Brasil redobla la apuesta en biocombustibles y deja a Argentina en la sombra: ¿qué pasó?

Lula da Silva apuesta fuerte por un "Combustible del Futuro" en Brasil, asegurando inversiones y apoyo del sector privado, mientras Argentina mira desde la barrera sin un plan claro para potenciar sus recursos

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Argentina, uno de los principales productores de aceites vegetales a nivel mundial, sigue sin capitalizar completamente su potencial para impulsar la producción de biodiésel y otros biocombustibles. Mientras las principales naciones agroindustriales del mundo avanzan en la transición energética y aumentan el consumo de biocombustibles, Argentina se queda rezagada. Según la consultora europea Oil World, en 2024 la producción mundial de biodiésel alcanzará las 62,5 millones de toneladas, un incremento del 3,75% respecto al año anterior y un 34,3% más que hace cuatro años. Sin embargo, Argentina no ha logrado posicionarse como líder en este mercado.

“Los biocombustibles son una oportunidad para los países de América Latina de transformar su sector agrícola y reducir la dependencia de combustibles fósiles.” José Graziano da Silva (Ex Director General de la FAO)

En contraste, países como Brasil, Indonesia y Estados Unidos han implementado políticas agresivas de incentivo para aumentar la producción y uso de biocombustibles. Indonesia, por ejemplo, ha incrementado el corte de biodiésel en gasoil del 30% en 2020 al 35% en 2023, con miras a alcanzar el 40% en 2025. Brasil y EE.UU., por su parte, han seguido estrategias similares, basadas en el uso del aceite de soja como insumo principal para la producción de biodiésel. Estos tres países representan el 81% del crecimiento global de la producción de biodiésel entre 2020 y 2024.

La reciente sanción de la nueva Ley de Biocombustibles en Brasil marca un avance significativo. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva celebró esta medida como "la mayor revolución energética del planeta", con un ambicioso plan que permitirá que el etanol, actualmente con un corte máximo del 18% en naftas, alcance un rango de entre 22% y 27%, e incluso podría llegar al 35%. Además, se espera que el corte de biodiésel, que hoy está en un 14%, suba gradualmente hasta el 20% para el año 2030, sumando un punto porcentual por año a partir de 2025.

En este contexto, Brasil continúa liderando la región en la integración y desarrollo de sus cadenas productivas, utilizando más del 80% de su producción de aceite de soja para consumo interno en las industrias de biodiésel y alimentación, y exportando solo un 15% en bruto. Este enfoque estratégico le permite agregar valor dentro de sus fronteras y fortalecer su posición en el mercado global.

“Brasil es el país que hará la mayor revolución energética del planeta. Con nuestros biocombustibles, avanzamos hacia una economía verde y sostenible.” Luiz Inácio Lula da Silva (Presidente de Brasil)

Por otro lado, Estados Unidos, a través de la Agencia de Protección Ambiental (EPA), ha duplicado su producción de biodiésel convencional e hidrotratado en los últimos cuatro años, impulsando así el consumo interno y asegurando un crecimiento sostenido. Para lograrlo, ha incrementado las importaciones tanto de materias primas como de biodiésel ya procesado.

Argentina, en contraste, muestra un panorama diferente. Después de un período de crecimiento sostenido en la producción de biodiésel hasta 2012, el país ha experimentado altibajos sin consolidar un camino claro hacia un desarrollo sostenido. En el primer semestre de 2024, la producción totalizó 0,59 millones de toneladas, una caída del 59% en comparación con el pico de 1,42 millones de toneladas alcanzado en 2012, siendo este el segundo nivel más bajo registrado desde 2009.

Según las proyecciones de Oil World, para este año, solo 1,3 millones de toneladas de aceite de soja se destinarán a la industria de biocombustibles en Argentina, lo que representa un 17,4% de la producción total del país. En contraste, Brasil consumirá 5,58 millones de toneladas de aceite en su industria de biodiésel, equivalente a la mitad de su producción nacional de aceite de soja.

La falta de políticas claras en Argentina y la alta dependencia de las exportaciones en bruto (más del 75% del total producido) limitan las oportunidades de desarrollo local e integración de la cadena de valor. Mientras tanto, otros mercados avanzan con una visión de largo plazo y compromisos de inversión claros. Por ejemplo, en la presentación de la nueva ley brasileña, el sector privado se comprometió a invertir 20 billones de reales en el corto plazo como parte de un "acta de compromiso" para acompañar el crecimiento del programa "Combustible del Futuro", impulsado por el gobierno de Lula.

El plan brasileño no solo incluye el biodiésel y el etanol, sino que también abarca programas innovadores como el Programa Nacional de Combustible Sostenible de Aviación (ProBioQAV), la promoción del hidrógeno verde, y el Programa Nacional de Diésel Verde (PNDV). Estos esfuerzos buscan posicionar a Brasil como un referente en la economía verde y en la descarbonización del transporte, con una inversión total proyectada de 260 billones de reales, según el Ministro de Minas y Energía, Alexandre Silveira.

“La bioenergía moderna, incluyendo los biocombustibles avanzados, es clave para descarbonizar sectores como el transporte aéreo y marítimo, donde las alternativas eléctricas aún son limitadas.” Fatih Birol (Director Ejecutivo de la Agencia Internacional de Energía)

En definitiva, mientras países como Brasil avanzan con políticas ambiciosas y estrategias coordinadas entre el sector público y privado para liderar la transición energética, Argentina enfrenta el desafío de definir un rumbo claro que le permita aprovechar su potencial como productor de biocombustibles, integrando su cadena de valor y generando oportunidades de desarrollo económico y sustentabilidad en el mediano y largo plazo.

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