En los últimos días la soja se llevó la atención al marcar una baja desde niveles que ya preocupaban, por lo que analizaremos los fundamentos que nos trajeron hasta aquí y lo que se puede prever hacia adelante
Niveles de precio, decisión de siembra y dónde estamos parados
La soja mayo 2025 comenzó operando en la zona de los 290 U$S/tn, en un momento en que nadie le prestaba atención, ya que se estaba levantando la campaña anterior, se estaba estabilizando la macro argentina con muchas dudas, y sufriendo los embates de la chicharrita. En forma silenciosa, ese mercado operó en varias oportunidades en el rango de los 300/310, donde ya algunos tomaron alguna posición, para luego ir zigzagueando a la baja.
Cuando llegó el momento de sembrar el trigo combinando valores del cereal por encima de los 220, con soja en 300, el margen esperado del trigo soja era tentador e incluso, en muchas zonas, el de soja resultaba superador. Allí se convalidaron nuevamente alquileres altos, y planes de siembra orientados a la oleaginosa. Especialmente porque el margen de maíz no lucía tan atractivo, y el riesgo de la chicharrita hacía que se evitara el maíz tardío. Sin embargo, el nivel de ventas en ese momento fue mínimo.
En repetidas oportunidades volvimos a tener a tiro los 300 U$S/tn mientras que, en momentos de baja, operábamos en la zona de los 290, y el número se ponía rayero para la oleaginosa, pero no pasaba a números rojos.
En aquel momento destacábamos que ese valor resultaba muy alto si tomamos como referencia el precio de Chicago. La relación histórica contra ese mercado está en el 67%, y operábamos por encima del 73%, en ocasiones llegamos al 78%. Una vez que tuvimos valores FOB para aceite y harina de la nueva campaña, esto mostraba sobreprecios sobre Chicago de hasta 30 U$S/tn. Más allá de los fundamentos que podían hacernos pensar si la soja estaba cara o barata a nivel internacional, la traslación de ese precio a Argentina mostraba que en nuestro país estábamos caros respecto al resto del mundo.
Esa soja cara argentina nos blindó de una tendencia negativa entre julio y fines de noviembre. Pero, de allí en más, tanto Chicago resbaló a los peores precios de la pandemia, como el premio sobre Chicago se fue perdiendo. Tras ir a la zona de los 280, donde ya el número se ponía negativo, vimos esta semana los 260 y con unos 20 U$S/tn de sobreprecio sobre Chicago.
Podemos resumir los fundamentos de la siguiente forma: una oferta que sigue subiendo, en el contexto de una demanda estable a levemente bajista. Los precios, por tanto, ajustaron a la baja.
¿Que nos llevó de los 290 a los 280?
Las primeras semanas de diciembre el clima en Brasil fue excelente, y viendo pronósticos para el resto del mes, creció el convencimiento de que no sólo tendrían buena cosecha, sino que podría ser incluso mayor a lo proyectado inicialmente.
Sobre esto, la devaluación del real llevó a que los productores cariocas vieran subir el precio en reales, y como siguen el mercado en su moneda, desató fuertes ventas que debilitaron los precios regionales, tanto como el mercado global, ante el pico de oferta.
Al triunfo de Trump siguieron los primeros anuncios, y efectivamente entre ellos estaba el aumento de aranceles de 10 puntos a China. Pero la actitud china fue más dialoguista, las compras de soja se habían anticipado, ni China depende tanto de EEUU, ni EEUU depende tanto de China en el comercio de oleaginosas como en 2018, y el ritmo de exportaciones acelerado que vimos los últimos meses se detuvo.
Adicionalmente, el mercado espera que Trump acelere la economía norteamericana, con lo que la baja de tasas que siguió sucediendo pasó a segundo plano, ahora el dólar se fortalece. Pero, además, no sólo recrudecieron los conflictos entre Rusia-Ucrania, Israel-Palestina, sino que se sumó Siria y ahora problemas políticos serios en Corea del Sur. Los capitales volaron a refugiarse en el dólar, y esto es negativo para los commodities.
¿Por qué la semana pasada nos fuimos a 260?
Uno de los puntos de sostén que todavía tenía la soja, era la firmeza de los aceites. Y vimos caídas fuertes en el inicio de la semana. En Indonesia se dispuso pasar de un corte de 35% a 40% de biodiesel, pero la poca disponibilidad de mercadería generó planteos de esperar. El gobierno luego aumentó derechos de exportación para que quedara más oferta local, pero esto tiene final abierto.
En EEUU el aumento de aranceles de Trump encareció el aceite de cocina usado (UCO) que se importa de China. A su vez, el país asiático bajó un subsidio a la exportación del 15%. Esto hacía pensar que, para cubrir el mandato de biodiesel norteamericano, el uso de aceite de soja norteamericano iba a subir. Pero la ley que brinda apoyo al biodiesel se cae este año, y hay dudas sobre si Biden la renovará antes de su salida. A su vez, Trump anunció que nombrará al frente de la EPA a un senador que se opone a los biocombustibles. Pero esta semana se presentó un proyecto de ley que algunos interpretaron que iría por el camino de reducir incentivos al biodiesel.
