Con el último índice de 13,2% de inflación para el mes de febrero, la suba promedio de precios en Argentina supera el 70% acumulado en el primer trimestre del gobierno de Javier Milei. La comparación interanual, con febrero de 2023, arroja 276,2%. Los alimentos se triplicaron en un año pero con casos que multiplican por cinco o diez su valor.
Para el economista del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (Mate), Lavih Abraham, para entender este proceso hay que remitirse a “la devaluación del 118% que se hizo en los primeros días de gobierno, es decir el valor del dólar aumentó un 118%, y entonces subieron muchísimo todos los precios”.
“En Argentina desde hace varios años tenemos una tendencia que los economistas llaman pass-through, que es el paso del valor de referencia del dólar a todos los demás precios. Esto es, aumenta el dólar, aumenta todo. Para decirlo más sencillo, aumentó 118% el dólar oficial y como ya habían muchas cosas que se evaluaban al dólar paralelo, no aumentaron tanto, pero efectivamente ese salto del dólar se trasladó inmediatamente en diciembre al 25%, y con un poco menos de inflación en enero y en febrero”, agregó a Rosario3.
–¿Cuáles fueron los rubros en donde más impactó?
–Primero en alimentos, sobre todo en diciembre y en enero, y a partir de ahí todos los demás rubros se fueron acomodando. Se incrementaron todos los servicios relacionados con la construcción, el transporte, y lo que menos aumentó es la ropa, porque en general todo el rubro indumentaria ya había ajustado previamente, entonces no fue tan importante.
Básicamente, hubo una alza bastante pareja, pero en principio fue mucho de alimentos. Y lo que pasó a partir de ahí también es lo que se conoce como licuación de salarios y jubilaciones.
–¿Qué significa la licuación de ingresos?
–Decimos licuación porque en la práctica no es que bajaron los salarios, los salarios siempre aumentan como aumenta todo, pero lo hicieron muchísimo menos que la inflación y en algunos casos directamente no lo hicieron.
Entonces, una disparada de precios generalizada con salarios que se mantienen constantes, o aumentan muy poco, lo que hace es que el poder adquisitivo colapse. Es decir, la capacidad de compra que tiene un trabajador, o un jubilado, o alguien que perciba una asignación universal, o que tiene en general cualquier persona con ingresos más o menos fijos, bajó muchísimo desde diciembre hasta la actualidad. ¿Cuánto? En promedio, entre 20 y 25%.
En algunos casos un poco más, por ejemplo en el caso de los trabajadores estatales, como los docentes universitarios que no tuvieron aumentos, puede llegar a ser entre 30% y 35% de pérdida de poder adquisitivo en tres meses.
La verdad que es un número muy alto. Sobre todo teniendo en cuenta las experiencias históricas en dónde venimos, en los últimos siete u ocho años de retroceso, con picos muy fuertes en el final de gobierno de Mauricio Macri, en el año 2018-2019, y un poco menos, pero también a la baja en el final de gobierno de Alberto Fernández en 2023.
Arroz, pan, asado, leche; ejemplos del daño
La pérdida de poder adquisitivo o licuación de salarios se puede graficar con algunos de los ejemplos que mide el Indec. El último informe difundido este martes indica que los rubros que más subieron en el último mes son Comunicación y Transporte (24,7% y 21,6%). Alimentos quedó más atrás (11,9%) pero en la comparación con el mismo mes del año pasado hay saltos descomunales.
En el desagregado por productos (está hecho sobre el Gran Buenos Aires que dio un poco más alto que la zona Pampeana, donde está Santa Fe), el “Pan de mesa” de 390 gramos subió de 1.592,07 en enero de 2024 a 2.021,64 en febrero (27% en un mes). Al buscar el mismo paquete en febrero de 2023, el valor era de 413,54, lo que implica una multiplicación por cinco (489%).
El kilo de arroz blanco simple, siempre según el listado del instituto oficial, subió de 2.046 pesos a 2.355 (un 15,1% de enero a febrero de este año). Pero en 2023 estaba diez más barato: 226 pesos.
La suba es tan desmedida que el arroz, un cereal que Argentina produce, cotiza en dólares cerca del precio de Estados Unidos y por encima de países limítrofes, según la consultora Econviews. Un paquete de primera marca se comercializa a más tres mil pesos (casi tres dólares al precio blue). En Uruguay y Brasil ronda la mitad (un dólar y medio). En Paraguay menos de un dólar y en la dolarizada Ecuador no llega a dos.
En el último mes, hubo fuertes incrementos de más del 20% en leche en sachet, leche en polvo, manteca, dulce de leche, sal, cerveza, detergente y el insólito “Polvo para flan”: subió 61,8% de 389 a 629 pesos.
En el salto interanual sorprenden, además del arroz, el asado (el kilo pasó de 1.652 pesos en febrero de 2023 a 5.970 pesos en febrero de 2024; lo que representa 361%), el kilo de salame (de 2.876 a 11.936, más de cuatro veces), yerba (de 413 a 1.833), el litro de la leche en sachet (de 236 a 1018) pañales descartables (de 610 a 3.060, acá la multiplicación es por cinco) o fideos guiseros (de 221 a 1.260, un 570%). Son apenas algunas muestras.
La inercia y la posibilidad de un descenso
Si bien la inflación se disparó a límites solo comparables con la salida de la hiperinflación en 1991, hace 33 años, el gobierno sostiene que viene bajando: 25 en diciembre, 20 en enero y 13 en febrero. “La pregunta es si seguirá bajando –retomó Lavih Abraham– y la respuesta es que es difícil. Es muy probable que nos mantengamos en un nivel bastante alto de inflación, un nivel de entre 8 y 12 puntos de inflación en los próximos meses. Y no menos, o difícilmente menos”.
“¿Por qué? –siguió– Porque vivimos en un periodo donde hay alta inercia inflacionaria. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que la inflación presente genera la inflación futura, a través de múltiples contratos, a través de múltiples mecanismos institucionalizados, la inflación se mantiene en el tiempo. Un ejemplo, para que se entienda, aumentan los alquileres porque están atados a la inflación. Primero aumenta la inflación, la inflación impacta en alquileres, pero estos alquileres a su vez son el costo, por ejemplo, en un negocio. Entonces el negocio va a tener que aumentar precios para sostener el pago de ese alquiler. Como el negocio aumentó precios, aumenta la inflación. Ese aumento de inflación impacta nuevamente en el aumento de alquileres, y esta rutina, esta continuidad, no se detiene por nada”.
“Entonces, este tipo de contratos, que también son muy comunes entre empresas, que se proveen a sí mismas y están atadas a la inflación, hace que la economía argentina tenga una fuerte dosis de inflación inercial”, agregó.
El economista de Mate no descartó una nueva devaluación o aumento del dólar: “Si llega a ocurrir, lógicamente también se va a trasladar a los precios. En definitiva, estamos en un régimen de muy alta inflación, y no hay un plan antiinflacionario muy concreto, más allá de sostener el valor del dólar y de achicar el mercado, es decir, provocar una recesión. La recesión haría que la gente no consuma, y al no consumir no aumenten los precios. Esto es una estrategia de corto alcance y que no funciona contra la inercia inflacionaria como hemos explicado”.