El pasado viernes murió Israel “Suñe” Feldman, conocedor como muy pocos del suelo litoraleño y argentino, ingeniero agrónomo (UNLP) y máster en Ecología de la Universidad de Nebraska-Lincoln (Estados Unidos), consultor y docente, quien llegó a colaborar con los cascos blancos de la ONU en Santiago del Estero al enseñar a los peones a producir su tierra para sustento.
Reconocido por su capacidad inventiva en el campo, también supo ser escuchado por su retórica lúcida, erudita en diversos asuntos sociales y políticos, aunque lejos estaba de la formalidad, y mas bien era su humor picaresco el que lo caracterizaba.
Fundó la Asociación Argentina de Manejo de Pastizales Naturales y fue su primer presidente. Organizó el primer Congreso Internacional de Pastizales (en 2011) en Rosario, donde arribaron 600 delegados de ciudades del mundo.
A pesar de que era conocido y escuchado en esferas de la política y la economía rosarina y santafesina, Suñe aclaraba ser apartidario, por ser “muy líbero”, y solo buscar aportar para mejorar la vida en sociedad. Así se definía en una entrevista con Rosario3: “Discrepo con todo. Leí las obras completas de Lisandro De la Torre, tengo una gran admiración por él. No por eso me voy a afiliar a su partido”.
Aunque le costó con el idioma, recodaba sobre sus estudios en la Universidad Estatal de Lincoln: “No era difícil. Si aprendés con gusto, no hay nada difícil. El tema no es pasar por la universidad: pasar, lo hace cualquiera. Lo más difícil es que la universidad pase por adentro tuyo, es mucho más difícil que vos la digieras, y eso depende de uno”.
La historia de sus orígenes puede explicar mucho sobre su capacidad inventiva. Aseguraba ser sexta generación de trabajador de la tierra en Besaravia, una provincia en la república de Moldavia, que actualmente pertenece a Ucrania, pero entonces era Rumania. “Así nací, siervo de la gleba, en 1933”, recordaba Suñe.
Inmigró a sus cuatro años junto a sus padres huyendo de los pogromos, y quienes los trajeron en barco a través de Uruguay los estafaron, llevándose los pocos valores que tenían y dejándolos indocumentados.
Desde muy pequeño, además de cursar la escuela, Israel Feldman ayudó a su padre a trabajar el campo, donde aprendió sus saberes de la tierra pero también a ser jinetero. En una biblioteca de Ceres, que dirigía el sobrino nieto de Nicasio Oroño, fue un lector incansable, por lo que se autodefinía “un gaucho sin cuchillo y que leía durante horas sobre el lomo del caballo”.
De muy chico conoció a Teresa “Taibele”, una joven judía que luego iba a ser su compañera de vida durante más de 70 años. Con ella formó su familia, y tuvo a sus hijas, nietos y bisnietos. Residieron en Montefiore, Ceres, La Plata, Rafaela, Castelar, y hace 45 años se afincaron en Rosario.
Feldman realizó publicaciones sobre sus investigaciones en pastizales en el INTA Rafaela y la Facultad de Ciencias Agrarias de Rosario. Y entre sus invenciones, en 2019 compartió que se encontraba diseñando un vehículo todoterreno para trabajar el campo, "con motor trifásico de 10 a 12 hp, capaz de llevar a dos personas para atravesar la tierra sin que una lluvia lo detenga, liviano y con ruedas de 30 metros de diámetro y con un gato hidráulico debajo del asiento por si se queda varado en el barro: el gato levanta el auto y salís".
Era conocedor como pocos historiadores de la inmigración y las colonias de los tiempos de Aaron Castellanos, sobre lo cual escribía y disertaba, y aseguraba conocer cada rincón de campo del país en sus viajes de asesoría en agronomía y ciencias de la tierra.
Se reconocía completamente cientificista y por ende ateo, y consideraba su vida espiritual a través de su rezo cívico, el cual recitaba de memoria con varios poemas de Almafuerte, del cual destacaba un fragmento de Los incurables: “Obsesión casi asnal para ser fuerte, nada más necesita la criatura”.