El nuevo embajador de Brasil en la Argentina, Julio Glinternick Bitelli, es "bastante argentino". No por origen, sino por adopción. Tiene varios años de experiencia acumulada en su paso previo por la misión brasileña en Buenos Aires en dos oportunidades entre 2003 y 2013, y, además, parte de su familia lleva sangre argentina. Hasta adoptó algunas costumbres locales, entre ellas, un equipo de fútbol.
En los círculos de Itamaraty, la cancillería brasileña, aseguran que hay solo 3 o 4 personas en la carrera diplomática de aquel país con el peso y trayectoria de Bitelli en lo que refiere a los vínculos con la Argentina. Por eso no dudan en calificar al elegido por Luiz Inacio Lula da Silva como la persona idónea para el desafío que asumen ambos países, en el relanzamiento de sus relaciones bilaterales. No es un dato menor a la luz del difícil contexto doméstico en cada país que exige pericia extrema para maniobrar.
El Presidente Alberto Fernández lo conoce personalmente como también lo conocía Néstor Kirchner y la Vicepresidenta Cristina Kirchner. Del otro lado de la grieta, el futuro embajador de Brasil también tiene contactos con referentes de las múltiples orillas de Juntos por el Cambio, desde el exmandatario Mauricio Macri al jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta.
Y es que en su paso por la Argentina como consejero y luego ministro consejero de la sección Política de la embajada, Bitelli asumía gran parte de la agenda de contactos con las figuras de uno y otro lado de la grieta. También con los empresarios. Cuando se confirmó su nombre, fueron varios los que se alegraron de su vuelta. A priori, suena como un perfil idóneo para el escenario electoral que asoma en la Argentina.
Un "todoterreno", lo describe un experimentado político argentino con vínculos internacionalistas. Le concede a Bitelli un rasgo "cálido" en su personalidad que le permitió, en el pasado, moverse entre los polos de la política argentina sin mayores dificultades. Pondera su facilidad de trato con las personas y su cortesía.
Lo cierto es que ni siquiera la distancia geográfica con la Argentina que le abrió su carrera lo alejó del país. Y para ello, tiene razones personales, no solo políticas. Bitelli está casado y es padre de tres hijas y una de ellas se casó con un argentino. Por eso, uno de sus nietos nació de este lado de la frontera y también tiene sangre celeste y blanca.
Bitelli es fanático del fútbol y no solo como espectador. Cada vez que visita la Argentina, convoca al personal de la embajada donde supo trabajar y a dónde regresará en un tiempo que aún no se confirma –su designación, en Brasil, debe pasar por el Senado acorde al artículo 52 de su Constitución– para juntarse a comer asado y despuntar el gusto por el potrero. De su paso por la Argentina le quedó además una simpatía por Talleres de Córdoba.
El placet en tiempo récord
El nombre de Bitelli llegó primero a oídos del Presidente Alberto Fernández a través del canciller Santiago Cafiero cuando todavía circulaba el de la exmandataria Dilma Rousseff como posibilidad. "Creo que eran varios buena onda pero ella nunca compró eso", comentó un funcionario argentino a El Cronista.
A Fernández, el nombre de Bitelli no le resultaba nuevo. Luego el presidente Luiz Inacio Lula da Silva lo presentó oficialmente ayer, en su encuentro a solas en la Casa Rosada al que se sumaron varios ministros y los actuales embajadores. Aunque está designado desde 2019 en la embajada brasileña en Turquía, hoy Bitelli se encuentra en San Pablo.
El Gobierno le otorgó el placet en tiempo récord, otro gesto de la administración del Frente de Todos al gobierno de Lula da Silva. Tanto Buenos Aires como Brasilia no se cansan de enfatizar en el mensaje: hay un relanzamiento estratégico de las relaciones bilaterales en curso. Y eso es lo que transmiten funcionarios de ambos lados desde hace 48 horas.
Bitelli es además un hombre muy cercano al actual canciller Mauro Vieira, que a su vez proviene del riñón político de Celso Amorim, el principal asesor internacionalista de Lula y su excanciller y exministro de Defensa. Cuando Vieira asumió al frente de Itamaraty, durante la gestión de Dilma Rousseff, Bitelli fue designado como su jefe de gabinete entre 2015 y 2016. Luego pagó el precio: la gestión de Jair Bolsonaro lo persiguió y lo relegó a puestos alejados en el organigrama diplomático.
El futuro embajador de Brasil en la Argentina tiene 62 años, nació en Santo André, en el estado de São Paulo, el 3 de diciembre de 1960. Es licenciado en Derecho por la Universidad de São Paulo (1983). Además del español, maneja con fluidez el francés y el italiano, idiomas que estudió en la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras, de la Universidad de São Paulo, según su CV oficial. Ingresó a la carrera diplomática en 1986 y cuenta con una maestría en Administración Pública, por la Harvard Kennedy School (2003).
Dentro de la diplomacia brasileña se lo cataloga como uno de los especialistas en las relaciones bilaterales con Argentina. De hecho, tiene tesis elaboradas en el Instituto Rio Branco sobre "Argentina, Brasil y la Reforma del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas: parámetro de asociación estratégica o trinchera de una rivalidad menguante?" También escribió un texto sobre la política de descolonización de los territorios portugueses en frica y la política brasileña. Parte de su trayectoria inicial lo llevó a trabajar por el universo de las Naciones Unidas y los organismos internacionales.
En el exterior, pasó por la embajada en Ecuador (1987), Uruguay (1994-1996), Estados Unidos (1999-2003), Bolivia (2007-2009), Túnez (2013-2015), Colombia (2016-2019) y Turquía (desde 2019). En dos oportunidades, estuvo designado en la de Buenos Aires: entre 2003 y 2006 y luego entre 2010 y 2013. Esta será su tercera vuelta por la Argentina.
Bitelli fue además miembro de las delegaciones negociadoras de la Convención de Basilea sobre Control de Movimiento Transfronterizo de Residuos Peligrosos y su Depósito (1989) y de la Convención sobre Diversidad Biológica (1992) y jefe de la delegación en la I° Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores de la Secretaria Iberoamericana, en Cartagena, en diciembre de 2015. Además, participó del Consejo Editorial de la Fundación Alexandre de Gusmão entre 2015 y 2016.
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