Otra vez el clima será el gran protagonista de la campaña 2022/2023. Y, al igual que en la década del ´70 y a fines de los ´90, el fenómeno se repetirá por tercera vez consecutiva. Oficialmente no está confirmado, pero los modelos internacionales ya vaticinan que la sequía volverá a decir “presente” poniendo en jaque a la producción y generando numerosas complicaciones en todas las economías regionales.
Según los expertos se está transitando a una primavera y un fin de año con condiciones frías del Océano Pacífico Ecuatorial, con intensidad entre débil a moderada. De esta manera, “la probabilidad de ocurrencia de La Niña es de un 70 a un 80 %, aproximadamente el doble de la probabilidad calculada, según los datos históricos o sea la climatología”, han indicado desde el INTA Clima y Agua.
El escenario es realmente preocupante, teniendo en cuenta además que el otoño fue muy seco y el invierno tránsito un camino muy similar. De hecho, en la Zona Núcleo el período abril – junio quedará guardado dentro de los más secos de la historia. Para la primavera e inicio del verano, los informes estiman mayores probabilidades de ocurrencia de lluvias inferiores a las normales sobre el este y norte argentino acompañado de temperaturas medias entre normales a más frías.
Como se advierte, “la Niña” está cada vez más próxima y su continuidad obliga a los productores a rediseñar estrategias y planificar de la mejor manera posible. “Más horas de escritorio y menos en el campo”, da la sensación que podría ser un lema adaptable a los tiempos, porque los últimos “cachetazos climáticos” han impactado fuerte en los márgenes de miles de empresas agropecuarias. De ahí que surja la gran pregunta, ¿qué hacer?
Escenarios
El cultivo que seguramente perderá terreno, y a manos de la soja, será el maíz. La campaña pasada, el cereal implantado en forma temprana fue el más perjudicado por la sequía y, ante un pronóstico climático similar para lo que viene, las dudas se agigantan. Un dato: es el cultivo más oneroso a la hora de implantar.
En algunas zonas como el centro norte santafesino la siembra del maíz de primera ya comenzó, pero no se espera un crecimiento de la superficie y, en esa zona, también se destina para silajes y reservas pensando en los rodeos lecheros existentes.
En la Zona Núcleo, netamente agrícola, las proyecciones son desalentadoras. De acuerdo a lo informado por la Guía Estratégica para el Agro (GEA) habrá 180.000 hectáreas menos respecto a la campaña pasada y se sembrarían 1,66 millones. Como se mencionó anteriormente, se trata de una de las regiones más afectadas por la sequía en las últimas dos campañas y los productores no tienen intenciones de convertirse en “héroes”.
“El objetivo es producir para cubrir los costos de base (costos de indiferencia) en vez de buscar el mayor potencial posible y el primer ajuste está en la fertilización nitrogenada”, admitieron los productores relevados. Y allí aparece otro indicio de la incertidumbre y el temor: el paquete tecnológico también se verá resentido.
Desde la Bolsa de Cereales de Buenos Aires han vaticinado una disminución del área sembrada con maíz a nivel nacional. Los expertos proyectan una superficie total destinada al maíz con destino grano comercial de 7.500.000 hectáreas para la nueva campaña, sujeta a la evolución de las variables económicas y climáticas (lluvias, temperaturas, etc.) durante toda la extensa ventana de siembra. La actual estimación refleja una reducción interanual del área sembrada del -2,6 % (es decir, unas 200.000 hectáreas por debajo de la campaña previa)
Insumos y costos
Debe ponderarse que los planteos de maíz requieren de una mayor inversión por hectárea en relación al resto de los cultivos, en un contexto donde los costos de producción se encuentran también en valores históricamente elevados. Paradójicamente, la relación insumo-producto para el maíz viene deteriorándose en relación a las campañas previas, reflejando un menor poder de compra por parte del productor.
“Mucho de esto se debe no solo a las recientes caídas en los precios del maíz sino también a los elevados costos de los insumos, que este último año sufrieron grandes incrementos y, pese a los últimos descensos, se mantienen en niveles históricamente elevados como producto de las políticas comerciales chinas y la invasión rusa”, indicaron los técnicos.
Con respecto a ese punto, el precio de la urea en relación a agosto del año pasado se encuentra 53% por encima, a pesar de la caída del 30% que promedió desde abril de este año. Una tendencia similar se encuentra para el fosfato que se ubica 57% por encima a las cifras de agosto 2021.
En consecuencia, las relaciones insumo-producto se deterioraron para el maíz y el resto de los cultivos, puesto que se necesitaría un 34% y 40% más de grano para comprar la misma cantidad de fertilizantes y combustibles con respecto a la campaña 2021/22.
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