El gobernador Perotti mira el calendario y hay una fecha que sobresale. Es el 1° de mayo, y está en rojo no sólo porque es el Día del Trabajador, sino también porque marca el inicio del período de sesiones ordinarias de la Legislatura. Es el día que diputados y senadores retoman el control total de los comandos de las dos cámaras. Y si no hace nada para cambiar las cosas, quedará en el mismo callejón sin salida en el que se encerró el año pasado, fruto de los errores tácticos que cometió al diseñar la relación de su gobierno con la Legislatura. El principal de esos errores fue convertir una holgada mayoría de 12 senadores peronistas en una estrepitosa minoría de 4 que fue goleada fecha tras fecha.

Sin embargo, si un equipo no puede ganar y juega de visitante al menos intenta reducir daños. Este es el módico pero trascendental objetivo que se propone el gobernador para evitar un nuevo y resonante traspié: que la Legislatura le tumbe los vetos a las leyes de control de gastos reservados del Ministerio de Seguridad y de incompatibilidades de funcionarios del Ministerio Público de la Acusación y la Defensa Pública.

La aprobación en sí misma de ambas leyes fue un mazazo para el gobierno. Algunos las llamaron las leyes anti Sain. El gobierno prefirió anti Perotti, como para no dejar dudas del desafío que suponían. Como no fueron incluidas en el temario de sesiones extraordinarias, la Legislatura está a la espera del 1° de mayo para ratificarlas, confiada que reúne los dos tercios necesarios en ambas cámaras. Hasta la semana pasada esa chorrera de votos estaba garantizada. Ahora no se sabe.

El verano peronista

Para saber qué podría cambiar a último momento conviene dar un vistazo hacia atrás. Apenas comenzó el año, el gobierno se propuso aislar a los seis senadores peronistas del bloque Juan Domingo Perón que lidera Armando Traferri –a los radicales ni hablar–. Por un lado, la Casa Gris le caminó las intendencias y comunas que respondían a esos senadores y por el otro ni siquiera los invitaba cuando funcionarios del gobierno provincial pisaban en sus departamentos. Ese ninguneo fue contado y detallado en diferentes oportunidades por Rosario3 en este espacio periodístico dominical.

En los últimos tiempos hubo cambios. A la licitación de obras de la ruta 39 el gobierno invitó al senador peronista por San Javier (no así a los radicales de San Justo y San Cristóbal, que concurrieron por invitación de un intendente). Parece que algunos funcionarios provinciales no tenían las últimas noticias: cuando lo vieron llegar a José Pepe Baucero no supieron qué hacer, y hasta que el gobernador no se arrimó y lo saludó, ellos se mantuvieron a mayor distancia de la que manda el protocolo covid.

Esta semana, Perotti visitó Vera y San Javier. En la primera inauguró una obra y recorrió otras junto con Osvaldo Sosa. En San Javier lanzó la licitación para ampliar el hospital, almorzó junto con José Pepe Baucero y lo subió al helicóptero para trasladarse a Romang.



Con ambos senadores –integrantes del bloque que lidera Traferri– habló a solas. “La política también son gestos”, suele repetir Perotti. Está convencido que él hizo los suyos y espera que lo correspondan. ¿Cómo? No sumándose a los dos tercios cuando sea el tratamiento de los vetos. Si consigue obturar esa mayoría especial en el Senado, las leyes habrán sido un trago amargo devenido en mal recuerdo.

En la Cámara alta llegar a dos tercios requiere 13 votos. La bancada Juan Domingo Perón reúne 6 y los radicales son 7. Falta ver qué posición adoptarán los líberos peronistas Rosconi y Berra. Los dos votaron esas leyes, pero juegan un rato de cada lado, más del lado del gobierno que de Traferri. Si Perotti consiguiese sacarle dos votos a Traferri, el mapa en el Senado mostraría una atomización de subloques peronistas que le ofrecería más opciones a la hora de negociar. De yapa, quizás consiga en algunos casos sumar uno o dos votos radicales. Hace tiempo que el gobierno seduce a los senadores Rasetto (UCR-Cambiemos Iriondo) y Diana (UCR-FPCyS San Jerónimo) para que se diferencien del liderazgo de Felipe Michlig. “Primero convencé a los tuyos, después veremos”, respondían.

