Al llegar el verano, los seres humanos del siglo XXI hablamos mucho de cuidarnos la piel ante la inclemencia del sol, otro tanto de fórmulas para no dañarnos tanto el pelo, pero tal vez no lo suficiente de cuidar nuestros ojos, órganos sensoriales muy sensibles y complejos a través de los cuales procesamos más de 10 millones de datos por segundo y a los que solemos darle la trascendencia que tienen recién cuando sufren alguna lesión.

Las escapadas a la playa en época estival pueden ser muy dañinas para nuestros ojos si no los preservamos como corresponde del sol, del viento y del agua. Y el doctor Fernando Giusio, jefe del Departamento de Ojo Seco del Instituto Zaldívar, dio algunos consejos que pueden ser clave para mantener a salvo a los órganos base del sentido de la vista.

“En la playa vamos a tener sol, viento, mar: todo eso va a secar e irritar muchísimo nuestros ojos. Es muy difícil evitar el viento en la playa argentina y los granos de arena vuelan. Por eso es importante usar unas buenas gafas de sol, tanto grandes como chicos, e incluso una gorrita para evitar el sol que entra de arriba. Y si nos metemos al mar, debemos tratar de no abrir los ojos debajo del agua o usar antiparras, tanto en piscinas como en la playa”, sugiere el médico oftalmólogo de más de una década de trabajo en el Zaldívar de Buenos Aires.

Ojo con las gafas truchas

 

La oferta de lentes de todo tipo y color de parte de vendedores ambulantes ya son un clásico de las playas argentinas. Pero usar esas gafas adquiridas por fuera de locales habilitados y con experiencia en el cuidado de la vista conllevan un gran riesgo para el bienestar de nuestros ojos: “Como dice el refrán, lo barato sale caro”, señaló Giusio. 

“Lo primero que hay que pensar es que algo que sale muy barato es porque tiene una fabricación menos científica. El proceso de fabricación de un lente es complejo. Y no solamente hablamos de los cristales: por ejemplo, una montura implica más de 50 procesos de montaje para dar con una calidad buena y que cumpla con los requisitos. Los lentes cuentan con filtros antireflex, infrarrojos, fotocromáticos. Y siempre que los compremos en lugares habilitados y certificados, nos van a dar mejor nitidez, más confort y van a durar mucho más”, añadió.

Según Giusio, “con las gafas que se compren en la playa o a los manteros en el centro no vamos a tener nunca la protección que la que brindan anteojos que están testeados, que están hechos con cristales y monturas más resistentes y livianas, con acabados de mejor calidad, con detalles como los tornillitos más firmes y seguros. Estos últimos no te van a lastimar nunca, no te van a raspar porque tienen un trabajo mucho más más fino. Y si lo compras en una óptica, vas a tener la garantía de reposición del producto”.

Las antiparras, siempre en la mochila de los más chicos si hay pile o playa.

Antiparras: ¿sí o no?

 

El uso de antiparras para meterse al agua está muy extendido entre los más chicos y quienes practican deportes acuáticos, pero no tanto entre el público en general. Para el especialista, deberíamos empezar a usarlas cada vez que nos metamos a la pile o al mar: “Las piletas tienen un nivel de contaminación grande: incluso a veces hay parásitos que pueden provocar complicaciones para el ojo y la salud. En el mar, la también la salinidad puede irritarnos fuertemente, por lo que la sugerencia es usar siempre antiparras”.

Y otro problema frecuente (y muy molesto) que puede ocurrir en la playa es que ante una ráfaga de viento, un granito de arena se nos quede alojado en la cavidad ocular. “Si eso llega a pasar, lo que no hay que hacer es refregarse: ese es un error muy frecuente que todos cometemos. Lo primero que hay que hacer cuando a uno se le mete algo en los ojos y está en la playa, es parpadear: agachar la cabeza, a mirar hacia abajo y parpadear, parpadear muchísimo sin tocarnos. El parpadeo estimula el lagrimeo, y con la misma lágrima empezará a despegarse y a salir”.

“La lágrima tiene muchísimas funciones y una es la de protección. Entonces, jamás hay que restregarse porque corremos el riesgo de raspar la córnea y agravar el cuadro. Parpadeo y consulta al oftalmólogo, que va a usar un equipo especial para poder sacarnos ese cuerpo extraño”, añadió.

La epidemia silenciosa: el ojo seco

 

Por fuera de los cuidados veraniegos, el doctor Giusio comentó en esta entrevista en el programa Punto Medio (Radio 2) sobre un mal que está afectando cada vez a más a los seres humanos del siglo XXI, tan afectos a pasar horas y horas delante de una pantalla: el ojo seco.

“El uso y abuso de la tecnología nos está llevando a tener un serio problema de ojo seco. Y a nivel mundial ya está siendo una de las grandes problemáticas de salud. De hecho, en Estados Unidos, las empresas de salud gastan millones en tratamiento para el ojo seco”, comentó Giusio.

Según el oftalmólogo, se trata de una enfermedad multifactorial que afecta a chicos y grandes y que puede ser tan molesta que hasta puede llevar a las personas a cuadros depresivos ante la permanencia de la molestia. “Los síntomas son picazón, dolor, ardor, la sensación de una presencia de basuritas dentro del ojo. El paciente empieza a ver distorsionado y en algunos casos aparecen cefaleas: es muy compleja la enfermedad. Hay casos descriptos a nivel mundial incluso de personas con cuadros depresivos por la constancia de la molestia: es un dolor constante de tipo neurogénico, realmente muy molesto”.

De acuerdo a la evidencia acumulada hasta ahora, “hay una relación de dos a uno de prevalencia del ojo seco en la mujer respecto del hombre. Y en mujeres que están arriba de los 50 años, en su período de menopausia, el cuadro de ojo seco se agrava. Pero incluso hay muchos niños con ojo seco por el uso continuo de los dispositivos electrónicos, que los lleva a parpadear mucho menos de lo que deberían”.

Sobre la importancia del parpadeo, Giusio explicó que “es un mecanismo que distribuye las lágrimas sobre el ojo. Normalmente andamos en 16 a 18 parpadeos por minuto, pero cuando estamos frente a una computadora parpadeamos sólo entre cinco o seis veces por minuto. Estamos mucho tiempo con los ojos abiertos sin parpadear. Por eso, no hay que estar más de 20 minutos frente a la compu: una vez cumplido ese tiempo, debemos salir, caminar, tomar un mate o un café, parpadear un rato y mirar un objeto lejano para que la vista pueda descansar”.

“Por eso, si sienten los síntomas de ojo seco lo primero que hay que hacer es una consulta al médico. Nosotros le vamos a dar primero lágrimas artificiales, luego se diagnosticará qué tipo de ojo seco tiene y en base a eso, se le dará el tratamiento respectivo: además de medicación, pueden ser recomendados taponcitos, luz pulsada, etcétera. Hay que darle un acompañamiento a esa persona porque quien tiene ojo seco, no se va a curar nunca”, concluyó.