En mayo de 2019, Keanu Reeves fue invitado al talk show de Stephen Colbert para promocionar su película “John Wick 3” y compartir algunos detalles y anécdotas sobre el detrás de escena del rodaje. En un momento determinado de la entrevista, Colbert sorprendió al actor con una consulta inesperada “¿Qué crees que pasa cuando morimos, Keanu Reeves?”. En un primer momento, la pregunta causó gracia entre la audiencia del programa, pero Reeves se quedó pensando en silencio durante unos segundos para responder con una profunda reflexión: “Lo único que sé es que cuando mueres, todos los que nos aman nos van a extrañar muchísimo”.
La respuesta, aparentemente simple pero profundamente conmovedora, tiene su origen en una vida marcada por la tragedia personal. Desde la muerte por sobredosis de su mejor amigo, River Phoenix, en 1993, pasando por el nacimiento prematuro de su hija y su posterior fallecimiento a las pocas horas, hasta el fatídico accidente automovilístico que le arrebató a su entonces pareja Jennifer Syme en 2001, Reeves ha tenido que sobrellevar desgracias devastadoras. En una ocasión, expresó: "El duelo y la pérdida no te abandonan nunca".
Atravesar la muerte de un ser querido es uno de los mayores desafíos emocionales que podemos enfrentar, generando una vorágine de sensaciones intensas, entre ellas dolor, negación, enojo, culpa, incredulidad y vacío existencial. La muerte, al igual que el nacimiento, forma parte del ciclo de la vida, sin embargo, eso no la hace más fácil de asimilar cuando se trata de alguien muy cercano a nuestro corazón. No solo lloramos por la partida, sino por todos los momentos que ya no podremos compartir. Por los planes que se desvanecen, por lo que fue, y por lo que ya no será.
En la era digital que vivimos, sobrellevar el duelo se ha vuelto aún más difícil. Chats y audios de WhatsApp, imágenes en Instagram, vídeos en TikTok, y los últimos tuits publicados, inmortalizan los recuerdos en los rincones más inesperados del mundo virtual, avivando la nostalgia y conspirando contra el necesario proceso de aceptación de la partida.
Sin embargo, algunos han aprovechado estos fragmentos de información para recrear digitalmente a un ser querido y seguir conversando con él, como si el tiempo y la muerte no hubieran sucedido. Así nació inicialmente Replika, la aplicación de chatbot de IA, un amigo virtual siempre disponible para charlar, y que en algunos casos se ha convertido en una relación romántica.
En 2015, Eugenia Kuyda, una emprendedora especializada en inteligencia artificial nacida en Rusia pero radicada en San Francisco, California, se encontraba trabajando en el desarrollo de un chatbot que ofrecía recomendaciones de restaurantes, cuando la sorprendió la inesperada muerte de su mejor amigo en un accidente de tránsito.
Buscando una manera de recordarlo y seguir conversando con él, creó un chatbot alimentado con todas las charlas y mensajes que habían intercambiado a lo largo de su amistad. Luego, lo subió a la tienda de aplicaciones de Apple, para que todos pudieran hablar con él aunque no lo conocieran. La respuesta de los usuarios la sorprendió, y empezaron a llover mensajes a la empresa con solicitudes para crear sus propios bots personalizados, ya fuera replicando a un ser querido fallecido o generando un gemelo digital de sí mismos.
Una idea similar tuvo el periodista californiano James Vlahos, quien en 2016 descubrió que su padre estaba muriendo de un cáncer terminal y, en una carrera contra el tiempo, decidió reunir la mayor cantidad de recuerdos posibles. Recopiló decenas de historias, anécdotas y recuerdos de su infancia. Grabó audios de su voz, rescató viejas fotografías familiares y videos caseros. Y con todo este material programó un chatbot conversacional, una réplica digital de su padre que capturaba su esencia y su forma particular de expresarse. A esta versión artificial de su papá lo bautizó “Dadbot”, y si bien nunca pudo reemplazar su ausencia, al menos le dio algo de consuelo.
Al mismo tiempo, esta experiencia también proporcionó la inspiración para crear HereAfter, una startup tecnológica que permite crear representaciones de seres queridos fallecidos para poder interactuar con ellos. O bien, cargar nuestros propios recuerdos para que, una vez que hayamos abandonado el mundo físico, nuestros familiares y amigos puedan seguir en contacto con nuestra versión digital.
