Al Rojo Vivo nació en un Centro de Formación Profesional del barrio Ludueña. En ese espacio, cuando la crisis económica arreciaba, un grupo de jóvenes comenzó a estudiar herrería. En la escuela hacían cuchillos y utilizaban una fragua donde ponían el hierro al rojo vivo: "Empezamos a joder con que los que estábamos al rojo vivo éramos nosotros, y así fue quedando", explicó Lucas Vilca, uno de los capacitadores del espacio.

El taller forma parte del programa Santa Fe Más, una política que el gobierno provincial despliega desde el Ministerio de Desarrollo Social y está orientada a la formación de jóvenes para lograr la inserción en el mundo del trabajo. Al principio, cuentan que los llamaron para hacer un cerramiento y comenzaron a trabajar. Luego consiguieron un espacio en Empalme Graneros.

Los integrantes de la Cooperativa se largaron a trabajar con los conocimientos que traían y fueron perfeccionándose con los trabajos que iban apareciendo. Actualmente, acaban de firmar las certificaciones para conformarse como Cooperativa, un largo camino que recorrieron y que está a días de cerrarse con éxito.

"La idea es que este proyecto siga siendo nuestro trabajo, seguir creciendo y adquiriendo derechos. Nosotros somos conscientes de que nos inventamos un trabajo y que nos faltan cosas, pero es una gran meta. Hace dos años no teníamos nada", apuntó.

Vilca explicó que empezaron trabajando cuatro horas, luego pasaron a seis y, por último, comprendieron que, para que el trabajo rindiera, había que hacerlo sí o sí durante ocho horas. Hoy completan la jornada con una organización que les permite sostener el espacio, conseguir una retribución extra para los integrantes y generar un fondo para reinvertir en insumos, capital o infraestructura.

El proyecto, con el crecimiento, fue mutando y adecuándose. Mucha gente del barrio se acerca para participar y hay otros talleres del Santa Fe Más con los cuales comenzaron a establecer relaciones para potenciarse mutuamente.

Joel Ortiz tiene 24 años y se define como “curioso, con ganas de aprender muchas cosas, más que nada las manualidades y artesanías”. Comenzó a capacitarse en la escuela Nazareth, que tenía cursos de oficios en horario nocturno. Como varios de sus compañeros que hoy conforman Al Rojo Vivo, participaba de estas formaciones mientras terminaba la secundaria.

"Cuando aprendí lo que es la transformación de los metales, hacerlo a tu antojo, con posibilidades infinitas, me empezó a gustar la posibilidad de transmitir ese saber. Me sentía realizado en esos momentos. Cuando uno aprende, lo entiende y lo puede transmitir a los compañeros, es un golazo", describió Joel.

Cada uno de los integrantes tiene su rol: oficial, ayudante, pintor o coordinador. Hay algunos que tienen más responsabilidades. Hacia dentro de Al Rojo Vivo se asignan tareas, y la producción se gestiona de forma colectiva. La comercialización la realizan a través de redes sociales como Instagram y Facebook, para las cuales producen contenidos audiovisuales, además de generar una marca y un estilo propio.