El 16 de diciembre de 2023 quedó grabado en la memoria de Rosario Central para la eternidad. Ese día, bajo el abrasador calor de Santiago del Estero, el equipo de Miguel Russo venció a Platense en el estadio Madre de Ciudades con un gol de Maximilano Lovera y se consagró campeón de la Copa de la Liga, luego más de dós décadas de sequía en los torneos locales considerados como ligas. En el primer aniversario, el club y los hinchas recordaron aquella conquista, que tuvo algunas claves, al DT como un hombre decisivo y al clásico rosarino como momento bisagra para el despegue final hacia la estrella. 

"La gloria no tiene precio, dar una vuelta olímpica, no hay forma de no recordarla toda tu vida. A veces cuando vos jugás finales no ves la dimensión del después. El después es para siempre, vos quedás en la historia. Eso es lo que hablaba permanentemente", sintetizó Russo sobre lo que significó ese campeonato con Central. 

La “visita”

Este lunes, a un año de aquella inolvidable jornada para todo el pueblo canalla, que volvió a ser campeón del fútbol argentino después de 36 años –en el medio ganó la Copa Conmebol 1995 y la Copa Argentina 2018–, el club recordó la estrella obtenida en Santiago del Estero con un video que reflejó el “reencuentro” de los futbolistas con el trofeo

En el registro, el capitán Jorge Broun es quien abre una caja, retira le Copa y la deja sobre una mesa, junto a sobres con el nombre de cada integrante del plantel. Después, uno a uno, van pasando y vuelve a estar cara a cara con el trofeo que alzaron hace un año en el Madre de Ciudades.

El clásico y la ruta

En el camino hacia la conquista hubo obstáculos y momentos de incertidumbre, sobre todo en el primer tramo de la etapa regular del campeonato y hasta el clásico ante Newell’s de la séptima fecha. Tras ganar ese partido, el Canalla de Miguel Russo despegó: no volvió a perder, clasificó a los playoff, llegó a la final después de pasar por penales ante Racing y River, y venció a Platense en el encuentro decisivo. 

El clásico rosarino de la fecha 7 en el Gigante de Arroyito fue el trampolín de Central hacia la clasificación a la Copa Libertadores 2024 y a los cuartos de final de la Copa de la Liga. Antes de esa victoria agónica sobre la Lepra, el equipo de Russo estaba 13º (penúltimo) en la zona A, con una sola victoria y dos empates en seis partidos. Tras aquel zurdazo inolvidable de Ignacio Malcorra para ganar 1-0 el derby, el Canalla levantó vuelo.

El festejo de Malcorra en el clásico ante Newell's de la Copa de la Liga 2023.

Del 13º puesto en la tabla escaló hasta el 4º después de ganarle a Arsenal en Sarandí en la última jornada de la fase regular, un triunfo que, ayudado por la derrota de Independiente ante Talleres de Córdoba, lo depositó en los cuartos de final.

Empezaba otro torneo. Y en los duelos mano a mano, en estadios neutrales y sin tener que exponerse a jugar de visitante, su gran karma durante la temporada, Central fue un hueso duro de roer.

En cuartos le tocó cruzarse con Racing, que había terminado primero en la zona B, pero lo eliminó por penales con una gran tarea de Jorge Broun luego de haber estado 2-0 arriba en los 90 minutos y de sufrir un empate agónico.

En semifinales tuvo que medirse contra otro de los candidatos, nada menos que el River de Martín Demichelis, campeón de la Liga Profesional del primer semestre y futuro rival en el Trofeo de Campeones. El partido terminó igualado sin goles y, otra vez, Fatura se convirtió en héroe: tapó tres penales y llevó al Canalla a la final. 

Antes de Newell's, el conjunto de Russo había empatado con Atlético Tucumán e Independiente, y derrotado a Talleres, en Arroyito. Fuera de Rosario, habían sido todos golpazos: caídas ante Banfield, Colón y Gimnasia.

Después de vencer a la Lepra, el sábado 30 de septiembre, el Canalla se fue para arriba y no volvió a perder. Le ganó a Huracán y empató con Vélez, ambos en Rosario; igualó con Instituto en Alta Córdoba; venció a Argentinos; se trajo un punto de Barracas Central; derrotó a River, otra vez en el Gigante; y cerró la fase regular con una victoria en Sarandí, su segunda del año fuera de casa

Miguel Ángel Russo

La primera decisión y el gran acierto de la dirigencia fue sellar el regreso al club de un técnico que conoce los pasillos auriazules como pocos. Ya había dirigido cuatro veces, siempre obtuvo los resultados buscados y salvó a Central de momentos muy turbulentos, como cuando lo ascendió a Primera (2013) luego de tres temporadas en la B Nacional.

