El ser humano establece, desde el comienzo de su vida, vínculos emocionales con el mundo que lo rodea. Esta capacidad de relacionarse habilita la posibilidad de construir lazos múltiples conmigo mismo, los otros, las cosas y situaciones. Dependiendo del tipo de interacción e intercambio que se desarrolle, de la profundidad y grado de implicancia que se logre alcanzar, dichos vínculos podrán llegar a tener mayor o menos trascendencia. En aquellos casos en que el grado de interrelación tiene riqueza y se observa una conexión destacada, se establecen las relaciones afectivas significativas. Ahora bien, ¿cómo se supera una pérdida afectiva? El psicólogo Federico Martínez analizó las causas, manifestaciones y el abordaje terapéutico del duelo.
- ¿Qué entendemos por duelo y como se desencadena?
- Llamamos duelo a la reacción afectivamente intensa ante la pérdida de un vínculo profundamente significativo. Cuando esta relación emocionalmente profunda se ve amenazada y llega a interrumpirse, comienzan a desencadenarse todas las manifestaciones características de un proceso de duelo. La culminación de una relación de pareja, la pérdida de un ser querido, el deterioro de una facultad o habilidad, el fin de una etapa inevitablemente provocaran que este proceso de comienzo.
- ¿Qué signos y particularidades caracterizan este proceso?
- Fundamentalmente se observa como reacción a la pérdida un estado de ánimo abatido, caracterizado por una cierta apatía y desinterés por las diversas actividades de la vida cotidiana que típicamente motivan al sujeto. Se provoca un repliegue afectivo donde todas las energías y recursos psíquicos están condensados en la elaboración de la pérdida, y todo lo demás, si el proceso es exitoso, queda momentáneamente suspendido, dejado de lado y apagado. Ante dicha pérdida, la mente humana comenzará rápidamente a experimentar a nivel ideativo toda una serie de pensamientos y recuerdos. Estos recuerdos y pensamientos fijos presentarán una carga intensa y una gran presencia en nuestra conciencia. El psiquismo busca, por así decirlo, volver a repasar y recapitular esta relación en un intento de procesar y asimilar lo sucedido. La angustia es la emoción dominante que se hace presente y acompaña este camino de revisión.
- ¿De qué depende asimilar satisfactoriamente la pérdida?
- Desde el abordaje psicoterapéutico se destacan algunos elementos claves para influir positivamente en esta elaboración. Como primera medida es fundamental poder explicar al paciente el porqué de sus manifestaciones para que pueda entenderlas y favorecerlas, en lugar de combatirlas. Destacar que ante su situación, su mente necesita revisar y repasar lo que pasó para poder incorporarlo apropiadamente. Es importante trabajar con el protagonista y prepararlo para esperar y aceptar los pensamientos que van surgiendo en él, así como el afecto de pena y angustia que los mismos traen aparejados.
- ¿Cuál es la importancia de la angustia?
- La angustia es una emoción necesaria que en esta situación se transforma en la gran herramienta que posibilitará conectarnos con la realidad de lo que está pasando, y así asimilar que eso que tanto queríamos ya no está con nosotros. Resignificar la angustia y verla como un motor de ayuda y no como una señal de amenaza será clave. De la mano de aprovechar el rol de los pensamientos y la angustia, facilitando su acceso y función, es muy importante a su vez trabajar sobre el balance y la valoración que de la relación puede hacer el protagonista. Ayudar al mismo a superar críticas y auto reproches e intentar considerar lo que se aportó como válido y satisfactorio, contribuirá a fomentar una sensación de tranquilidad respecto al camino recorrido y su desempeño en el mismo.
- ¿Qué se puede esperar si esta elaboración es satisfactoria?
- Si el proceso de duelo es asimilado adecuadamente, el protagonista experimentará gradualmente una disminución de sus síntomas hasta su desaparición. La angustia se extinguirá una vez haya logrado cumplir su función y los recuerdos disminuirán notoriamente en su aparición e intensidad. Su puede seguir pensando en lo perdido pero sin un afecto de pena dominante, el dolor ya no debe ser protagonista. A su vez se recuperará el interés y la capacidad para desempeñarse en las diversas áreas destacadas de la vida cotidiana, ya que al lograr aceptar adecuadamente la pérdida y alcanzar un estado de serenidad y valoración de lo aportado en dicho vinculo, esa energía volcada a esa relación vuelve a estar disponible en nuestro psiquismo y susceptible de ser reutilizada en nuevas interacciones.