El titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, asumirá la semana próxima al frente de un ministerio de Economía que amplía funciones con el objetivo de mejorar la coordinación entre las áreas del Ejecutivo ligadas a finanzas, desarrollo productivo y agricultura.
Massa llegará al Palacio de Hacienda con la particularidad de no ser economista, ya que se graduó como abogado en la Universidad de Belgrano, aunque las cuestiones económicas le interesan desde que asumió al frente de la Anses en 2002, durante la gestión de Eduardo Duhalde.
Su actuación a lo largo de cinco años en el organismo de la seguridad social, entre 2002 y 2007, le permitió profundizar sus vínculos con economistas y especialistas en finanzas, en particular a partir de la creación del Fondo de Garantía y Sustentabilidad de la Anses, uno de sus legados.
Su gestión en la Anses, uno de los presupuestos más importantes del Estado, concluyó cuando decidió postularse para gobernar el municipio de Tigre, para lo cual debía competir con un partido vecinal que llevaba años de gestión en ese municipio del norte del conurbano: la apuesta resultó y fue intendente.
A mediados de 2008 fue designado como jefe de Gabinete, tras el conflicto por las retenciones móviles y la renuncia al cargo del entonces ministro coordinador -nada menos que Alberto Fernández, hoy jefe de Estado-, tarea que asumió con la pretensión de recuperar el diálogo, según declaró en aquel momento.
Después llegaría la ruptura con el kirchnerismo, la conformación de un espacio disidente en el PJ, la creación del Frente Renovador y el triunfo en las elecciones legislativas de 2013 frente al por entonces candidato del oficialismo, Martín Insaurralde, hoy jefe de gabinete en la provincia de Buenos Aires y quien saludó su incorporación al elenco gubernamental.
El resultado no fue el mismo en 2015, cuando quedó tercero como candidato a presidente del Frente Renovador y vio como un espectador más el debate televisado entre Mauricio Macri y Daniel Scioli en la Facultad de Derecho.
En 2019, tras la elección de Alberto Fernández como candidato a presidente, Massa se sumó al Frente de Todos para encabezar la lista de diputados de la provincia de Buenos Aires como primer postulante, luego de calificar al hoy presidente como "un gran candidato" y de retomar, después de siete años, el diálogo con Cristina Fernández de Kirchner.
En los últimos tres años, con el FdT en el poder, cultivó su perfil de negociador legislativo, agenciándose una buena parte del mérito por la sanción de leyes de difícil tratamiento; entretanto pudo contener los pedidos de buscar más visibilidad y proyección personal que le hacían desde sus propias filas.
En paralelo, consolidó una relación de mutua confianza con el jefe de Estado, con diálogos permanentes, un vínculo que en los últimos meses sumó otros capítulos con invitaciones a participar de viajes al exterior como miembro privilegiado de la comitiva presidencial.
El diálogo con el presidente, por ejemplo, tuvo momentos claves como cuando juntos definieron la estrategia parlamentaria para conseguir la aprobación del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
En aquellos días, durante el primer semestre del año, Fernández y Massa compartieron muchas horas de trabajo.
Ya en los últimos 40 días, siempre codo a codo con el jefe de Estado, tuvo una agenda más variada, que incluyó desde actos institucionales hasta giras internacionales a la cumbre de las Américas de Los Ángeles y a la reunión del G7 en Alemania.
A fines de mayo, Massa festejó el "alivio" del Impuesto a las Ganancias, una reivindicación de su histórica agenda política de alivio para la clase media, en la que tuvo que presionar al entonces ministro de Economía, Martín Guzmán.
Después de bajarle el tono a un intercambio de notas entre la Presidencia de la Cámara Baja y el Palacio de Hacienda, el tigrense y el profesor de Columbia se mostraron finalmente j untos para anunciar la elevación del mínimo no imponible a partir del cual se paga el gravamen.
La relación entre ellos, sin embargo, no había sido buena.
"Sergio se mueve bien, tiene peso político e institucional, sirvió mucho su presencia", evaluaban en las últimas horas fuentes oficiales que provienen de la diplomacia.
En la cumbre hemisférica realizada en Los Ángeles, Massa se mostró como un activo interlocutor del presidente y además ofició de vocero de la reunión que se mantuvo con la cúpula de General Motors, donde se anunció una serie de inversiones en el país.
Allí, volvió a insistir sobre el proyecto de ley de electromovilidad, un tema que venía siguiendo y que estaba entre sus prioridades parlamentarias.
Para la última gira presidencial a la cumbre del G7, hace tan solo una semana, su nombre ya sonaba en los medios y en los círculos del poder del FdT como un candidato potencial para desembarcar en el Gabinete.
Tal vez esa fue la razón por la que el fundador del Frente Renovador se siguió mostrando afable en el trato con la prensa destacada en Alemania pero, en todo momento, rehusó contestar preguntas sobre política doméstica.
Al mismo tiempo, trascendió como imagen la de un político que acompañaba al jefe de Estado en su política internacional, "poniendo el cuerpo pero cultivando un bajo perfil", según el decir de sus allegados.
En Munich, participó de reuniones bilaterales oficiales, pero también en encuentros más numerosos, como el que mantuvo la delegación argentina con la comitiva de India.
No pareció una decisión improvisada que en ese momento Fernández lo eligiera a él como uno de sus dos únicos asistentes para la reunión más cerrada con la titular de la comisión europea, Ursula von der Leyen.
Ese nivel de confianza con el jefe de Estado y la renuncia de Guzmán lo devolvieron al centro de la escena: la oportunidad que se abrió, pronunciamientos de diferentes voces del peronismo, contactos en el mundo financiero, lo llevaron al lugar que buscó. El desafío es encaminar la economía de cara al proceso eleccionario de 2023.