El historiador Natalio Rafael Botana cree que el presidente de la Nación, Javier Milei, hace una “lectura parcial” sobre las ideas de Juan Bautista Alberdi, a quien cita en sus discursos y hasta llamó con el mismo nombre (“Bases”) al megaproyecto de ley Ómnibus emulando a su líder cuando sentó los principios de la Constitución nacional de 1853. Según el reconocido catedrático, Milei fabrica su “paraíso perdido”; y así como el kirchnerismo reivindicaba la figura de Juan Manuel de Rosas, el libertario lo hace con Alberdi. “Milei no le presta atención al Alberdi propulsor de la educación pública financiada por los recursos fiscales, sino al Alberdi que habla de la omnipotencia del Estado, donde proponía un Estado mínimo”, explica.
Botana, en un diálogo con Rosario3 desde su departamento del barrio porteño de Recoleta, ve que el país está transitando la “tercera gran crisis” que ha tenido la democracia, además de la de 1989 y la de 2001, y no sabe “qué salida tendrá” aunque desea que no termine de la misma manera.
Natalio R. Botana (86 años) es uno de los politólogos e historiadores más prolíficos de la Argentina, miembro de la Academia Nacional de la Historia. Autor de obras como “El orden conservador”, “La tradición republicana”, “El impacto de la inflación en la sociedad y la política”, y “La libertad política y su historia”, entre otros. Es uno de los estudiosos de la obra de Alberdi.
—¿Por qué es tan importante la obra de Alberdi para la historia del país?
–La importancia de Alberdi en la historia argentina es fundamental en relación con dos cosas: primero por su aporte a la Constitución de 1853 y segundo porque es una de las grandes figuras de la tradición republicana argentina. Alberdi pertenece a un trío fundador junto (Domingo Faustino) Sarmiento y (Bartolomé) Mitre. Como toda figura central está sometida al debate político que tiende a simplificar las cosas. La figura de Alberdi es de una gran complejidad. No es lo mismo pensar al Alberdi de 1853 o el Alberdi anciano cuando volvió al país en 1879 y dio la conferencia que hizo leer en la Facultad de Derecho titulada “La omnipotencia del Estado”. Hay grandes diferencias.
El Alberdi de 1853 es un creador de instituciones, que reconoce las virtudes de un liberalismo económico que después acentuará en el sistema económico rentístico y además, algo que se olvida, es un propulsor de bienes públicos para tener una República mejor con buenos ciudadanos y más civilizados. Su proyecto de Constitución, que acompañó la segunda edición de sus Bases, sirvió de base para la Constitución definitiva. Alberdi en el artículo 31 dice que la Constitución garantiza la reforma de las leyes civiles, comerciales y administrativas declaradas sobre las bases del derecho público. Ese es un artículo derogatorio, que quiere eliminar la antigua ley colonial y reemplazarlo con nuevas leyes. Y lo importante es el artículo 32 donde a través de la Constitución aseguró para toda la ciudadanía la instrucción gratuita sostenida con fondos nacionales y de manera irrevocable. Es una visión del liberalismo programático de instalar bienes públicos, tradición muy fuerte que comienza antes y que se va a confirmar cuando se abre el gran período constitucional argentino.
—¿Alberdi era un defensor del federalismo?
—Sí y no. Es una discusión muy interesante La reforma de 1860, a la que Alberdi se opone, es más federalista y busca garantizar la autonomía de las provincias a diferencia de la de 1853. Alberdi en 1862 no propone una Constitución federalista sino una Constitución mixta, con predominio del Poder Ejecutivo nacional. Propone que los gobernadores pueden ser juzgados en el Senado de la Nación, algo que finalmente no se va a adoptar. Pero Alberdi es un centralista que propone unir en un mix la tradición unitaria y la federal. No es un federalista en sentido puro, ya que no propone una Constitución federal en sentido puro, sino más bien una mixta con antecedentes unitarios y federales. Se reconoce la autonomía a las provincias, pero se las somete a dos reglas: la intervención federal y el estado de sitio.
La coyuntura
—¿Hay algún otro momento de la Historia argentina con el que pueda hacerse un paralelismo con el de hoy?
—Esta coyuntura es una crisis más. La democracia, que cumplió 40 años, se sometió a dos crisis terminales: la hiperinflación de 1989 que provocó la caída de (Raúl) Alfonsín y la de 2001 con la caída del gobierno de (Fernando) De la Rúa y una solución parlamentaria con los liderazgos compartidos de (Eduardo) Duhalde y Alfonsín. Esta es la tercera gran crisis en la democracia aunque no sabemos qué salida tendrá. Es evidente que la democracia ha soportado dos grandes crisis, pero es una democracia electoral opacada por una sociedad postergada con 40 por ciento de pobres y un 10 por ciento de indigentes. Hemos tenido éxitos en los aspectos políticos-democráticos con libertades públicas y autonomías provinciales, pero en lo económico hemos fracasado de una manera ostensible.
—Las dos anteriores crisis terminaron con las salidas de los gobiernos de turno.
—Espero que no se produzca el mismo fenómeno en la actualidad.
Un presidente Alberdiano
—Milei siempre cita y es un defensor de las ideas de Alberdi. ¿Hace una correcta lectura sobre las ideas de Alberdi?
—Siempre en política y en relación con la Historia hay una lectura parcial. Cada corriente política en la Argentina ha tenido su paraíso perdido. El kirchnerismo tenía una vocación romántica hacia Juan Manuel de Rosas y reivindicaba la batalla de la Vuelta de Obligado que fue una batalla perdida. Siempre hay una suerte de regreso a un paraíso perdido. Milei ha creado una imagen de un paraíso perdido y es la de la Argentina de hace cien años como primera potencia mundial que no resiste a la más mínima historia comparada. Elabora una imagen parcialmente utilizada de Alberdi. No le presta atención al Alberdi propulsor de la educación pública financiada por los recursos fiscales, sino más bien le presta atención al Alberdi que habla de "La omnipotencia del Estado" con base en el discurso de 1879 donde proponía un Estado mínimo, un Estado gendarme, y con muy pocas funciones, entre las que se destacaba la seguridad interior. Siempre en política hay manipulación del pasado. El deber del historiador es recoger en el presente la complejidad del pasado. Cuando la política recoge a ese pasado, ese pasado es contado como un sastre a medida para el político en danza.
—¿Las Bases de Alberdi eran parecidas a las Bases con la que Milei llamó al proyecto conocido como ley Omnibus?
—Las Bases de Alberdi eras muy sencillas, unas líneas maestras de una Constitución modelo de estilo gramatical, con muy pocos artículos. Esta ley ómnibus intentó ser una derogatoria de infinidad de artículos con una virtud muy grande que muestra la necesidad de derogar mandatos particulares o privilegios que la Argentina tendría que eliminar para pegar un salto al desarrollo económico. Pero tuvo una dificultad instrumental y fue el medio buscado: de una amplitud enorme y que se ha visto claramente en los últimos días.
—¿Milei representa a un centralismo porteño y al mismo tiempo a un federalismo discursivo?
-No sabría decirle, está todo muy reciente y en barbecho. La instrumentación de las ideas de Alberdi, sobre todo en la campaña electoral, fue equivalente a la instrumentación que otros movimientos politicos han hecho con Rosas. Cada movimiento político trata de crear su panteón propio.