Mientras la vacuna inyecta esperanza en los vacunatorios a lo largo y ancho del país, la política santafesina está en la pole position de la carrera electoral con un primer cierre de listas comunales y municipales en 15 días y para legisladores nacionales en menos de un mes. En lo inmediato, esta semana será fértil en acuerdos políticos que se rosquean hace un tiempo.
La foto más amplia indica que Santa Fe asiste a un reacomodamiento completo de la política. Todo está en rediscusión a causa del agotamiento de los ciclos de vida natural de los principales dirigentes –ayer se cumplió el primer aniversario de la muerte de Hermes Binner, al que le siguieron Héctor Cavallero y más cerca Miguel Lifschitz, más el inminente retiro de Carlos Reutemann, que también pelea por su vida–, los cambios en los gobiernos provincial y municipal de hace dos años, y la influencia de la política nacional.
Y cuando el río está revuelto todos se ponen el traje de pescador y salen a la aventura, para ratificar sus habilidades con el anzuelo o para consagrarse con derecho a seguir pescando en el río. Por eso todos los espacios políticos, todos, negocian con un ojo puesto en 2021 y el otro en 2023.
Un sucinto parte de negociaciones indica que al día siguiente de la convocatoria de Miguel Del Sel para pacificar la interna del PRO cada uno pareció seguir en la suya. Los adversarios internos reprocharon a Federico Angelini porque cuatro días después de aquel encuentro “rompió la tregua” al decir en Villa Minetti: “Voy a ser candidato a senador nacional” y por lo tanto habilitó a todo el mundo a avanzar sin esperar la respuesta del Midachi sobre su candidatura. Después de eso siguió la foto de la concejala Ana Laura Martínez y la precandidata a diputada nacional Carolina Losada en el despacho del intendente Pablo Javkin, mismos sillones donde una semana antes se sentaron Roy López Molina y José Corral.
En medio de una gestión llena de dificultades y falta de recursos, Javkin disfruta de leer el ranking interprovincial de gobernadores y dirigentes nacionales que elabora la consultora CB. Esta semana volvió a aparecer segundo a nivel país, con 64% de imagen positiva y 32 de negativa (en gobernadores Perotti figura 21° con 43 de positiva y 52 negativa). No es ciencia dura, levanta el ánimo.
Envalentonado, ya planifica cómo proyectarse a la provincia y jamás se niega a una foto que levante el perfil de los adversarios de Angelini, por más que se trate de otra interna y otro partido. De paso muestra que su alianza interpartidaria de gobernabilidad en Rosario goza de buena salud.
En el Frente Progresista algunos de los socios empezaron a ver con buenos ojos una primaria ordenada y con reglas claras. Le ven varios beneficios: 1) simplifica las negociaciones y contiene a todos. 2) permite “mostrarse” a candidatos y candidatas con aspiraciones en 2023. 3) evitaría fuga de electores a primarias donde haya competencia fuerte.
El socialismo no descarta la interna como forma de validar su lugar tras la muerte de Lifschitz. Los Radicales Libres lo ven como una oportunidad de posicionar nombres propios. Y Javkin, mientras busca sumar una pata peronista, analiza si su proyección 2023 a la provincia le demanda una primaria o juntar a todos como mensaje de liderazgo.
En la izquierda las cosas no están menos abiertas. Ya blanqueado como precandidato a diputado nacional, Carlos Del Frade apuesta a ratificar la alianza del Frente Social y Popular con Ciudad Futura e Igualdad y Participación que lidera Rubén Giustiniani. Pero Ciudad Futura está tironeado por el sector kirchnerista de Juan Grabois con el que viene trabajando. Y el Frente Progresista está a la espera de que Giustiniani resuelva si se queda o se va para ofrecerle que se siente a su mesa.
La aparición de Roberto Mirabella este viernes en el vacunatorio de la Rural junto con la ministra de Salud Sonia Martorano es una señal inequívoca de que el gobernador dará la pelea por la senaduría nacional. ¿Tendrá resuelto ir con candidato propio más allá de lo que diga la ex presidenta, que tiene en la senadora María de los Ángeles Sacnun su propia candidata para Santa Fe?
Para la lista de diputados sobraban anotados y en eso llegó el tren del massismo. El anuncio del regreso del servicio Rosario-Cañada de Gómez fue, además de una gran noticia, un empoderamiento a nivel provincial del viceministro de Transporte Diego Giuliano y la diputada Vanesa Masetani. El otro referente que tenía el Frente Renovador, el diputado provincial Oscar Cachi Martínez, se bajó del tren con su sello Santafesino 100% a cuestas. Lo sacó del Frente de Todos e inscribió otra alianza con Unión Federal.
