"Ahora no estoy en Mozambique, estoy en el Vaticano, vine a visitar a Francisco”, dijo a modo de presentación. El audio de WhatsApp trasciende las fronteras y une a personajes muy especiales: Messi, el Papa y este cura argentino que vive y trabaja en África, donde encabeza un proyecto solidario que le da alimento a 15 mil chicos.
El padre Juan Gabriel Arias es un misionero que vive en Mozambique desde hace 6 años y eligió ese sitio como su lugar en el mundo: “Estando en el seminario fui a misionar a distintos lugares del país y luego, ya siendo sacerdote, se dio la posibilidad de ir a hacer una experiencia a Mozambique. Fui tres meses en el año 2000 y me quemó la cabeza. Me encantó. Entendí que tenía que trabajar ahí. Me enamoré de su pueblo y vi que mi sacerdocio iba a ser más útil ahí”, le dijo a Rosario3 el cura hincha de Racing desde una habitación en el Vaticano, mientras espera que su amigo y guía, Jorge Bergoglio, lo reciba para comer juntos.
“Para irme tuve que pedirle permiso al obispo. Ese obispo era Bergoglio y me autorizó. Primero estuve 3 años, después volvía todos los años y visitaba durante tres meses las comunidades en las que había estado. Y ya en diciembre de 2014 me vine definitivo, para siempre, para no volver a Argentina”, agregó el padre Juan Gabriel.
Allí se mueve en una 4x4 que le donó el Papa en 2013 porque no hay asfalto: todo es tierra, selva y arena: “Mozambique es mi lugar en el mundo, donde soy feliz y donde trabajo”, explica con serenidad.
Se trata de un país de 30 millones de habitantes donde la pobreza es extrema y la expectativa de vida cae año a año: “Siempre me gusto trabajar para los más pobres, para los que más sufren. Y siempre con una visión muy misionera, con la idea de ir a lugares donde había menos sacerdotes, donde la gente estaba más desamparada y con menos presencia de la iglesia”.
La malaria, el HIV, la malnutrición se cobra muchísimas vidas en Mozambique: “Me pasé todo el seminario pensando en eso. La paternidad sacedortal para mí es muy fuerte, la idea de cuidar a los otros, de ser padre para los otros, quizá hasta por una cuestión psicológica de ser lo que yo no tuve. Para mí, Dios fue mi papá. Muy fuerte en mi espiritualidad, quise tratar de transmitir eso, ser un instrumento de resiliencia”, explicó.
A las once de la noche en el Vaticano —también en Mozambique—, el teléfono recorta las distancias y explica a Rosario3 que su visita al estado ubicado dentro de Roma no fue “por ninguna razón oficial". "Solamente vine a visitar a Francisco”, dice con la simpleza con la que cualquiera expresa que pasará por la casa de un amigo.
“Cada tanto vengo a visitarlo porque él siempre tuvo una actitud muy paternal y cercana para con los curas que trabajábamos con los más pobres. Él siempre me cuidó mucho y ahora siendo Papa continúa con el mismo cariño”, describió.
Y agregó: “El sigue queriendo juntarse con sus amigos; a nosotros nos hace bien eso. Estar con él, comer con él, hacerle chistes y pasarla bien juntos es lo que me mueve a venir a verlo”
Vínculo con la Fundación Messi
En el año 2014, el padre Juan Gabriel Arias participó de un congreso en el Vaticano, organizado por la Fundación Scholas Occurrentes: “Ahí conocí a Julián Weich, una persona muy solidaria. Y me di cuenta que estábamos en la misma sintonía. Así que rápidamente nos hicimos amigos. Yo tenía un proyecto de jóvenes de Mozambique que estudiaban en Argentina, había conseguido algunas becas en la Universidad Católica y entonces le pedí a Julian y a su mujer que ellos hicieran el papel de tutores porque yo no iba a poder acompañarlos, me iba a Mozambique", contó.
Y continuó: "A través de esta amistad con ellos, ideamos juntos este proyecto de desayunos. Y como él tiene amistad con gente de la Fundación Messi e incluso con Jorge, el papá de Leo, les hizo llegar el proyecto”.
De la Fundación Messi enviaron a Mozambique a la fotógrafa y camarógrafa, Florencia Visconti, para que haga un relevamiento del trabajo en la misión: “Iba a venir por 3 días y se quedó 10. Visitó las comunidades donde trabajo y al regresar entregó los informes que terminó por convencer a la Fundación de que era el lugar para aportar”, explicó el sacerdote.
“A partir de ese momento, la Fundación Messi creyó en mí –contó–; fue espectacular porque hasta allí yo tenía proyectos chicos y este es un proyecto gigante. Y hace 4 años que esto funciona muy bien. Le cambió la vida a los chicos y a las familias. Les cambió la nutrición, la educación, la dignidad”.
“Yo estoy muy agradecido con la Fundación, porque a partir de ellos llegaron otras grandes ayudas. Toyota nos donó una camioneta para llevar los alimentos. Entiendo que mi relación con Francisco también ayudó a la credibilidad del proyecto”, añadió.
El padre explicó que después de que Francisco fuera elegido Papa perdió el trato cotidiano, el día a día: “Pero puedo venir a visitarlo y hablamos como siempre. Él no tiene mail, no tiene teléfono. Así que verlo personalmente es una alegría especial, siempre”, expresó.
Para cerrar el círculo, le falta conocer en persona al hombre, sobre cuyo nombre se sostiene su proyecto: “No conozco a Leo personalmente, claro que me gustaría conocerlo, darle un abrazo y agradecerle en persona. Pero no es una cosa que busque, no soy nada cholulo, soy muy respetuoso de la intimidad de las personas y especialmente la de personas de ese nivel. Pero si alguna vez se diera ese encuentro, sería muy lindo”.
Pero hay algo que le gustaría más que su experiencia personal: “Quisiera que Lionel pueda venir a visitar el proyecto, que los chicos lo vean, que ellos le puedan agradecer personalmente lo que han hecho durante todos estos años. Sería muy lindo para los chicos y también para él. Ése sí es mi es sueño”.