El remero rosarino Hugo Aberastegui, representante del club Regatas, fue el abanderado de la delegación nacional en los Juegos de Montreal 1976, una de los tres Olímpicos de los que participó. En la previa de una nueva cita internacional, revivió aquel momento y otras anécdotas de su carrera olímpica en un mano a mano imperdible con Rosario3.
Llevar la bandera de tu país en la ceremonia inaugural de un Juego Olímpico debe ser el mayor orgullo que pueda sentir un deportista amateur. Hugo Aberastegui puede dar fe de ello.
"Participar en un Juego Olímpico es el corolario para cualquier atleta pero además salir con la bandera cuando anuncian a tu país es indescriptible. Hay una multitud de 60 mil personas vivándote. Es un orgullo difícil de explicar. Emociona recordarlo", dice Hugo con lágrimas en los ojos.
No es para menos. Sólo 20 deportistas en la historia argentina tuvieron ese privilegio y apenas tres de ellos fueron rosarinos (Juan Carlos Zabala en Munich 1936 y Luciana Aymar en Londres 2012 fueron los otros dos).
–Tuviste una carrera muy prolífica.
–A lo largo de mi carrera obtuve 144 primeros puestos, gané el Olimpia de plata, fui quinto en una Copa del Mundo y participé en tres juegos (68, 72 y 76), pero me perdí los anteriores (Tokio 1964).
–¿Por qué?
–Por haber ido a un Sudamericano a Río de Janeiro. Hacía 40 grados y cuando volví la temperatura era de 2 bajo cero. Me agarró flojo, estuve dos semanas con antibióticos y me perdí la eliminatoria interna. Me ofrecieron ir de suplente pero dije que no.
–¿No quisiste?
–No, por mi ego. De hecho, en 18 años de carrera hubo dos días en que dije que abandonaba el remo. Fue en ese momento. Pero luego el entrenador me dijo que lo piense mejor y por suerte cambié mi decisión.
–Y no te equivocaste...
–Parece que no (risas).
–¿Qué recuerdos tenés de los tres Juegos en los que participaste?
–Uno siempre se acuerda más de la primera experiencia. Fue muy bravo porque en México hay 3.200 metros de altura y fue muy difícil aclimatarnos. Teníamos dolor de cabeza permanentemente. Pese a eso no fue una mala performance porque salimos séptimos. Luego, en 1972, lamentablemente nos tocó vivir de cerca el atentado a la delegación de Israel (NdelaR: un grupo de terroristas palestinos asesinó a 11 miembros del equipo olímpico de ese país).
En 1972 me tocó vivir de cerca el atentado a la delegación de Israel
–Eso fue tremendo. ¿Cómo lo vivieron?
–Nos tocó de cerca porque nosotros en la Villa estábamos en unos edificios bien enfrente de ellos y una mañana estábamos durmiendo todos excepto el timonel que fue quien nos alertó del revuelo: gente con armas, corridas, gritos, helicópteros y lamentablemente la historia es la que ya conocemos. Ahí decidieron hacer un luto de un día y luego los juegos continuaron.
–¿Eso los afectó? ¿Quedaron con miedo?
–No, porque ahí se intensificaron los controles y la seguridad. Cambió la filosofía. Y ya en 1976 fue muy distinto. Nos ponían agentes de seguridad cada vez que salíamos de la Villa. Había un policía cada tres atletas.
La muñeca de Nadia
En esos inolvidables Juegos del 76, Hugo tiene una anécdota increíble sobre quién fuera la gran figura de aquel evento: Nadia Comaneci, gimnasta rumana que con solo 14 años obtuvo el primer 10 de calificación de la historia olímpica y se llevó 5 medallas (3 de oro) deslumbrando al mundo entero.
