La pobreza en la Argentina alcanzó al 40,8% de la población durante el tercer trimestre del año, según la última medición del Observatorio de Deuda Social de la UCA. Se trata del dato más alto de la década y cierra el último año de gestión de Mauricio Macri con 2,8 millones de nuevos pobres.
Con estos números, 4 de cada 10 argentinos son pobres y totalizan 16 millones. La cifra de la UCA también se aleja bastante de la última mediación del INDEC que marcó 35,4% para el primer semestre del año.
Los motivos para este aumento deben encontrarse en la crisis económica que empeoró este año con una nueva devaluación del peso y una inflación que terminará el año en torno al 54%, sumado a la caída del salario real y la recesión.
La medición de la UCA mostró un avance del 33,6% del tercer trimestre de 2018 al 40,8% actual. Se trata del mayor registro de la era Macri confirmando que los dos últimos años de gestión fueron los peores en términos de pobreza.
La indigencia también mostró un fuerte salto y en el tercer trimestre del año marcó 8,9% lejos del 6,1% de 2018. Según el informe de la UCA, la indigencia también mostró sus alzas más fuertes los últimos dos años ya que en 2017 había sido de 5,7%.
Pobreza e indigencia monetaria
El trabajo de la UCA también analizó pobreza e indigencia monetaria según estrato socio ocupacional, regiones urbanas y grupos etarios. Bajo esas variables el nuevo índice mostró varias novedades como un fuerte crecimiento de la pobreza en las clases medias no profesionales y que afecta sobre todo a los sectores obreros y en hogares del conurbano bonaerense.
Según el informe, la pobreza que viene creciendo desde 2013 con datos por encima del 20%, alcanzó en el tercer trimestre al 66,4% de los trabajadores marginales y al 51,8% de los obreros y empleados. En cuanto a las regiones el 51,1% de los habitantes del GBA son pobres, el año pasado esa cifra era cercana al 44%.
En cuanto al aumento de la pobreza en la clase media pegó un salto en los dos últimos años: en 2017 fue de 4,9%, en 2018 marcó 8,1% y en este año casi se duplicó al alcanzar 14,2%, un número que explica el aumento de la cantidad de pobres en el país.
Otro dato importante, es cómo afecta a la niñez y los jóvenes que es la población más vulnerable. En líneas generales afecta más fuertemente a los niños y adolescentes de 0-17 años y a los jóvenes de 18 a 29 años, y en menor medida a la población de 60 años. La medición arroja que durante el tercer trimestre el 59,5% de los niños/as y adolescentes viven en hogares con ingresos por debajo de la línea de pobreza.
“No hay evidencias de una crisis socio-laboral extrema pero tampoco aparecen señales de recuperación”, advierte el informe y analiza sobre las últimas medidas asistencialistas de Macri en campaña: “Sólo destacan algunas medidas parciales de compensación en materia de consumo interno y asistencia social”.
Además, en su diagnóstico, explican que “es muy probable” que durante el cuarto trimestre se llegue a un piso de coyuntura crítica en materia socio-económica y socio ocupacional pero adelantan que “la reactivación no parece ser una reacción factible en el corto plazo”.
Creció la indigencia
La indigencia pasó de 6,1% a 8,9%, es decir que en Argentina afecta a 3,6 millones de personas y afecta con más intensidad a los segmentos sociales de la clase trabajadora marginal y a los hogares del conurbano bonaerense.
Otro dato revelador es el fuerte aumento de la indigencia en el segmento obreros y empleados pasando de 4,5% a 8,5%, lo que puede inferirse es que son personas con trabajos que con sueldos tan bajos que quedan en este segmento.
La indigencia afecta también a niños y adolescentes de 0-17 años y a los jóvenes de 18 a 29 años. Según el trabajo de la UCA, el 14,8% de los niños y adolescentes viven en hogares con ingresos por debajo de la línea de indigencia.
A futuro
Los especialistas de la UCA indican que pese a la pésima coyuntura de los últimos años, existe una fuerte pobreza estructural que sigue creciendo. En los últimos 10 años las brechas en el bienestar económico de los hogares no han disminuido, se presentan como estructurales y asociadas a la falta de demanda de empleo productivo de calidad y de políticas de inversión y desarrollo más agresivas en materia de vivienda, hábitat, salud y educación, denuncian.
También aclaran que la actual crisis 2018-2019, al igual que en 2008, 2014 y 2016, no han sido destructivas del sistema productivo, ni financiero formal. Sin embargo -explican- han sido corrosivas para la micro, pequeña y mediana empresa, así como para los sectores de la economía social.
Otra preocupación es la inseguridad alimentaria, que según sus últimas mediciones, alcanza al 22% de la población. Es decir, que 1 de cada cinco personas no se está alimentado bien y un 9,4% directamente pasa hambre. Se trata de una llamada de alerta para el próximo Gobierno, que ya trabaja en el tema.