La expansión de la industria de la inteligencia artificial (IA) no requiere únicamente del desarrollo de más y mejores soluciones de software, sino además de la infraestructura necesaria para almacenar los datos de los que se sirven los modelos inteligentes y para la ejecución de diferentes aplicaciones. Es por esto que OpenAI, empresa líder del sector, está apuntando a contar con sus propios chips.
Los creadores de ChatGPT, que con su chatbot inteligente ganaron una importante cuota del mercado de aplicaciones de IA, actualmente se sirven del hardware de AMD y Nvidia, fabricantes de semiconductores y de Unidades de Procesamiento Gráfico (GPUs) que ocupan un lugar indispensable en el sector. Pero para cubrir sus requerimienos técnicos, la empresa busca expandir su disponibilidad de chips.
Por esa razón fue que durante el último año inició convesaciones con Broadcom, compañía especializada en la producción de circuitos integrados para aplicaciones específicas, es decir, chips pensados para dedicar toda su potencia a un único propósito. Se trata de un proveedor de otros jugadores dominantes en el sector, como Google y Meta.
En paralelo, OpenAI también realiza consultas con Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), el gigante asiático que se mantiene como el principal fabricante de chips del mundo.
Aunque la idea inicial era reunir capital para financiar la instalación de sus propias fábricas de chips, conocidas como "fundiciones", los directivos de la firma decidieron descartarla por los costos que implicaba. En su lugar, se centrarán en el diseño para delegar la construcción.
Esto llevó a la compañía dirigida por Sam Altman a conformar un equipo de unos 20 ingenieros especializados en la construcción de TPUs (Unidades de Procesamiento de Tensores), un tipo específico de chip diseñado para el procesamiento de tareas de IA que requieren grandes cantidades de operaciones de multiplicación de matrices. Ese equipo incluye a Thomas Norrie y Richard Ho, diseñadores de los chips Tensor de Google.
Según Reuters, OpenAI planea fabricar sus primeros chips en 2026. Estos estarán enfocados, además, en procesos de inferencia. A diferencia de los semiconductores de entrenamiento, utilizados para darle forma a las redes neuronales de los modelos inteligentes, los de inferencia se centran en la aplicación eficiente del modelo de lenguaje para obtener resultados más rápidos y precisos.
La industria de la IA, que creció a un ritmo vertiginoso durante los últimos dos años, está cercada por la limitación que supone el tener que expandir su disponibilidad tanto de centros de datos como de chips con la potencia suficiente para cubrir sus demandas.
Es por esto que las compañías del sector recurren a distintos proveedores, mientras que aquellas con mayor capital invierten en el desarrollo de sus propias unidades de procesamiento.