“De Miguel no vamos a descubrir nada; él es el capitán de este barco. Desde el día uno se puso al mando y llevó adelante al equipo con su tranquilidad y su conocimiento”, definió el capitán Jorge Broun sobre el DT antes de la final con Platense. 

El arquero sintetizó todo lo bueno que hizo Russo en tan poco tiempo. Ordenó la estructura del fútbol profesional auriazul, exprimió al máximo los conocimientos de más de 30 años de carrera como técnico, potenció a los juveniles del plantel, absorbió todas las presiones externas y tuvo un ojo clínico para moverse en el mercado de pases.

El Gigante de Arroyito

Una historia conocida que vale la pena recordar. Central hizo de la localía una gran virtud: en su casa estuvo todo el 2023 sin perder –la racha venía desde agosto del año anterior y se cortó en marzo de 2024–. Fue uno de los pilares de la campaña.

Solo los números de Russo hasta el momento de la estrella reflejan que jugó 22 encuentros en Arroyito con 14 victorias y 8 empates. Obtuvo el 75 por ciento de los puntos en disputa. 

Sin esa arrolladora campaña en Rosario, al Canalla le hubiera costado muchísimo acceder a los playoff de la Copa de la Liga, ya que jugar de visitante fue su gran karma de la temporada y apenas ganó dos veces en esa condición, contra Huracán en la pasada Liga y ante Arsenal en la última fecha de la fase regular de la Copa.

Los refuerzos y no desarmar el plantel

Un ejemplo de la celeridad y determinación con la que se movió Central en el primer libro de pases de Russo son las contrataciones de Carlos Quintana y Facundo Mallo, los dos férreos marcadores centrales que conformaron una dupla sólida y enseguida se afianzaron como titulares. También se concretó la continuidad del arquero Broun, que tenía las valijas armadas para irse a Palestino de Chile porque Tevez no lo iba a considerar.

El DT lo empezó a armar de atrás hacia adelante, pero también sumó calidad en la ofensiva con el arribo de Jaminton Campaz, un jóven colombiano que Miguel conocía del fútbol cafetero y al que venía siguiendo en Gremio de Brasil. Con los zagueros y el delantero, son tres futbolistas que resultaron determinantes en el equipo canalla y que le dieron un salto de calidad. 

También llegaron otros: Lucas Rodríguez (solo estuvo seis meses), Agustín Toledo y Octavio Bianchi. Y habían emigrado grandes valores de inferiores como Facundo Buonanotte y Mateo Tanlongo, previo a las elecciones de diciembre de 2022. 

Carlos Quintana, otro de los pilares del título canalla.

A mitad de año Central no se desarmó. Es cierto que perdió a quien venía siendo su gran figura del semestre, el goleador Alejo Véliz que fue vendido en una cifra millonaria al Tottenham de Inglaterra, pero fue la única baja importante del receso de invierno. También fue el único lugar al que el DT no le encontró la vuelta: Octavio Bianchi y Tobías Cervera no se afianzaron, por eso terminó jugando Luca Martínez Dupuy.

Se quedó Ignacio Malcorra, otro de los baluartes de la temporada canalla y autor de uno de los goles más importantes en el clásico ante Newell's. Y en esa ingeniería pensada por Russo con refuerzos experimentados empezaron a lucir los pibes, como Tomás O'Connor –fundamental en la final– y Lautaro Giaccone –hasta su lesión–.

Maxi Lovera, el del gol en la final con Platense.

Esa decisión y los nombres que llegaron, como Maximiliano Lovera y Agustín Sández, entre otros, le permitieron encarar el segundo semestre con aspiraciones de clasificar a copas internacionales y ver qué pasaba en la Copa de la Liga. 

Otra vez: Lovera hizo el gol del título en Santiago del Estero, Sández fue titular en los partidos decisivos y Broun, el héroe silencioso que irrumpió en los mano a mano con todo su peso, puso la vida y sus manos al servicio del equipo en los penales contra River y Racing, y en la final ante Platense. Todo le salió bien a Russo.