“Acá no están los choricitos”, gritó desde la tarima Hernán Lombardi. Y abajo se agitaron enloquecidas las banderitas celeste y blancas que se conseguían a 50 y 100 pesos por todas partes del parque España. También había pañuelos y gorritas con el hashtag #Sísepuede. Y mucha cumbia.
Titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos, este martes por la tarde Lombardi ofició de maestro de ceremonias –nivel coordinador de viaje de estudios– en el último acto del “Sí se puede” del presidente Mauricio Macri en Rosario. Desde el escenario 360, debajo de las escalinatas y al lado del río Paraná, el funcionario abrió el acto pasadas las 18 y se ocupó de arengar y presentar a los funcionarios nacionales que anticiparon, como teloneros, el discurso de Macri. Todos fueron breves y eufóricos, e invitaron a cantar –hasta el desquicio– “Mauricio da la vuelta”. El objetivo: militar. Convencer para que el domingo el presidente consiga más votos que en las Primarias. Cuidar el voto, para llegar al balotaje.
Hamburguesas sí, choricitos no
Los “choricitos” fue una alusión al “chori y la coca” con los que supuestamente el peronismo logra sus actos de masas tan multitudinarios. También a la pretendida honestidad de los presentes que, según Lombardi, este martes fueron al acto “después de trabajar o de ir a la universidad… de hacer nuestras cosas”.
“Trabajo, esa es la clave”, dijo Mirtha, jubilada, que se hizo una vincha con un gato negro y acaparó algunos flashes. Evangelizadora macrista en Facebook, contó a Rosario3 que siempre publica en su muro fotos que le saca a la televisión cuando Macri preside uno de estos actos y que ahora al fin, está en uno de ellos. Lo del gato, explicó, fue amor puro: “Él dice que le gusta que le digan gatito porque lo hace sentir joven…”.
Hora y media más tarde, el propio Macri le daría la razón a Mirtha. “A esta edad, me gusta que me pongan un apodo”. Y confirmó, para exaltación de todos: “Hay gato para rato”.
Mientras tanto, arriba de las escalinatas, se cocían hamburguesas. Y más allá, lejos de todo, frente al escenario pero bien atrás, después de las cuatro torres de sonido para nadie –la explanada no se llenó tanto como las escalinatas–, una Cristina Kirchner gigante con uniforme de presa, tacos altos y joyas miraba la puesta en escena sin soltar a un Alberto Fernández hecho títere. El mismo inflable que estuvo en el debate presidencial del domingo en Buenos Aires y que este miércoles va a estar en Mar del Plata.
“A algunos de Cambiemos no les gusta, pero nos importa un pito”, resumió Martín, quien junto con Natalia, montó la Cristina presa gigante y repartió mini Cristinas a los participantes del acto. La idea del inflable, reconocieron, la tomaron “de afuera”, más precisamente de algunas manifestaciones contra Lula Da Silva en Brasil, para que “la gente tenga presente a quien vota”. A entender de ellos, delincuentes. Altos chorizos.
La batucada de Roy y el debut de Juliana
Mientras Lombardi mantenía su arenga de animador de fiesta de 15, el concejal Roy López Molina, hizo una entrada propia de vedette. Una batucada le abrió paso por la explanada cerca de las 19, cuando la tarde se ponía más fría y todo el resto de los funcionarios ya estaban acomodados hacía rato en el escenario 360. López Molina, junto con Patricia Bullrich, Guillermo “Guillo” Dietrich, Ximena García, Miguel Pichetto y Federico Angelini –en ese orden– fue uno más de los oradores-teloneros. Hasta que al fin Lombardi presentó a la “estrella”.
Macri compartió escenario con su compañero de fórmula, Angelini, García y su esposa Juliana Awada que después de tres años y medio como “primera dama”, ofició por primera vez de oradora.
“Gracias por tanto cariño”, dijo con un brazo extendido al estilo Evita en el balcón de la Casa Rosada. “Debut cortito, por algún lado se empieza”, ¿disculpó? ¿alentó? Macri que como Lombardi, actuó un poco también como animador de quinceañeras. Criticó al kirchnerismo, pidió militancia vía celular, y no dejó de cantar “Mauricio da la vuelta”, con revoleo de micrófono incluido. “Da la vuelta, Mauricio da la vuelta”, como un loop hasta el desquicio.
O hasta la vuelta.