¿Puede un locro convertirse en un acontecimiento político? El socialismo santafesino responderá este domingo esa pregunta cuando, según el cálculo de los organizadores, 4 mil militantes de toda la provincia lleguen al salón Metropolitano munidos de plato, cubiertos y la entrada que pagaron previamente. 

Salga más o menos rico el locro, lo que al final del día quedará es el mensaje. Un socialismo con otro rol y menos poder que en otros tiempos, pero de nuevo unido y dispuesto a hacer valer ese entramado de legisladores, presidentes comunales, concejales, militantes y presencia territorial. Todo lo que tiene para mostrar será expuesto en el salón Metropolitano. 

A la mesa se sientan casi todos: el lifschitzmo y el bonfattismo. Sí faltarán el grupo del concejal Federico Lifschitz y Bases, el sector que perdió las internas y se referencia en Eduardo Di Pollina. No habrá aliados invitados, algo que es costumbre en los mitines políticos partidarios. Ni siquiera el gobernador Maximiliano Pullaro. Todo lo que destaque en la jornada será socialista.

Otra cuestión relevante es que el PS vuelve a dar una demostración de fortaleza en Rosario, la ciudad que gobernó durante 30 años y que en la última elección le permitió ganar la categoría de Diputados. Al fin y al cabo, el locro es una puesta en valor de ese capital político. 

Volumen político, unidad y capacidad de resiliencia que contrastan con un peronismo que viene de perder posiciones de poder, luce desorganizado y aturdido; y con un PRO atravesado por internas en la provincia y obligado a reinventarse a nivel nacional 

La UCR y el gobierno de Pullaro también tomarán nota. Si bien no está bajo cuestionamiento el liderazgo de la alianza Unidos y del Ejecutivo, nadie hace una demostración de fuerza si no es para después hacerla valer a la hora de negociar y tomar decisiones. 

No es que haya un conflicto en particular entre radicales y socialistas, por el contrario, Pullaro es de lo más cuidadoso a la hora de administrar protagonismos, algo que tanto la presidenta de la Cámara de Diputados, la socialista Clara García, como la vicegobernadora Gisela Scaglia, del PRO, pueden dar fe. 

Sin embargo, la dinámica de alianzas de gobierno necesariamente conlleva la necesidad de acuerdos internos sobre el rumbo de la gestión y la orientación de las reformas que se encaran. En ese sentido, la agenda del oficialismo santafesino para este segundo semestre es de una espesura pocas veces vista: reforma previsional; concursos y selección de jueces y fiscales, renovación de la Corte Suprema, ley de reforma constitucional.

Algunas de las reformas que encara Unidos venían habladas previamente, eran parte de los acuerdos preelectorales, pero otras no, no se llegaron a conversar y se van definiendo sobre la marcha.

Con un listado de ese voltaje es normal que en los próximos meses aparezcan miradas diferentes, incluso entre sectores de los mismos partidos. Lo que está claro es que si el gobernador dio luz verde para avanzar en cada uno de esos temas es porque tiene una idea de qué quiere y cómo hacerlo. En algunos casos pondrá en juego su capital político. 

El ejemplo más claro es la reforma previsional, donde entra en juego desde una mayor contribución económica de los trabajadores hasta la extensión de los años de servicios. No por nada los anteriores gobiernos provinciales no avanzaron en ese terreno. Y tampoco es casualidad que el Ejecutivo haya habilitado que el puntapié inicial saliera del Senado con la exhumación de un proyecto del senador peronista Raúl Gramajo que data de 2015, basado en un informe de 2014 que advertía de la curva de insustentabilidad en el tiempo de la Caja.

El socialismo, a su vez, busca lo que todo socio mayoritario de una alianza de gobierno. Poder discutir el rumbo, hacia dónde va la gestión. En definitiva, también el socialismo pone en juego capital político y querrá influir en el alcance de la reforma jubilatoria, el perfil de la futura Corte de Justicia y ni hablar en lo referido a la reforma constitucional, un tema que se puso al hombro y asume como bandera.

Más aún, será clave el armado político a futuro. Milei es un límite, repiten en el PS sin distinción de corrientes, cada vez que escuchan los coqueteos de los dirigentes de la UCR con La Libertad Avanza.

Otro aspecto que tiene un valor intangible, pero que representa un caso digno de tomar nota en tiempos de debacle y extrema atomización de los partidos, es la capacidad de resiliencia del socialismo santafesino que viene de sufrir las diez plagas de Egipto desde que, en 2019, perdió los gobiernos provincial y de Rosario.

A ese primer hecho traumático se le agregó la muerte de Miguel Lifschitz en mayo de 2021. El vacío afectó a toda la política provincial, pero al PS lo arrastró a la “locura” de una elección interna para elegir autoridades. La desaparición del exgobernador significó la dilución de poder y la resignación automática del liderazgo opositor. El capítulo siguiente fue la falta de acuerdo para la lista de diputados provinciales en 2023, lo que implicó que hubiera una encabezada por Clara García y otra por Antonio Bonfatti. Al final, entre ambas colocaron 14 de las 28 bancas de la mayoría.

Con 2024 llegó el sosiego y las primeras suturas de la grieta interna con el acuerdo para fundir en un mismo bloque a los diputados electos. Ya no eran nueve y cinco, sino 14, y eso a la hora de las negociaciones y de ocupar espacios en la Legislatura cambió el escenario. 

Aunque suene raro, el locro de este domingo es el postre que cierra un raid de dos meses en que el abroquelamiento de los espacios internos le permitió al socialismo poner en función todas las mesas departamentales, el foro de autoridades locales, generar una comisión especial para la reforma constitucional, poner bajo una misma coordinación los centros de estudios y formación política que cada sector había generado por las suyas en la diáspora.

El cuidado trabajo de prensa del PS en la convocatoria al locro da cuenta de todas estas situaciones, donde el protagonismo de los sectores internos y sus principales dirigentes fue medido al detalle. Bonfatti, Clara García, Mónica Fein, Joaquín Blanco, Alberto Ricci. Como el locro: cuando mejor sale es cuando más ingredientes tiene.