Franco “Tati” García (28), un pistolero oriundo de barrio Bella Vista que hace tres años sobrevivió ocho impactos de bala, fue condenado a 23 años de prisión por dos crímenes registrados en 2020 y 2021 en barrio Triángulo, zona oeste. La pena fue impuesta este miércoles en el marco de un acuerdo abreviado que tuvo el visto bueno de un tribunal de tres jueces.

Las causas que involucran a García, que según dijo no terminó siquiera la escuela primaria, supuran violencia y sean, acaso, botones de muestra de la narcocriminalidad más rústica, aquella en la que la muerte es la moneda de cambio.

Uno de los crímenes que García consintió haber cometido es el de José Alejandro “Tuquita” Arias, un hombre de 55 años que fue acribillado en la noche del 5 de marzo de 2020 en Liniers al 4100, en una vivienda donde había recalado recientemente, escapando de la violencia.

Según la investigación, García junto con dos cómplices –se especuló que podrían ser dos hermanos– bajó de un VW Gol azul y se dirigió a la víctima y le efectuó varios disparos, frente a los familiares.

José Arias fue trasladado en el auto de un vecino al Hospital Carrasco, donde lo único que pudieron hacer fue confirmar su muerte.

Más de un testimonio señaló a “Tati” García como su matador. “El acusado demostró un claro desprecio por la vida al atacar de manera desproporcionada a la víctima”, dijeron este miércoles los fiscales Alejandro Ferlazzo y Georgina Pairola ante el tribunal de los jueces Hebe Marcogliese, Silvia Castelli y Rodrigo Santana.

El caso estuvo signado por un sostenido encono entre la familia García y los Arias, apodados los Tuquitas. Una pica vecinal de la que existen registros de denuncias, al menos desde 2017. Ocurre que los Arias fueron vecinos de los García en el pasaje Racedo al 4400, en Bella Vista Oeste, hasta enero de 2020, el mes en el que la tensa convivencia estalló en pedazos. A la par, en ese pasaje se registraron innumerables incidentes de balaceras.

El 5 de enero de 2020 en esa cuadra mataron a tiros a Kevin García e hirieron a Alan, dos hermanos de Franco. Los García culparon a un tal Brian Arias del ataque. Y al día siguiente, la casa de los Arias ardió en llamas. Esa fue la antesala del crimen de José.

El otro homicidio que admitió haber cometido Franco García es un caso del 20 de abril de 2021. La víctima fue Brian Calegari, un joven del Fonavi del Rouillón y Seguí, un sector que por esos días –y hasta finales de 2022– se transformó en un escenario de disputas entre pandillas.

Según la investigación, a las 17, frente al almacén “Los Barbacena” de Espinillo al 3700, pasó una Honda Biz con Facundo “Chudedo” Lucero como piloto y Franco García, quien con una nueve milímetros disparó a mansalva y le dio muerte a Calegari. Otra vez, el apodo de Tati surgió en la escena en boca de varios testigos. “Es sicario”, dijeron. Chudedo está pronto a ir a juicio.

En el lugar era habitual la presencia de soldaditos y vendedores de droga. Y aunque el comentario señalaba que Brian no vendía, sí dijeron que era amigo de gente que estaba en el negocio, que a su vez involucra a algunos familiares.

Según trascendió, el ataque vino de parte de una banda afincada en Felipe Moré y Biedma, comandada por “los Lucero” y de la que Franco García era parte. Del otro lado, estaba una bandita que vendía entre los monoblocks bajo la tutela de un jefe narco preso ligado a Los Monos.

“Ariana Lucero [asesinada en mayo de 2022] quería tomar la venta del Fonavi, una vez por semana tiraban y a algún pibe se la pegaban. Ese día le tocó a Brian”, sentenció un testigo de esos días atribulados en Rouillón y Seguí.

Al día siguiente llegó el vuelto: dos sicarios entraron al grito de “policía” en pasaje Racedo y fusilaron a Ronald García, un hermano de Franco. El caso tiene a dos detenidos con pedido de prisión perpetua.

Franco “Tati” García no caería preso hasta septiembre de 2021, en circunstancias algo extraordinarias: el domingo 15 de septiembre le dispararon ocho tiros en Servando Bayo y Riobamba, lo llevaron al Heca, soportó una operación y salió adelante. En el medio, dio una identidad falsa, pero nadie le creyó. Desde entonces, sigue a la sombra en la cárcel de Piñero. Hoy ya con una condena a 23 años.