Este particular fenómeno está ganando terreno a nivel mundial. En China, algunas empresas funerarias también están adoptando la misma tecnología, permitiendo a los familiares hablar con un avatar del difunto en una pantalla para una última despedida. Por su parte, la empresa surcoreana de avatares realistas DeepBrain AI también opera en el mismo sector con uno de sus productos, Rememory, un servicio de humanos virtuales que recrea a los familiares fallecidos de sus clientes desde su físico hasta su voz.
Poder seguir dialogando e incluso creando nuevas memorias con avatares digitales de seres queridos seduce a muchos que no logran procesar del todo la pérdida. Sin embargo, para los especialistas en salud mental, este inquietante fenómeno emergente no solo es preocupante por su potencial impacto psicológico, sino que incluso puede ser peligroso. “¿Por qué te digo que es peligroso? Porque es insano, precisamente”, asegura a Rosario3 Héctor Albornoz, Dr. en psicología y psicoterapeuta cognitivo. “Lo que hace esto es impedir el proceso natural del duelo. Ante un fallecimiento de un ser querido, ocurre la negación inconsciente de que esto esté ocurriendo, te negás a aceptar que esa persona murió. Entonces, si a esta negación le agregamos todas estas posibilidades de eternizarlo con imágenes, videos y poder interactuar, esto es terriblemente nocivo para el psiquismo, porque el duelo se hace crónico cuando no se puede procesar, y esto contribuye con eso. Está favoreciendo a lo que nosotros precisamente queremos evitar, que el duelo se torne patológico”, explica Albornoz. “Estar hablando con una persona que ya no está, es romper con la realidad”. Si bien reconectar con la esencia virtual del difunto puede brindar alivio momentáneo, también existe el riesgo de que estas experiencias inmersivas terminen fomentando un apego enfermizo que obstruya el necesario proceso de duelo y aceptación. “La parte patológica del duelo es cuando se apunta desde la melancolía, cuando hay una permanente negación a que esto esté ocurriendo y te empieza a afectar el estado anímico”, describe el psicoterapeuta. “Hago una diferenciación entre el dolor del duelo y el sufrimiento de la melancolía. El dolor tiene que ver con esta pérdida, es un proceso que hay que transcurrir, transitando en el tiempo y adaptando nuestro psiquismo a esta realidad dolorosa”, precisa el Dr. Albornoz. “Mientras que el sufrimiento es correrse de ese camino porque es muy doloroso y acampar al costado. Ya no es dolor, es sufrimiento, y el sufrimiento te va a llevar a usar cualquier herramienta que te dé la posibilidad de no aceptar esa realidad. Y eternizar a ese ser querido negando la realidad es lo más parecido a un delirio”, indica. El duelo es un proceso complejo y profundamente personal, y la introducción de elementos artificiales como avatares ultrarrealistas conversacionales podría obstaculizar el proceso natural de sanación. Según el experto en terapia cognitiva, “lo saludable es elaborar el duelo, separando el recuerdo del sentir. Hoy puedo hablar del fallecimiento de un ser querido, pero porque lo separé del dolor que me causó esa muerte. Esto, en cambio, es precisamente todo lo contrario, es la más cruel negación de que esa persona está muerta. En algún momento la realidad te golpea de frente y tenés que mirar para un costado, pero terminas psicotizandote”. La tecnología más avanzada puede ser una herramienta útil para inmortalizar recuerdos y memorias, pero no siempre es la respuesta, y de ninguna manera puede sustituir los profundos procesos naturales de aceptación y asimilación de la pérdida de un ser querido. Negarnos a admitir la irreversible y dolorosa realidad de la muerte, aferrándonos patológicamente a una fría réplica digital, solo nos alejará aún más de la verdadera sanación emocional. A veces, las soluciones más antiguas y probadas son las que mejor funcionan. No queda más que abrazar la realidad con plena consciencia y transitar este proceso a nuestro propio ritmo.
Estos “chatbots de legado” combinan diferentes tecnologías avanzadas, desde el procesamiento del lenguaje natural, el aprendizaje automático y algoritmos de inteligencia artificial para simular conversaciones realistas, hasta deepfakes capaces de crear vídeos que reproducen la apariencia y la voz de las personas con fidelidad ultrarrealista. Esta inesperada demanda por interactuar con asistentes virtuales moldeados a partir de personas reales reveló la necesidad latente de mantener vivos vínculos afectivos profundos más allá de la finitud física.