Lo primero que se ve en su brazo izquierdo es el tatuaje de los anillos olímpicos con la leyenda Atenas 2004. El Chelito Delgado lo tiene grabado en la piel. Aquella medalla dorada con la selección de fútbol dirigida por el Loco Bielsa que cortó una sequía de 52 años sin oros para nuestro país lo marcó a fuego: "Quizás no se le da la importancia que se merece, pero haber ganado la dorada en esos Juegos Olímpicos con la camiseta de mi país es lo mejor que me pasó en mi carrera", dijo el ex delantero de Central, que tiene –entre otros logros– títulos con Monterrey en México y con Olympique de Lyon en Francia. Además de un par de subcampeonatos con la selección mayor.
"Tendrían que darle más valor a semejante logro. Fue histórico ganar la medalla de oro, después de tantos años. Y ese día lo conseguimos en fútbol y en básquet. Y espero que al fútbol se le empiece a dar más importancia en los Juegos" dijo el Chelito sentando postura.
El fútbol argentino jamás había logrado una dorada en un Juego Olímpico y el deporte nacional no subía a lo más alto del podio desde aquella jornada épica en que la dupla de remeros Capozzo-Guerrero fueron campeones olimpícos en Helsinki 1952.
Aquel equipo dirigido por Marcelo Bielsa fue una verdadera aplanadora dentro de la cancha y consiguió el oro con registros únicos. Ganó los 6 partidos que disputó –a Serbia, Australia, Túnez, Costa Rica, Italia y Paraguay– con 17 goles a favor y valla invicta; más el plus de que Carlos Tévez fue el máximo artillero del certamen y de que Bielsa repitió siempre la misma formación inicial.
"Era un gran equipo, no me acordaba que jugamos siempre los mismos 11", reconoció. Y agregó: "Yo jugaba por izquierda, adelante del Kily porque por la derecha estaba Mauro Rosales y Tévez era el 9. Teníamos un equipazo con pibes que a partir de ahí despegaron. En el medio, además del Kily, estaban Mascherano, Lucho González y D'Alesandro. Los tres mayores eran el Kily, Ayala y el Gringo Heinze" (solo le faltó mencionar al defensor restante, que era Coloccini y a Germán Luz que fue el arquero).
El Chelito repasó como fue el germen de aquel equipazo: "Nos conocíamos bien porque ya veníamos jugando desde el Preolímpico de Chile. Bielsa nos conocía y tenía bien aceitado el equipo. Era ultra ofensivo, a veces jugábamos sólo con uno o dos en el fondo porque atacábamos todos. Jugábamos desordenados dentro de un gran orden. Era un grupo con una gran química. Nos cagábamos (sic) de risa todos juntos. Un grupo humano y profesional hermoso".
Delgado anotó dos tantos en la competencia y uno de ellos, ante Serbia, fue el que abrió el camino (el otro fue ante Costa Rica en cuartos de final): "Abrí los Juegos Olímpicos con ese gol porque era el primer día de competencia (el fútbol es el único deporte que comienza a jugarse antes de la ceremonia inaugural). Hicimos una gran pared con D'Alesandro y después me llevé a un par de jugadores y la clavé desde lejos. No sé bien cómo hice porque le pegué de zurda" comentó entre risas.
A su vez, recuerda: "El partido más duro fue el de Italia (la semifinal). Me acuerdo que todos hablaban del 10, que era Pirlo y tenían varios buenos jugadores (De Rossi, Gilardino, entre otros). Nos costó mucho destrabarlo y después lo encaminamos. Ese partido la rompió Lucho González que hizo uno de los goles (el primero) y también Tévez, que en realidad la rompió todo el torneo".
Delgado no solo disfrutó el torneo de fútbol, sino que especialmente disfrutó del contexto: "Ese espíritu olimpíco es muy lindo. Nos teníamos que hacer la cama nosotros mismos. Hacíamos fila para ir al baño o para ir a comer. No estábamos acostumbrados a eso, pero nos adaptamos y la pasamos muy bien. Cruzarte con deportistas de todas partes del mundo fue hermoso. Fue la experiencia más linda que me tocó vivir" cerró.
Marcelo Bielsa, el conductor
En medio del diálogo, el delantero le dedicó un párrafo a ese técnico especial que los llevó a la gloria: "Es un entrenador muy obsesivo y muy exigente, que le llega mucho al jugador y tiene muy en claro lo que quiere para su equipo. Me enseñó muchísimo: movimientos y otras cosas que yo no conocía, como jugar de extremo por ejemplo. Eso me sirvió para cuando me tocó ir a Europa. En ese momento, él ya jugaba así (con extremos) y hoy todos juegan así. Era un adelantado".
Y agregó una pequeña anécdota clásica: "Nunca nos cargábamos con él porque había mucho respeto. Pero una vez estábamos comiendo en una concentración y justo estaban pasando en el televisor ese clásico que ganamos 3 a 0 con un gol mío (el del 22 de marzo de 2003) y cuando pasó delante mío me miró fijo. Pero no nos dijimos nada. Era muy respetuoso", dijo entre risas.
Los rosarinos
Otro detalle que marcó puntualmente César fue la buena relación que en ese momento existía entre los rosarinos que compartían selección: "Habíamos hecho un grupo los de Newell's (Rosales y Coti Fernández) y los de Central (Lucho Figueroa, Cata Díaz y yo) porque nos conocíamos de acá. Y cuando viajábamos a Buenos Aires a entrenar íbamos todos juntos. El Coti nos pasaba a buscar en un Peugeot que no tenía ni aire acondicionado. Llegábamos a Ezeiza con los vidrios bajos y los ojos achinados de semejante viaje", contó.