Dizzy, una perra sorda de 10 años, fue rescatada del interior de una madriguera de conejo donde pasó más de 30 horas después de perderse durante un paseo con su dueño, en el condado inglés de Worcestershire, Reino Unido.

Duncan Flowers, dueño de la perra, contó al diario The Shuttle que el pasado 3 de enero salió a dar un paseo por la reserva natural Burlish Top con sus dos mascotas, cuando Dizzy se metió entre unos arbustos y se perdió.    

"Fui a buscarla del otro lado, pero ella se había ido. Me quedé un par de horas pensando que se había escapado y que volvería, pero no pude encontrarla", relató el hombre.

El hombre comenzó a cavar en la tierra para encontrar a su mascota.

Flowers regresó a su casa y enseguida, junto a su hijo Danny, inició una campaña en redes sociales para que lo ayudaran a localizar al can, una cocker spaniel; y la ayuda no se hizo esperar.

"Alguien me sugirió que agarrara un abrigo o una manta y lo dejara donde la vi por última vez en caso de que ella regresara, pero me levanté a las 6 am de la mañana siguiente y aún no había señales de ella", recordó Flowers, que además participó de una búsqueda junto a 70 personas en donde tampoco la encontraron.

Uno de los amigos de Flowers llevó una excavadora para ayudar con la búsqueda. 

Sin embargo, el dueño no se dio por vencido y llamó a un amigo suyo que trabaja en los desagües, quien decidió colocar una cámara especial en una madriguera de conejos del lugar con la esperanza de que Dizzy estuviera allí.

Las imágenes captadas a dos metros de profundidad no mostraron rastros del animal, por lo que otro amigo de Flowers se sumó a la búsqueda ofreciendo su excavadora para ir más profundo. 

Dizzy fue hallada a 6 metros de profundidad. 

"Empezamos a excavar, ni siquiera sabíamos que ella se encontraba allí, pero solo tuve un presentimiento. Dos horas y media después, estábamos a unos 6 metros dentro del hoyo y ella apareció de la nada", contó el británico.

Luego de encontrar a Dizzy, que estuvo más de 30 horas atrapada, la envolvieron en un abrigo y la llevaron de vuelta a su hogar. 

"Temblaba y tenía escalofríos, pero en cuanto abrí la puerta de mi vivienda corrió directamente al interior, moviendo la cola y empezó a comer y beber. Afortunadamente, no estaba herida", concluyó.