Rosario, Argentina, año 2020. Naum y David son dos viejos amigos, actores con 60 años de trayectoria, que buscan sostenerse en el encierro obligado de la pandemia. ¿Tienen miedo? Quién no.
Naum y David se conocen de toda la vida. Se quieren. Muchas veces disfrutaron trabajar juntos. En 2019 pensaron en hacerlo una vez más. Pero en 2020 parece impensable, si ni siquiera se puede salir para ensayar.
No es fácil el encierro, la incertidumbre. Si una idea de final corre por la espalda de toda la sociedad, qué decir de aquellos que tienen más camino recorrido.
¿Hablarán de eso Naum y David en las charlas telefónicas que los sostienen comunicados? ¿De la necesidad que tienen de encontrarse para poder hacer, juntos, lo que más les gusta?
Sí, quieren hacer una obra, se juramentan hacerla. “Dale, Ruso, escribamos, ensayemos”, propone Naum en 2019. David acepta y empiezan con las reuniones en forma inmediata, como si hubieran presentido que no sobraba el tiempo.
Pero vinieron el virus, el encierro, la virtualidad. Para Naum y David todo se hizo más difícil, como para tantísimas personas. Gente de teatro, puro poner el cuerpo, mediados por pantallas. Todo un contrasentido.
La idea de Naum y David naufraga en las aguas de la pandemia. Pero aparece Ricardo.
Ricardo fue alumno de Naum y David en la Escuela Nacional de Teatro hace 30 años. Un llamado suyo, dos en realidad, rompen el tedio de la pandemia. Les dice que tienen que hacer algo juntos los tres, que él los va a dirigir. Que tiene un título para a partir de allí comenzar a construir la obra.
Naum, David y Ricardo arman una célula creativa, a la que se suma Eva. Naum y David aportan sus historias, sus vivencias, sus recuerdos familiares. La materia prima de un texto que se construye por Zoom, herramienta clave de la época. A Naum y David les cuesta un poco manejar esa tecnología, algo que es fuente de los chistes internos que también fortalecen el grupo.
La obra está en marcha. Se construye día a día, sin pausa. El tiempo es finito y hay que aprovecharlo.
Pasa el año 2020. En los primeros meses de 2021 la obra está lista. De a poco empieza a hablarse de la reapertura, con protocolo, de los teatros. Se plantea una posibilidad de estreno.
Pero David tiene problemas de salud y, luego de salir de una internación por una insuficiencia renal, su corazón dice basta. “Murió el actor rosarino David Edery. El prestigioso y querido actor de 83 años brilló en «La Forestal» y actuó en las películas «El asadito», «Hombre mirando al sudeste» y «A cada lado», entre otras”, dice la noticia publicada en los portales locales el 26 de mayo de 2021.
Naum está triste, cómo no. ¿Pensará en su propia muerte? Es muy probable. Pero lo más claro es que piensa en su propia vida. Sigamos con la obra, se plantean con Ricardo.
Naum, Ricardo y Eva analizan quién puede hacer el papel de David. Es difícil, porque el Ruso lo habitó con sus propios recuerdos y relatos familiares, como Naum el suyo. Entonces, aparece Martín.
Martín fue alumno de Ricardo en la misma escuela de teatro en la que Ricardo fue alumno de Naum y David. Tendrá que poner su cuerpo a disposición de un personaje que es mucho mayor que él. Apropiarse de sus recuerdos.
El grupo vuelve a empezar. Se reconstruye el texto, se construye una nueva conexión. Pasan los meses, la pandemia afloja, se abren más posibilidades. El 12 de noviembre se estrena la obra en el Centro de Expresiones Contemporáneas (CEC). David no está pero su hijo Martín es parte del equipo, se ocupa del vestuario.
Se suman las funciones. Primero en el CEC, después en Espacio Bravo y la obra llega a La Comedia.
Ya es junio de 2022. El teatro de calle Mitre está casi lleno. Naum y Martín salen a escena y sostienen durante una hora un diálogo, una danza, que nos conecta con otros mundos que también son nuestros, que nos constituyen culturalmente. Hay risas, hay lágrimas. Naum se planta frente al público y su mirada penetra de la primera a la última fila. Martín sacude con su intensidad. La obra es un terremoto, un tsunami de emociones.
Que no terminan ahí. Tras el final, al saludar al público, Naum cuenta la historia de cómo se edificó la obra que había comenzado en su imaginación junto a su amigo de siempre, ese que se fue antes del estreno. Y dice que lo sabe presente, tanto que asegura que le dice “cosas al oído de Martín”, que asiente, confirma. “David, esto es para vos”, grita Naum en dirección a los fantasmas de La Comedia.
Naum Krass, Martín Fumiato y el director Ricardo Arias saludan por última vez, mencionan el aporte de la asistente de Dirección Eva Ricart. El aplauso estremece tanto como todas las historias que circulan en el teatro. Las que cuenta la obra y la que cuentan de la obra, que se llama “Dos viejos judíos”, el título que les tiró Ricardo a Naum y David en ese primer llamado.
Alguien, que es judío y superó los 50, dice que cuando sea grande quiere ser como Naum, que verlo le genera una esperanza sobre la vejez. El amigo que lo acompaña le contesta que a él le gustaría morir como David, con motivaciones de vida, apasionado, hasta el último día. Entonces, lanza su propuesta: ¿Y si empezamos teatro?