Falta muy poco para que las puertas de La Favorita, que comenzó a funcionar el 18 de mayo de 1897, vuelvan a abrirse y son muchos los rosarinos que están ansiosos esperando ese momento porque el edificio forma parte de la historia de la ciudad. Entre las personas que esperan con gran emoción el próximo 19, se encuentra Fernanda García, bisnieta de Ramón García, uno de los creadores del lugar.

Sobre la inauguración, la mujer comentó en El mejor día de la semana (Radio 2) que tanto para ella como para el resto de la familia “es una satisfacción, una alegría y tenemos mucha expectativa como todo el mundo. Muy emocionados y agradecidos por todo el cariño que los rosarinos demuestran para con el edificio y nuestra familia”.

Primero su bisabuelo, luego su abuelo, su padre e incluso ella. Todos pasaron por las oficinas o los mostradores de La Favorita, un espacio que comenzó siendo un sueño: dos asturianos jóvenes proyectando un negocio propio.

Tenía 12 años cuando Ramón se vino en barco a la Argentina. La madre lo despidió en el puerto y le dijo: «No dejes de rezar todos los días; escribe cada vez que puedas; sé honrado y nunca te quedes con nada que no sea tuyo. Los que vienen a Argentina son hombres como tú»”, recordó la bisnieta.

Ese niño que se consideraba adulto llegó a Rosario por recomendación de otro indiano para trabajar en una tabaquería, pero a él le gustaba el comercio. Empezó como cadete y mandadero de tiendas del centro y luego fue contratado en una tienda que se llamaba La Favorita, un pequeño local de puntillería ubicado en la tradicional esquina de Sarmiento y Córdoba.

Unos años después fue que, junto a su hermano Ángel, decidieron alquilar ese mismo comercio y finalmente a construir sobre terrenos linderos que a su vez también eran alquilados. Con ideas de seguir expandiéndose. “En la década de 20  compran las tierras, en el 27 comienzan a construir el palacio y en el 29 lo inauguran”, recordó García.

La Favorita creció. Y los hermanos García también. Ramón se casó y tuvo un hijo. Su esposa no se adaptó a Rosario y regresó a España. Desde entonces, él quedó encargado de las compras en Europa. Abrió una oficina en París y estaba mitad año en España su familia y mitad año en Rosario. Siempre viajando. Finalmente, falleció en Argentina. Pero sus restos fueron llevados a Asturia donde estaba su casa.

“Cada detalle de ese lugar es nuestro”, mencionó la bisnieta del creador. Y además, es su historia y la de su familia. Allí, pasaban las tardes. Observando el jarrón, subiendo las escaleras, usando el ascensor, recorriendo la cúpula. Jugando a que estaban en Francia por un rato.

La familia García se organizó para estar presentes el próximo 19 de mayo y volver a recorrer juntos el lugar que fue, y volverá a ser, un punto de encuentro de los rosarinos.