–Yo estaba almorzando en el comedor de la Villa Olímpica (dónde uno puede compartir mesa con cualquier atleta, ya sea compatriota o extranjero) y entra Nadia Comaneci, con las medallas en el cuello y una muñeca de trapo de esas de piernas largas. Cierro los ojos y me acuerdo de esa imagen– rememora Hugo con 79 años–. La tenía bien agarrada con una mano. Y con la otra se iba sirviendo lo que le indicaba su entrenadora, que estaba pegada a ella. Vienen ambas con el plato de comida, se sientan enfrente mío e intercambiamos algunas palabras en inglés con su entrenadora, que, ante mi consulta por la muñeca, me explicó: "Ella (por Nadia) no suelta la muñeca porque ella no tuvo infancia, a los 4 años ya entrenaba para esto, por eso hoy para ella tiene más valor esa muñeca que todas las medallas que tiene colgando".
Nadia Comaneci no soltaba su muñeca de trapo porque ella no tuvo infancia
–¿Reconoció a alguna otra figura?
–Ufff, un montón. Mark Spitz por ejemplo, los japoneses, los italianos... mirá te cuento otra, los italianos hicieron una fenomenal...
–¿Qué hicieron?
–En los Juegos se estila intercambiar pines, banderines o cualquier souvenir de tu país con el resto de los atletas. Ellos juntaban las piedritas de los canteros de ahí, las ponían en las bolsitas de los cubiertos y decían que eran del Coliseo romano!!
–O sea que la viveza no es solo criolla...
–No, es mundial (risas)
Demiddi, el prócer
En Regatas Rosario (uno de los clubes del mundo del que surgieron más deportistas olímpicos), Hugo se hizo muy amigo de Alberto Demiddi, único remero local (y nacional) en ganar dos medallas olímpicas (bronce en México 1968 y plata en Munich 1972) y habló de lo que representa para el remo y el deporte en general:
–Alberto fue un ícono nacional y de Sudamérica. Fue el único remero que consiguió el campeonato del Mundo (NdelaR: en Saint Catherine, Canadá, en 1970) y también fue medallista. Fue el mejor de todos. El siempre me decía "para mí lo importante es la medalla de oro. La plata y el bronce son premios consuelo". Eso contagiaba.
–Qué mentalidad...
–Claro! Por eso no nos teníamos que conformar con una de plata o una de bronce, aunque fuera importante. El Barón de Coubertin (NdelaR: el principal impulsor de los Juegos Olímpicos modernos) decía: "lo importante es competir" y nosotros le agregamos: "sin perder ni empatar" (risas).
–De hecho dicen que Demiddi no valoró la medalla de plata que obtuvo en el 72
–Y es así. Cuando llega al podio al terminar de correr con Malishev (el soviético que ganó la prueba por apenas un par de segundos), fue el entrenador a saludarlo y le dijo "Te felicito". "No! Qué me felicita!? yo perdí", contestó Alberto lleno de furia.
Esa medalla de Demiddi fue la única presea argentina en esos Juegos y hasta Seúl 88 las delegaciones nacionales no volverían a subirse al podio.
Antes de despedirse, el ganador de 144 pruebas y un Olimpia de plata, entre varios otros premios, detalló como ve la situación actual del remo en nuestro país y las perspectivas de cara a Tokio: "Es difícil. Uno entrena cuatro años para competir esos seis minutos. Muchos remeros se programaron para el año pasado, pero por la pandemia se suspendió todo. A muchos les cambia la planificación y aparecen problemas personales, de trabajo, de estudio y en algunos casos tienen que suspender todo porque esto es amateur. Ojalá me equivoque pero no veo posibilidad de medallas. Es difícil incluso que pueden clasificarse más remeros a Tokio" (NdelaR: Por ahora solamente tienen asegurada su plaza la dupla Evelyn Silvestre y Milka Krajlev).
Hugo dejó una frase que lo marcó durante toda su carrera: "Lo soñás con el corazón, lo vas maquinando con la mente y lo ejecutás con las manos". Palabra de Aberastegui. Palabra de abanderado.