Los resultados de los comicios 2019 en la provincia de Santa Fe marcan el fin de un ciclo, el socialista, y el inicio de otro. Con la elección de Omar Perotti como gobernador, un PJ que hace cuatro años parecía condenado a ser tercero llega nuevamente al poder en base a un apotegma bien peronista: unido y organizado. Al mismo tiempo, la ciudadanía no le dio poder absoluto al justicialismo, pues el Frente Progresista gobernará las dos grandes ciudades por el triunfo de Pablo Javkin en Rosario y el de Emilio Jatón en Santa Fe. Mientras que Miguel Lifschitz conservará una cuota importante también, ya que controlará la Cámara de Diputados.
Los votantes santafesinos, a diferencia de lo que pasó en otras provincias donde perdió el gobierno nacional pero ganaron las administraciones locales, castigaron a los dos oficialismos: el macrismo y el socialismo. Al primero, por la crisis económica. Al segundo, por la inseguridad y el avance del narcotráfico.
Sin embargo, un referente socialista quedó en pie: Miguel Lifschitz, el actual gobernador, que ganó por amplia ventaja como candidato a diputado provincial. Y será, desde ese lugar, el líder de la oposición, con el que Perotti deberá de alguna manera cogobernar, pues conducirá al bloque mayoritario de la Cámara baja, donde por la floja elección de la lista encabezada por el kirchnerista Leandro Busatto, que quedó 20 puntos abajo de Lifschitz y apenas dos arriba de Amalia Granata, el futuro oficialismo provincial tendrá apenas siete representantes de 50.
Está claro que Bonfatti paga más caro que Lifschitz la crisis de la inseguridad. Y que la estrategia de Perotti de apelar a la paz y el orden como leit motiv de campaña fue acertada.
Una gran clave del resultado electoral provincial estuvo en Rosario, justamente donde el avance de la inseguridad y el narcotráfico hace tiempo se convirtió en noticia de todos los días. En la ciudad que gobernó durante 30 años, y que fue su bastión histórico, la población le dio la espalda al socialismo, algo que ya se había anticipado en las Paso. En la interna abierta lo padeció Verónica Irizar, en la general Bonfatti. Y muy especialmente la intendenta Mónica Fein, que después de ocho años al frente del Palacio de los Leones perdió duramente como candidata a senadora departamental ante el periodista Marcelo Lewandowski.
No le alcanzó al peronismo para ganar la Intendencia de la ciudad, aunque Roberto Sukerman hizo una elección histórica para el PJ rosarino. Javkin había capitalizado en la interna abierta el rechazo al socialismo y, al fin de cuentas, eso le abrió la puerta para llegar a la Intendencia, para lo cual sí tuvo que retener al menos gran parte del voto del PS. Funcionó su propuesta de dejar a Rosario fuera de la grieta y cumple un sueño por el que lucha y se prepara desde hace años.
Cambiemos, en tanto, continuó en caída, arrastrado por la pérdida de imagen del gobierno nacional y también la creciente polarización que rompió el escenario de tercios de anteriores elecciones. Corral y Roy López Molina, que hace dos años parecían condenados al éxito, se tienen que conformar ahora con un tercer puesto.
Como sea, la unidad del PJ fue la gran clave de la construcción política de Perotti. Que supo alambrar la provincia para aislarla de los vaivenes e internas que se multiplican a nivel nacional. Y ponerla en sintonía con un peronismo que, encendido en modo poder, se convirtió en una maquinaria electoral potente y ambiciosa que recupera la Gobernación de Santa Fe, después de un interregno de doce años de socialismo.
Ahora, empieza otra historia.
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