Este jueves viví un suceso que no voy a olvidar jamás, me colmó el cuerpo de una adrenalina muy rara y además me llevó a reflexionar sobre lo que puede llegar a hacer una persona bajo los efectos del miedo.
Estuve trabajando en el móvil de Radio 2 y fui a cubrir un robo que se produjo en un local ubicado en calle Presidente Roca entre Córdoba y Rioja. Llegué al lugar, vi policías por todas partes, vecinos que cerraban los locales linderos al negocio robado por miedo, caras de pánico y gente que repetía: “¡El ladrón está en el edificio!”. Me acerqué a una chica que vi parada sola, muy desabrigada y le pregunté: “¿Tenes idea que paso?”. Y me respondió: “¿Cómo no voy a saber si estaba adentro?”.
Ahí me detuve y empecé a entrevistarla sobre lo ocurrido. La joven me contó que estaba midiéndose un pantalón en un negocio, y luego ingresó un delincuente armado al local y le robó todas sus pertenencias a ella y a otras personas que estaban también midiéndose ropa. Unos segundos más tarde, escuchó que la policía rompió la puerta del negocio e ingresó. Al oír el estruendo, el ladrón decidió escapar por la puerta lindera a un edificio que forma parte de la infraestructura del mismo local de ropa que estaba siendo asaltado.
En ese momento me salió consultarle a la chica si todas sus cosas se las había llevado el delincuente y me dijo, "una parte sí y la otra esta adentro del local. Sólo tengo lo puesto, que es la ropa que me estaba midiendo hasta que llegó el ladrón", y por dentro pensé, es por eso que está tan desabrigada, justo la semana más fría del año.
En ese momento la policía revisaba cada uno de los rincones del edificio, oficiales entraban y salían, hasta que uno de ellos, pasada una hora y media de búsqueda dice: "Listo gente, vamos a levantar, es solo un delincuente que entró a robar y ya se escapó".
Cuando el oficial informó esto yo comencé a preparar mi crónica de cierre. En ese momento se acercó un colega y me preguntó cuántos pisos tenía el inmueble en cuestión. No lo sabía y me quedé con esa intriga hasta que vi salir del edificio a una señora con un joven de la mano. Me acerqué a preguntarles detalles del lugar donde vivían. En ese instante vi que el nieto apretaba demasiado fuerte la mano de la pobre abuela que no podía ni caminar. Me resultó muy raro, encendí el micrófono y comencé a entrevistarlos. Inmediatamente llegaron más colegas y entre todos los apabullamos con preguntas.
El nieto con la abuela estaban muy nerviosos, le preguntamos detalles de cómo era el edificio y no sabían responder. El joven “pisaba” con palabras a la abuela permanentemente y no la dejaba hablar. Terminamos de grabar, nos miramos con los colegas y nos dimos cuenta de que el nieto no era el nieto, era el delincuente que estaba amenazando a la pobre abuela para poder usarla de coartada y salir del lugar.
La abuela nos miraba aterrada y en un momento, cuando los dos se iban caminando abrazados, le preguntamos, señora: “¿Él es su nieto?”. Nos susurró por lo bajo, con la cabeza agachada; “No, este chico no es mi nieto”.
En ese momento los periodistas alertamos a la policía y fue el final de esta increíble historia. Corrieron al delincuente y a la abuela, y luego pudieron detenerlo.
El joven ladrón quiso ser estratega y escapar de los ojos de la policía, pero no pudo con la mirada de la prensa.
Y así tuvo su fin esta insólita cobertura en la que un joven fue ladrón, vecino, nieto y entrevistado de la prensa local en tan solo cuestión de minutos.
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