Esta historia comenzó el 27 de enero. Fue el primer partido de la Liga Profesional. Central le ganó de local a Argentinos Juniors con gol de Candia. Era imprescindible sumar de local, el descenso acosaba. Central arrancó a cinco puntos de los puestos más bajos de la tabla de promedios. Casi once meses después, peleó frente a River, en un duelo desigual, por ser el mejor equipo del año. No lo consiguió. Pero fue campeón de la Copa de la Liga, fue el tercer mejor equipo de la temporada, se clasificó a la Libertadores, a la fase de grupos, sumó, en el peor de los casos, tres millones de dólares para sus arcas y festejará mañana un nuevo aniversario con una estrella más en el escudo.
En Santiago no hubo equivalencias esta vez. No pudo ser como en Córdoba, cuando el humilde sometió al poderoso a fuerza de estrategia, entrega y personalidad innegociable a la hora de patear y atajar penales. Esta vez River sacó de los bolsillos todo su potencial frente a un equipo que llegó casi gateando por el desgaste a la segunda noche de Santiago.
El gran logro fue frente a Platense, el título menos pensado, el que el héroe Miguel Angel Russo construyó a partir de la sabiduría que sólo tienen quienes transitaron rosas y espinas durante toda su carrera.
Central perdió con River el Trofeo de Campeones, pero sólo eso. Es más, era previsible. El presupuesto de uno y otro es obscenamente diferente. Dos victorias frente al mismo rival en un puñado de semanas hubiera sido una grosería, aunque sí un premio muy justo.
Alguna vez, varias veces, desde esta columna se escribió que Russo le saca agua a las piedras y ya que está se puede recordar la definición, para que ningún pavote lo tome como un descrédito.
“El que «saca agua de las piedras» no es alguien que produce milagros en el estricto sentido del término, sino aquel que se arregla con poco, que es capaz de afrontar situaciones complejas valiéndose de escasos recursos, que sobrevive en contextos desfavorables o que suele resolver dilemas con esfuerzo e ingenio”.
Le falta la personificación de la definición nomás, pero es una síntesis de lo que representa y lo que es Miguel Angel Russo para Central. Honor y gratitud al gran Miguel, que demostró que viejos son los trapos.
Honor y gratitud a Central, que resurgió de las cenizas y terminó dando una vuelta olímpica que demoró 36 años.
Post data: quédense tranquilos los hinchas de Central, con Russo al frente, el equipo estará a la altura de las circunstancias en la aventura que viene.
La Copa Libertadores es la obsesión de todos los equipos argentinos y Central no es favorito. Pero la va a pelear, como marca su genética.
Central no dio la vuelta olímpica esta vez, pero festejó su refundación institucional y deportiva. Salud, feliz Navidad y próspero Año Nuevo.
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