El otoño peronista

La idea de romperle el bloque a Traferri siempre fue un objetivo de la Casa Gris, pero ahora pareciera haber tomado las riendas de esa operación el gobernador en persona. En la semana, cuando se vuelvan a reunir los senadores del bloque Juan Domingo Perón, habrá más indicios de cómo sigue la película. Lo que debe saberse es que una cosa es que haya senadores que necesiten tener margen de acción en determinadas circunstancias a pedido del Ejecutivo y otra muy distinta que se presten a tirar a los leones a la triada dura Traferri, Rubén Pirola (las Colonias) y Joaquín Gramajo (9 de Julio).

En la Casa Gris hay optimismo de que se abra una oportunidad en la Cámara alta: “Los senadores del PJ decidirán lo que crean más conveniente, si siguen funcionando en tres bloques como ahora de 6, 4 y 2, o si algunos de los 6 hace rancho aparte y quedan 4, 4, 2 y 2”, explicó una fuente que pidió no ser citada y con inocultables aspiraciones a técnico de fútbol. 

Más sobrio fue el ministro de Gobierno Roberto Sukerman: “Lo que veo es que hay senadores que quieren acercarse al gobierno, probablemente se dan cuenta que no es beneficioso para sus departamentos estar lejos del gobierno provincial”.

Enderezar un poco el tablero en el Senado es importante pero no resuelve los problemas. El diálogo con el Frente Progresista que gobierna la Cámara de Diputados se circunscribe a lo formal en el mejor de los casos. Y si fue así hasta ahora, el pronóstico para un segundo semestre de elecciones es que empeore.



Hay situaciones que siguen siendo incomprensibles. ¿Cuál es la línea del gobierno? La del ministro de Gobierno que antes de cerrar la redacción del decreto de convocatoria a elecciones recoge la opinión del jefe político de la oposición y presidente de la Cámara de Diputados; o la del ministro Coordinador que escribe un tuit flamígero contra el socialismo. Pareció una remake del último año, cuando lo que un ministro encaminaba por una puerta, otro lo hacía estallar por la de al lado. Decir se puede decir cualquier cosa, pero pretender que después de eso florezca el diálogo, no resiste análisis.

La oposición, y en especial el Frente Progresista, está muy cómoda en ese rol. Sin marco de negociaciones, compromisos, ni acuerdos con el gobierno, está liberada de hacer y deshacer a su antojo en su territorio que es la Cámara de Diputados. Miguel Lifschitz, la figura con mayor proyección electoral de la oposición, se calzó el traje de candidato a senador nacional aunque todavía no termine de dar el “sí, quiero”. No tenía muchas opciones para elegir. Jugar en este turno electoral es la única forma de evitar un cisma en el Frente Progresista y llegar a 2023 con posibilidades de pelear la Gobernación. Si el domingo próximo sus candidatos –en alianza con el bonfattismo y Fuerza del Territorio– superan airosamente la interna del Partido Socialista que no pudo evitar, entonces tendrá vía libre a su próximo objetivo.

Política y Justicia

La disputa política santafesina se trasladó también al Ministerio Público de la Acusación. Hay excesivo ruido en esa institución que tiene siete años de existencia y está conociendo sus propios límites y los que le imponen. Dos ex fiscales presos, otros tantos imputados por delitos y otros bajo proceso disciplinario. Se suma que dos de los cinco fiscales regionales son interinos. El de Reconquista dijo esta semana en la Legislatura que no tiene recursos económicos y humanos para funcionar. En tanto, toda la institución está a la espera de un fallo de la Corte Suprema que defina la constitucionalidad de la ley por el que la política se quedó con el poder de sanción sobre los fiscales.



Como si algo faltara, regresó el ex ministro de Seguridad Marcelo Sain a su cargo en la dirección del Organismo de Investigaciones ante las resistencias internas, de la oposición y de la mayoría de los fiscales regionales. En el vórtice de ese huracán en el que compulsan oposición, gobierno y los fiscales regionales está Jorge Baclini. La semana pasada la Junta de Fiscales lo empujó a hacerse cargo del futuro de Sain en el MPA.