Finalmente, llegó el día y a una semana del balotaje. El domingo, los candidatos a presidente de la Nación Sergio Massa (Unión por la Patria - UxP) y Javier Milei (La Libertad Avanza - LLA) protagonizaron un debate público en la facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Un análisis sobre su vestimenta y un pormenorizado estudio de sus gestos permite descifrar lo no dicho.
Ambos candidatos aparecieron vestidos con traje. En el caso de Massa, gris con camisa celeste y corbata azul. La elección del azul no es casual, ya que es el color favorito de la mitad de la población. Representa confianza, sabiduría, poder y seguridad. Como en todos los debates, no faltó la bandera en su solapa izquierda.
En tanto, Milei, optó por un traje de color negro (con el saco nuevamente desabrochado como en anteriores debates), camisa celeste y corbata negra que significa prestigio y seriedad.
Una mirada exhaustiva sobre el lenguaje oral y corporal de los dos candidatos deja mucha tela para cortar. En primer lugar, Sergio Massa usó el recurso de salir del atril al comenzar y terminar el debate. No es casual, con esta acción, le dice a la audiencia “no tengo barreras, me acerco a ustedes”. Sin embargo, pareció un gesto estudiado y muy armado. Tal vez un poco más de naturalidad hubiese despertado más credibilidad. Además, miraba a la cámara, con el objetivo de dirigirse a los televidentes y hacerlos sentir incluidos.
El candidato de UxP tuvo tos y sed (tomaba agua todo el tiempo). Hay que destacar que Massa no se mostró tan seguro como en las presentaciones anteriores: aparecieron algunos furcios, equivocación en palabras y algunas muletillas, como el “e”.
Usó el recurso de increpar a su adversario en varias oportunidades, pidiéndole que responda con sí o no a las preguntas que le formulaba. Intentó todo el tiempo incluir al receptor, diciéndoles que busquen en Google algunos temas relacionados a Milei.
Usó el recurso del Storytelling –contar historias– cuando habló de sus abuelos inmigrantes o cuando fue intendente de Tigre.
Massa sigue teniendo la costumbre de poner signos de interrogación al final de las oraciones, lo que hace dudar de la veracidad de sus afirmaciones.
En conclusión, el Massa de este debate, no se lució tanto como en los anteriores. Quizás el cansancio o la tos, le jugaron una mala pasada. El recurso de moverse del atril pareció estudiado y muy armado. Tal vez un poco más de naturalidad hubiese despertado más credibilidad.
Javier Milei abusó de las muletillas. El “digamos” y el “si”, aparecen todo el tiempo en su relato. Por momentos no fluían las palabras, titubeaba y aparecían silencios que solo los llenaba con el recurso de la reiteración de muletillas. Al comienzo del debate se vio a un Milei enojado, atacando, con puños cerrados y elevando el tono de su voz.
Otro detalle observable: la birome siempre en su mano, y anotaba mucho. Por los gestos del candidato, demostraba que tachaba y marcaba muy fuerte, quizás para descargar la tensión que le producía el momento.
A diferencia de Massa miraba mucho menos a la cámara, por lo tanto, el televidente no siente que se dirige a él.
En oratoria hay un recurso que es importante aplicar: hacer fácil lo difícil ¿Cuánta gente habrá entendido las falacias de las que hablaba Milei? Las falacias son los grandes enemigos de los debates. Es una estructura que tiene el aspecto de un argumento, pero no tiene base lógica y lo transforman en algo cuestionable. En este debate se usaron tres:
1) Falacia ad hominem: es la que debilita la identidad de la otra persona.
2) Falacia Ad populum (citada por Milei): una persona se atribuye un conocimiento de la realidad de un gran grupo de personas.
3) Falacia de la autoridad: citar a autores de su ideología política, recurso muy usado por el candidato de LLA.
Volvió a aparecer la "casta" y la sonrisa irónica, mientras hablaba su adversario. Fue evidente que desaprovechó muchos momentos del debate, diciendo frases cortas, sin terminar, poco claras en algunos momentos y cediéndole la palabra a Massa.
Concluido el tercer y último debate, las cartas están sobre la mesa. Las palabras fueron dichas y el domingo próximo se revelará el veredicto de los argentinos en las urnas.
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