Localidad por localidad, departamento por departamento, operadores del gobernador Perotti alinean presidentes comunales e intendentes del PJ para los comicios locales. Donde haya acuerdo irán como Hacemos Santa Fe; donde no, las Paso harán el trabajo. Todos saben que es difícil y en muchos casos inconducente confrontar contra el poderío del gobierno provincial. Un viejo cacique peronista lo ve de este modo. “A lo mejor pueden convencer presidentes comunales porque no les conviene oponerse al gobernador, pero el gobierno tiene que saber que está armando con gente prestada y por el sólo hecho de que tiene la lapicera”.
Es que el gobernador está haciendo ahora lo que nunca quiso hacer, que es armar el perottismo en la provincia. Al llegar tarde, toca intereses de las otras “orgas”. Hasta ahora, Perotti era él rodeado de un núcleo muy pequeño. Trabajaban sobre la premisa de construir un candidato y negociar con el resto del PJ desde esa fortaleza.
Por eso Perotti fue el candidato a gobernador a cambio de cederle al resto del peronismo la lista de diputados y casi todas las listas de senadores. Incluso la compañera de fórmula. Ese camino se construyó sobre un error conceptual: que a los senadores y diputados propios (y quizás algunos de la oposición) se los ordenaba con la caja. Y eso puede funcionar a veces y con algunos, pero la caja no ordena todo el tiempo a todos.
Perotti también supuso que lo que no hiciera la caja lo iba a encuadrar Marcelo Sain a puro picante. No sólo resultó más nafta al fuego, sino que ya renunciado no puede librarse de él, porque no se lo permiten aquellos que el ex ministro de Seguridad atacó (oficialistas y opositores) ni el propio Sain, que no está dispuesto a irse de Santa Fe. No es un problema para él que no lo quieran en la oposición, en el peronismo, en buena parte del gobierno, en la Justicia, en el Ministerio Público Fiscal y lo rechace buena parte de los santafesinos.
El incordio es para Perotti que esta semana, al igual que el actual ministro Lagna, tuvieron que responder por la situación de Sain. Utilizaron “argumentos institucionales”, cosa de no quedar abrazados a un ex ministro que resta pero al que no pueden soltarle la mano así como así. El gobierno conoce de adentro a Sain, por eso sabe que no conviene largarlo herido y a la intemperie.
En la vereda de enfrente tampoco darán la vuelta de página porque –deslizan– “falta mucho por conocer de los tiempos que era ministro y al mismo tiempo controlaba el Organismo de Investigaciones”. El fango a veces es inevitable; pero nunca agradable.
Decidido a resistir el proceso disciplinario abierto en su contra, Sain recurrió a la Justicia laboral en busca de un amparo que evite que el próximo jueves una abrumadora mayoría de diputados y senadores lo suspenda como director del Organismo de Investigaciones antes de echarlo.
No parece que una historia que arrancó muy mal pueda terminar bien. Sain fue bien recibido como ministro porque era un experto en seguridad, pero ya en su cargo quedó claro que fue elegido para ser una especie de fuerza de choque verbal, un instrumento con el que el gobierno intentaba arrinconar a propios y extraños.
Y encarnó el mayor de los errores: en lugar de dejar las cosas en manos de la Justicia, comprometió al gobierno en un intento por meter preso al senador Armando Traferri para desarticular el núcleo de poder que, guste o no, el voto popular consagró en la Legislatura. Aquello que en diciembre pasado Alejandro Rossi expuso con un explosivo tuit cuando Sain aún era ministro: “Los peronistas de Santa Fe nunca resolvimos nuestras diferencias mandando en cana al compañero con el que disentíamos. Nadie nunca lo hizo. Desde el 83".
Ese análisis de hechos y consecuencias (que no terminaron) no supone la inocencia de Armando Traferri. El caso del senador por San Lorenzo está en la Justicia y ahí debe seguir. De hecho este mismo lunes un tribunal de apelación revisará un pedido de los fiscales Edery y Schiappa Pietra para poder avanzar en la acusación. Tarde o temprano se transformará en una especie de leading case, como en su momento lo fue el caso Fraticelli.
La cuestión a resolver es una: ¿puede la letra de la Constitución provincial de 1962 obturar derechos y obligaciones establecidos en la Constitución nacional reformada en 1994? En definitiva: ¿es constitucional el artículo 51 de la Constitución de Santa Fe que impide someter a proceso al senador Traferri porque no lo permitieron dos terceras partes de los integrantes de la Cámara? Sólo hay dos instancias posibles para resolver el asunto: la Corte nacional o la reforma de la Constitución de Santa Fe.