Esta semana comienza con múltiples frentes abiertos para el gobierno argentino. El primero de ellos es internacional: el Fondo Monetario Internacional (FMI) analizará desde este martes la situación del país en una reunión informal del board, que llega en un contexto de tensiones cambiarias y dudas persistentes sobre el esquema de dólar exportador, que aún no logra convencer a los mercados ni generar un rumbo previsible.
En paralelo, el jueves se realizará una nueva licitación de deuda en pesos. Será una prueba de fuego para el Ministerio de Economía: el resultado podría dar señales claves sobre la evolución de las tasas de interés y la confianza de los inversores, que en las últimas colocaciones empezaron a exigir mayores rendimientos, reflejando la creciente desconfianza por la falta de definiciones estructurales en materia fiscal y cambiaria.
Durante el feriado local del lunes, las acciones argentinas operaron con alta volatilidad en Wall Street. Entre los papeles más golpeados se destacó Telecom, que cayó un 7,2% después de que el Gobierno decidiera suspender preventivamente la compra de la filial local de Telefónica, en una jugada que sumó ruido regulatorio y encendió alarmas entre los inversores internacionales.
En el plano local, el Indec publicará en los próximos días una batería de indicadores que pondrán más datos sobre la mesa: ventas de maquinaria agrícola, actividad energética, la balanza de pagos y el estimador mensual de actividad económica (EMAE), todos con fuerte impacto en la percepción sobre la salud del aparato productivo.
En simultáneo, el mundo también se mueve: Donald Trump anunció un arancel del 25% a los países que compren petróleo y gas venezolano. La medida busca recortar una de las principales fuentes de ingreso del régimen de Nicolás Maduro y al mismo tiempo, aumentar la presión sobre China, uno de los principales destinos del crudo bolivariano. Si bien se trata de una medida unilateral de Estados Unidos, podría reconfigurar parcialmente el mapa energético global y, con ello, el equilibrio de precios internacionales.
En medio de este escenario cargado, el sector inmobiliario y de la construcción local ofrece su propia dosis de suspenso. Según pudo saber Ecos365, un jugador rosarino estaría muy cerca de cerrar un acuerdo para quedarse con el megaproyecto que IRSA tenía planeado en el Alto Rosario Shopping: cuatro torres con cocheras integradas sobre calle Thedy. Algunos desarrolladores se bajaron de la negociación por el porcentaje de tierra que debían ceder. Sin embargo, otro actor local se habría animado a avanzar con una propuesta concreta. El visto bueno final depende de un actor inesperado pero clave: la cadena Coto, copropietaria del terreno, que aún no dio su aprobación formal. Si se confirma, la operación podría reactivar una zona estratégica de Rosario, generar empleo y marcar un hito para el real estate en un contexto de extrema cautela. Otras desarrolladoras siguen bajo fuerte tensión financiera.
Así, mientras el gobierno argentino busca señales de respaldo del FMI y apuesta a seducir al mercado con nueva deuda en pesos, los inversores miran de reojo la temperatura política, el termómetro cambiario y el nerviosismo bursátil. Rosario, por su parte, espera que actores de peso definan dar el paso para las inversiones más grandes del año.
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