La urticaria es una patología tan frecuente como molesta, que afecta al bienestar y estado de ánimo de quienes se ven afectados. En Argentina, se estima que entre el 12 y el 22% de la población presentará algún tipo de urticaria a lo largo de su vida y que, alrededor de 100.000 personas (entre adultos y niños), pueden verse afectadas por urticaria crónica espontánea.

La misma se caracteriza por la aparición de ronchas con picazón y, en ocasiones, dolor en la piel. Las ronchas son efímeras, duran menos de 24 horas, y suelen cambiar de lugar. Para considerarse crónica, la urticaria debe estar presente al menos seis semanas de forma continua. 

Asimismo, se conoce como "espontánea", ya que los síntomas no tienen un desencadenante conocido. Existe otro tipo denominado inducible y estímulos como el frío, calor, el roce, la presión, la vibración, el agua y la luz solar pueden ser la causa.

¿Alergia o urticaria?

La urticaria crónica espontánea no es una alergia y, si bien los síntomas se asemejan a una reacción alérgica, no son provocados por agentes externos conocidos. Esto genera que el manejo de la enfermedad sea complejo y frustrante para muchos pacientes.

Además, el 40% de afectados sufre angioedema, una hinchazón más profunda en labios, párpados o lengua, lo que complica aún más la situación. Este síntoma no pica, pero puede causar sensación de ardor o dolor y tarda días en desaparecer.

Impacto en la calidad de vida: un desafío invisible

La urticaria afecta el bienestar y el estado de ánimo de los pacientes. Aunque el pronóstico suele ser bueno, los brotes repetidos pueden persistir durante mucho tiempo. Los síntomas pueden limitar actividades cotidianas como dormir, hacer deporte, trabajar, y hasta tener relaciones sexuales.

Estas situaciones pueden derivar en un bajo rendimiento escolar o laboral, ya que una cuarta parte de las personas falta al trabajo al menos una vez al mes. La impredecible aparición de las ronchas y la intensa picazón pueden generar ansiedad y depresión. La irritabilidad y el mal humor son comunes, y el paciente puede sentirse aislado e incomprendido por no poder llevar una vida normal.

Aproximadamente el 50% de los pacientes no responde a las dosis habituales de antihistamínicos y es allí donde deben tener la posibilidad de conocer y tener acceso a diferentes tratamientos que permitan su control. Actualmente, para los casos graves, existen tratamientos modernos eficaces y seguros. Es fundamental que los médicos y los pacientes trabajen juntos para determinar el mejor enfoque adaptado a cada caso en particular.

Fuente: NA.