La ex fiscal general contra el crimen organizado de Colombia, hoy concejal de la ciudad de Medellín, Claudia Carrasquilla tuvo una intensa agenda de reuniones y recorridas esta semana en su paso por Rosario y la región. En un mano a mano con Rosario3 dejó una serie de definiciones vinculadas a la seguridad ciudadana y la necesidad de “articular el trabajo entre autoridades municipales y fiscales”, “depurar la policía provincial”, e “investigar a los delitos más comunes como el robo de viviendas dentro de un esquema que involucra también a las grandes bandas criminales”. Sobre la situación en la ciudad sentenció que algunos puertos están “permeados” por el narcotráfico donde “contaminan” los barcos para sacar estupefacientes.
La conocen como la dama de hierro y estuvo al frente de las investigaciones en su país hasta que se jubiló y se dedicó a la política. Está de acuerdo con el modelo Bukele a la hora de combatir a los responsables de la criminalidad y confesó que “hay que hacer la vista gorda” con los Derechos Humanos porque “es la única solución” para actuar contra las bandas.
Carrasquilla se reunió con autoridades provinciales, intendentes de la zona, concejales de Rosario, legisladores, empresarios, magistrados y funcionarios del MPA, entre otros. Y habló a solas con Rosario3.
–¿Qué síntesis hace después de varios días de recorrida, visitas y entrevistas con los actores institucionales de nuestra zona?
–El diagnóstico es que el narcotráfico, micro-tráfico y los delitos conexos son una de las mayores afecciones que tienen las ciudades. En algunas no existe articulación entre autoridades que permitan combatirlos por inacción o falta de voluntad de los mandatarios, en cambio en otras hay una participación activa de los intendentes con una visión amplia de la problemática.
–¿Cómo ve la situación de la ciudad de Rosario?
–Es común a otras, con fuerte presencia del narcotráfico que permea a algunos de los puertos, más allá de que no se diga. El narcotráfico contamina los barcos para sacar estupefacientes. Se trata de no negar sino combatir ese flagelo
–¿La situación que vive Rosario se parece a la que vivió Medellín?
–Sí, hay una similitud porque existen narcos de gran escala, también el micro-tráfico y otras conductas anexas que afectan la seguridad ciudadana a través de hechos como homicidios, robos y otros delitos menores.
–¿Hay conexión entre las bandas narcos con los hechos de robo y arrebatos?
–En cierta manera, sí existe. Si alguien roba un televisor, ese sujeto lo lleva a un receptador y ese receptador está involucrado con un grupo criminal para colocarlo.
–¿Qué le puede aportar con su experiencia a Rosario?
–Hacerle entender al intendente y contarle que él cuenta con herramientas desde la seguridad ciudadana que puede implementar y son las buenas prácticas de relacionamiento con fiscalías, autoridades y concejales, entre otros. Trabajar en pos de lo que viene afectando al ciudadano como son el hurto de viviendas y para ello implementar un trabajo articulado para prevenir o cómo reaccionar e investigar esos delitos. Pero hacerlo no como hechos independientes sino conocerlos e investigarlos como si fuera una cadena criminal para determinar a los autores. Otra, es invertir en tecnología porque las cámaras de seguridad son muy importantes.
–Pero algunos municipios no pueden hacerlo por una cuestión de recursos.
–Uno de los intendentes me decía que no podía invertir recursos en la policía y la fiscalía por cuestiones de ley. Pero sí pueden buscar capacitación para que las fiscalías y la policía de vigilancia puedan avanzar en el esclarecimiento de los delitos que apuntan a la seguridad ciudadana, más allá de la aplicación de cualquier ley que le impida al intendente destinar recursos.
Policía y Justicia
–Hay sectores de la policía provincial que formaban parte de las organizaciones criminales, ¿hay que depurar a la Policía?
–Hay que depurarla, por supuesto. No basta con hacer controles para evitar el relacionamiento con los criminales. Hay que crear una política de transparencia policial que venga desde las direcciones generales pasando por lo local. Debe existir un cuerpo de fiscales para investigar a los policías corruptos y hacerlo no de manera separada e independiente sino relacionarla con las investigaciones de las bandas criminales para ver cómo esos policías se manejan dentro de la misma estructura.
