Edgardo Bauza viene recibiendo numerosos homenajes por su aporte al fútbol tanto dentro como fuera de la cancha. El ex DT de la selección y de Rosario Central padece una enfermedad neurodegenerativa que le impide seguir con su profesión. En las últimas horas, el club de Arroyito inauguró un busto a modo de reconocimiento y el Camello Di Leo, su histórico ayudante durante 24 años, habló con pesar al respecto: “Cuando vi el busto del Patón me puse mal, porque él no puede disfrutar y valorar lo que le están haciendo".
Me hubiera gustado que esté, pero por su problema tiene que estar tranquilo en su casa. Tuve un día de mucha angustia, tristeza y se me mezclaron muchas cosas. Fuimos y somos hermanos, todo duele mucho”, expresó en diálogo con Super Deportivo Radio.
Y agregó el Camello: “Uno nunca está preparado para esto. Me duele haber logrado muchísimas cosas y ahora no poder disfrutarlas juntos. Siempre hablábamos de retirarnos juntos y que íbamos a ir a ver todos los mundiales”, agregó.
Al hablar directamente de la salud del “Patón” Bauza, expuso: “Son etapas diferentes. De arranque, estaba acá en Argentina, podía hablar. Ahora estamos en una etapa donde es necesario forzarlo a que se acuerde, o no. También pasa que por ahí estoy con él y termino lastimándome, porque es como que se está forzando. No tiene sentido. No me gusta eso, tener que forzarlo. Es muy difícil. La verdad que no sé explicarlo”
Y agregó: “Antes teníamos charlas cotidianas, todo el día. Nos mirábamos y ya sabía lo que quería. Tiene que estar tranquilo. Tiene algo que no sé explicarlo bien. No es Alzheimer como decían. Sino otra cosa. Lo hace estar alejado de la realidad. Entonces es necesario estar y exigirlo o pedirle algo que no lo puede hacer”.
“En enero o febrero voy a ir a Ecuador. Tengo ganas de verlo y no me importa si no me conoce. Quiero verlo cómo está. Todos los días pienso que todo lo que le pasa es una mentira y vivo con esperanza de que vuelva a ser él. Cada vez que hablo me pongo mal”, adelantó.
“A mí me da mucha pena acordarme de cuando me decía que él iba a laburar hasta los 68 años y yo hasta los 64. Él me decía que lo único que quería era tener su casita, una pileta y un parrillero para comer un asado con los amigos. Me da mucha angustia que yo pueda disfrutar y él no lo pueda hacer. Eso me hace mal, mal. Él no sabe lo que le está pasando y vive otra realidad. A veces digo qué injusticia todo, qué pena”, finalizó.