Más de un tercio de los enólogos que perdieron el gusto o el olfato debido a la covid-19 tienen dificultades para ejercer su profesión, según una investigación realizada con datos de 37 países.
Al menos un 38% de los profesionales del vino se vieron afectados para ejercer su trabajo a causa de estos síntomas. Por lo tanto, la Unión de Enólogos pidió reconocer la anosmia (pérdida del olfato) y disgeusia (alteración del sentido del gusto) como enfermedades invalidantes y priorizar la vacunación de quienes se desempeñan en el rubro, entre otras medidas.
La agrupación realizó una investigación entre mayo y julio de 2020 mediante un cuestionario elaborado por médicos especialistas, con el que interrogó a 2.625 profesionales en 37 países, especialmente en Francia (73% de los participantes) así como en Chile, Italia o Suiza. En su mayoría, eran enólogos, pero también productores, sumilleres y propietarios de bodegas.
Entre estos, 2,7% habían contraído covid-19, de los cuales 68% habían perdido el olfato y 56% habían sufrido alteraciones del gusto.
"¿Cómo puede un músico tocar sin su violín?", se preguntó Didier Fages, presidente de la Unión de Enólogos de Francia, durante la presentación por videoconferencia del estudio.
"Es un verdadero hándicap profesional, una doble pena", corroboró Pierre-Louis Teissedre, vicepresidente de este sindicato, recordando que además de perder sus sentidos, los profesionales del vino pierden "su instrumento de trabajo".
Del total de estas personas afectadas, un 7% no había recuperado en absoluto su olfato o su gusto en el momento de la publicación del informe, una cifra "terrible", según Teissedre.
Las mujeres son las más afectadas (54%) frente a los hombres (46%), en cuanto a los problemas olfativos. 67% de las mujeres declaran que la enfermedad tuvo un impacto en su oficio, frente a 33% para los hombres.
Sophie Pallas, directora general del sindicato francés, para quien "la nariz es un instrumento de decisión diario", tras contraer el covid en enero, no sintió "el alcohol ni la acidez". Era como si le hubiesen "amputado la sensación de placer".
El vino "no sabía a nada", afirmó por su parte Philippe Faure-Brac, presidente de la Unión de Sumilleres de Francia. El mejor sumiller del mundo de 1992 recuerda una "sensación de madera" en la boca, "limitada a los sabores fundamentales", que se prolongó durante varias semanas, según publicó Crónica.