–Acá se hace mucho hincapié en la presencia de fuerzas federales para combatir al narco-delito.
–No es necesario. Lo que ocurre es que hay vinculación entre la policía provincial con el delito y por eso se llama a las fuerzas federales. En la medida que se vaya capturando y cerrando esa vinculación, no será necesario.
–¿Cómo ve el papel de la Justicia en Argentina a la hora de combatir el narcotráfico?
–Totalmente desconectada de la realidad que tiene el país, no conocen de la política criminal, sólo saben aplicar las leyes y la Constitución. Desconocen del problema que hay en la calle y sobre los que ellos tienen que actuar a la par de la fiscalía y la policía. Los jueces son parte del ecosistema de persecución criminal.
–A los líderes de las bandas se los ve como referentes de muchos jóvenes que encuentran en ellos la única oportunidad de crecer económicamente y tener un nivel de vida distinto al que crecieron.
–Al delincuente le esperan dos caminos: la cárcel o la muerte. Delinquir no paga, porque tiene una de esas dos opciones. En Medellín, hay un plan para atraer a los jóvenes y no trabajen para las bandas, para que se acojan a oportunidades de estudio, de trabajo y a tener ingresos similares a los que les paga una organización criminal, y también se les brinda tratamiento si es que son adictos.
Cárceles y modelo Bukele
–¿Está de acuerdo con el modelo Bukele?
–Totalmente. Estuve en El Salvador antes de que llegara Bukele y conocí la forma de actuar de los Maras y las pandillas y cómo violaban y utilizaban la violencia contra la mujer para presionar a las familias para cobrar la extorsión. Me pareció terrible que las mujeres terminaban siendo vejadas y asesinadas para dejarles una advertencia a sus contrarios. Entonces, el sistema de Bukele a la luz de los Derechos Humanos no está bien pero frente a un sistema de delincuencia como el que describí era la única solución
–¿Usted cree posible instaurar un sistema como el de Bukele en países como Argentina que tiene firmados pactos como el de San José de Costa Rica y la Convención Internacional de Derechos Humanos?.
–Obviamente va en contra de esos pactos. Pero si quiero hacer una batalla contra el crimen organizado tengo que hacer vista gorda con la violación de eses Derechos Humanos porque ellos no tienen ningún tipo de contemplación en la violación de los Derechos Humanos de las mujeres. Lo importante es que el Estado se sobreponga sobre la criminalidad y que esté claro que al Estado se le respeta.
–¿Qué debería hacerse en el sistema carcelario argentino?
–En Argentina hay un hacinamiento del 160 por ciento de las cárceles y eso genera impunidad con el personal de seguridad. El Estado no puede imponer sanción porque no hay donde llevar al detenido. El Estado debe crear otras cárceles para que las personas puedan cumplir sus penas. Hay que pensar en un sistema carcelario diferente.
Entre la Fiscalía y la Política
–¿Por qué se dedicó a perseguir la criminalidad?
–No cualquiera se atreve a meterse en esto, esto es una vocación como el de ser una religiosa. Me tocó la violencia de Pablo Escobar y vi caer muchas personas por cuenta de la violencia generada por el narcotráfico. Por ello quise estudiar Derecho y perseguir la criminalidad.
–¿Cuál fue el motivo por el que dejó la fiscalía y se metió en la política?
–Me jubilé de la fiscalía y me invitaron a la política.
–¿Cuándo trabajaba como fiscal ya pensaba en meterse en política?
–En la vida jamás pensé en hacer política, siempre pensé en las estrategias de investigar a los políticos. Cuando salí pensionada me propusieron ser senadora y trabajar por una reforma de la Justicia desde el ámbito del operador judicial. Al final resulté elegida para trabajar como concejal de mi ciudad, Medellín.
–¿Es más fácil la política que la Justicia?
–Es peor la política, prefiero trabajar en la fiscalía. Porque la política es sucia, existen traiciones, si te destacas se te vienen encima los detractores de tu mismo partido o la oposición que te quieren hacer caer o que no progreses. En cambio, en la fiscalía sabes dónde está el bandido y por donde te va a dar o cuando. En política, no sabes quién es el bandido.