatos y las mismas instituciones académicas tienen un notorio retraso en esta agenda sobre masculinidades. Por eso, el Instituto viene a ocupar ese espacio y a involucrar, a través del trabajo en red, a otros actores sociales y políticos, para que empiecen a tomar con más seriedad y sistematicidad esta agenda”, señaló el docente y agregó que en la jornada se abordaron temas como: políticas de cuidado, derecho sexuales y no reproductivos, diversidad de masculinidades, y la forma en que se juegan las lógicas de poder dentro de organizaciones y espacios comunitarios.
Las instituciones van detrás de los movimientos sociales
Fabbri es docente de la facultad de Ciencia Política de la UNR, y también de la Universidad de Paraná, Entre Ríos. En ambos lugares desarrolla una materia que se llama Introducción a la Perspectiva de Género, desde hace ya nueve años y cuenta que en las primeras clases, al comenzar cada año, cuando relevan las expectativas, conocimientos e intereses de las y los alumnos, se encuentran con que les van subiendo el piso, es decir que la materia es cada vez menos introductoria.
“Ya vienen con información autodidacta, con discusiones, con algún tipo de activismo y las instituciones se resisten a esa fuerza instituyente y están un poco retrasadas respecto de las demandas de las nuevas generaciones. De todos modos –aclaró– la introducción de los estudios de género y de los estudios vinculados a la diversidad sexual tienen más antecedentes que los relacionados con las masculinidades. Por eso –remarcó– la apuesta es poder insertar las problemáticas, las teorías y las conceptualizaciones que se vienen realizando en relación con los varones y las masculinidades, en el marco de los espacios ya existentes sobre estudios de género”.
Las instituciones están retrasadas respecto de las demandas de las nuevas generaciones.
Fabbri emplea la expresión “perspectiva de género” y lo diferencia de lo que los “sectores conservadores” definen como “ideología de género”.
“Ideología de género es el eufemismo que usan los sectores conservadores para atacar una perspectiva que permite rastrear cuáles son las huellas de las opresiones, la violencia y las desigualdades que hay detrás de lo que ellos llaman «naturaleza». Ellos le llaman «orden natural» a construcciones basadas en prejuicios, estereotipos y jerarquías entre los géneros. En ese marco, la perspectiva de género busca desnaturalizar y problematizar esas desigualdades. Lamentablemente –afirma– las instituciones muchas veces resisten esas propuestas de cambio.
Las campañas contra la violencia machista
Fabbri rescata los contenidos audiovisuales que circulan en redes sociales como la campaña llevada adelante por la conocida marca de cosméticos Avon, mediante su fundación de Argentina, para visibilizar la violencia hacia las mujeres, denominada “Cambiá el trato”.
La campaña está integrada por tres videos, cada uno con un tema definido: acoso callejero, violencia digital y violencia doméstica.
“Creo que aún con algunas limitaciones, estas producciones audiovisuales van en una dirección acertada e interpelan los lazos de complicidad machista entre varones. Son esas escenas de la vida cotidiana donde identificamos que se está llevando adelante una práctica machista por parte de un par y frente a la cual solemos quedarnos en silencio o le hacemos la segunda a nuestro colega para no quedar como pollerudos o como que no somos masculinos o no somos heterosexuales o lo suficientemente hombres. Por eso, me parece que la campaña muestra algunas formas de intervenir ante esas situaciones machistas, de varón a varón. Algo de lo que los varones deberíamos hacernos cargo en nuestra vida cotidiana. Saludo que se estén empezando a producir discursos y recursos que alienten en ese sentido”, concluyó.
Qué sienten los hombres frente a los feminismos
En base a su experiencia educativa, el docente afirma que se percibe un creciente interés por estos temas. “Los hombres nos encontramos desorientados –dice– y esa desorientación es un síntoma de época que expresa que no sabemos muy bien cómo reacomodarnos ante las propuestas de transformación que emergen del movimiento de mujeres. Ante esa desorientación podemos: resistirnos, ponernos a la defensiva, victimizarnos, no escucharla, ridiculizarla, o bien permitir que esos planteos nos interpelen, escuchar de manera genuina lo que las compañeras nos están diciendo y no buscarle la vuelta para tergiversar sus argumentos”.
Permitirnos ser interpelados nos deja en un lugar mucho más superador que el que habitamos ahora.
“Lo que notamos en los diversos espacios que vamos recorriendo es que los hombres están ávidos de poder procesar este clima de época, adquiriendo herramientas para no pararse desde la defensiva, sino para comprender cuál es la transformación de la que estamos siendo contemporáneos, que al mismo tiempo nos permite sacudirnos ciertos mandatos de masculinidad que tampoco son livianos para nosotros mismos. Permitirnos ese proceso histórico –asegura– nos deja en un lugar mucho más superador que el que venimos habitando hasta ahora.