David quiso vender una bicicleta a fines de abril y todavía vive una pesadilla. Publicó el rodado en un sitio de compra y venta online y su CBU terminó asociado a una empresa de créditos y él con un préstamo que nunca solicitó, por 95 mil pesos. Luego llegaron facturas por compras y servicios que tampoco hizo ni contrató.
En contacto con el programa De 12 a 14 (El Tres), David contó cómo empezó la pesadilla. El 24 de abril se contactó con él un interesado en la bicicleta que había puesto a la venta por Internet por 20 mil pesos. Acordaron finalmente concretar la transacción por transferencia y flete: el comprador le depositaba el dinero y David le mandaba el rodado a través de un tercero.
En medio de la cuarentena por coronavirus, parecía la mejor opción para evitar desplazamientos y contactos innecesarios. David le pasó su CBU y esos números bastaron para desencadenar una seguidilla de dolores de cabeza.
El comprador le pidió usar una cuenta empresa para hacerle la transferencia pero David se negó. Sin embargo, horas después de esa conversación un hombre que dijo ser el jefe del comprador de la bicicleta –a quien nombraremos Gonzalo– lo llamó porque el tal Gonzalo se había confundido y en lugar de transferirle 20 mil pesos le transfirió 95 mil. Esta persona le reclamó a David los 75 mil que sobraban.
Fue entonces cuando David, que vive en barrio Alberdi, comenzó a sospechar. A pesar de las amenazas del supuesto jefe, David no hizo ninguna transferencia. Luego se enteró que la empresa que le depositó los 95 mil pesos era en realidad una firma de préstamos y que con su CBU alguien sacó un crédito a su nombre.
Es decir, si caía en la trampa, David iba a tener que pagar una cuota mensual hasta saldar el crédito más los intereses. Y claro, iba a perder 75 mil pesos.
David se contactó con un abogado y logró aclarar la confusión aunque, advirtió, la empresa nunca reconoció el "error" de haber asignado un préstamo a alguien que, en verdad, jamás lo había solicitado.
No obstante, al poco tiempo comenzó a ver movimientos extraños en su cuenta: facturas de gas de Buenos Aires (Metrogas) y de una concesionaria de Chubut. La pesadilla continuaba.
Hizo la denuncia al Ministerio Público de la Acusación (MPA) y todavía espera respuestas. Mientras tanto cerró su cuenta bancaria y continúa con el pago de todos los trámites –cartas documentos, sellados y abogados– a los que tuvo que recurrir para demostrar que lo habían estafado.