Adicionalmente en Argentina, al sembrarse bien la soja y tener buen clima en el desarrollo temprano, crece el convencimiento de una buena cosecha y, si bien los precios resultaron más bajos, finalmente muchos productores comenzaron a convencerse de que los fundamentos no los acompañaban. A eso hay que sumarle que ya a esta altura del año, las ventas de soja disponibles con recompra de mayo empiezan a bajar, y la demanda “artificial” de soja mayo desciende. Quedan sólo compradores genuinos que no están dispuestos a convalidar precios de quebranto para el nuevo ciclo.
Para colmo si pensamos en un margen mínimo para la molienda de soja en cosecha, con este nivel de precios deberíamos ver precios por debajo de 250 U$S/tn.
¿No tocarán las retenciones?
En primer lugar, no son retenciones, porque el 33% que tributa el poroto y el 30% de los subproductos no tiene ninguna devolución. Son impuestos, derechos de exportación (DE), que hoy están en 9% de la recaudación.
Un mensaje de Milei ante la Sociedad Rural, diciendo que en la medida en que la recaudación impositiva suba en forma sustentable, se eliminarían impuestos y los derechos de exportación serían de los primeros, generó gran expectativa.
Con precios de soja en este nivel, se generaría un fuerte quebranto para el productor. Esto podría desencadenar presión creciente del sector, e incluso titulares difíciles de manejar en lo político: el motor productivo del país está quebrando por la falta de cumplimiento de las promesas del gobierno.
Bajar entre 5 y 8 puntos a la soja aportaría de 20 a 30 U$S/tn a la oleaginosa, devolviéndola a terreno positivo. El problema es que el plan de gobierno es claro: el superávit fiscal es clave, y se bajarán impuestos distorsivos si la recaudación sube. En ese sentido primero se terminaría de eliminar el impuesto PAIS, y quizás luego se trabaje en impuestos también distorsivos que aplican a toda la economía, como débitos y créditos (impuesto al cheque).
La apuesta del sector es que los tiempos se aceleren, y el orden de prioridades se cambie para evitar que el agro tenga un problema serio. Lo cierto es que se ve poco probable que este cambio pueda darse en el primer semestre. Sin embargo, en un año electoral, todo puede pasar.
¿Qué puede ayudarnos en este contexto?
Lo primero que hay que decir es que el mercado descontó mucha información bajista. Los especuladores vendieron más de 3 M.Tn. en Chicago la semana pasada. El climático sudamericano está avanzando, pero no terminó, y de febrero en adelante comenzaremos a discutir el ciclo de EEUU 25/26. La relación de precios entre maíz y soja hace pensar que podríamos ver caída de área de soja. Y entrando en un nuevo ciclo, las dudas climáticas podrían darnos una chance. Pero la debilidad de la demanda y los altos stocks actuales nos hacen ser cautos sobre el rebote que podemos esperar.
En mayo, cuando estemos cosechando, estos serán los fundamentos que estaremos mirando. También hay que considerar que los precios bajos podrían incentivar el consumo, y volver a subir las compras. En tanto los stocks de aceites siguen siendo muy bajos, y más allá de los tiempos en que se den, el camino hacia una demanda creciente de biodiesel está marcado.
Volviendo al punto de los derechos de exportación, la discusión pasa por el momento donde podrían reducirse, pero hay amplias chances de que ello ocurra. Tal vez se de más en la segunda parte del año.
Y entonces ¿qué hacemos?
La respuesta es difícil, e invitamos a poner en la balanza personal los factores que se comentaron más arriba. Pero para no eludir la pregunta, trataríamos de no convalidar estos niveles de precio. De hecho, las últimas dos ruedas de la semana pasada mostraron ya una recuperación.
Dicho esto, si ya se tiene una base de ventas hechas que permitan afrontar los gastos variables de la soja, y con algo más de venta de maíz el flujo financiero en cosecha se resuelve, “apagar la radio” hasta que encontremos nuevos fundamentos, y sólo encenderla a precios por encima de 280.
Si por el contrario no tenemos nada vendido, ver que, si bien el maíz muestra fundamentos más sólidos, tiene margen positivo y sería razonable comenzar por ahí. De todas formas, para reducir el riesgo buscaríamos vender algo de soja, apuntando al mes de julio, cuyo precio más alto permite mejorar un poco el negocio. Si quedaron remanentes de trigo, lo peor ya pasó y antes que convalidar quebrantos en soja, buscaríamos ventas alrededor de los 210 para mayo, reemplazando el flujo de soja.
Trataremos de dilatar la decisión de venta para aguardar la quita de derechos de exportación, pensando también que hay muchos factores negativos descontados. Pero si vemos mejoras de corto plazo, iríamos por el lado de capturarlos y comprar CALL de soja noviembre invirtiendo 2% del producido de las ventas para seguir en el juego por si más adelante hay quita en derechos de exportación.
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